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Con ciencia | Andando

Caminante distraído. | NATURE

Creo que era Ronald Reagan el presidente del que se decía que no era capaz de caminar y mascar chicle a la vez por su incapacidad de hacer dos tareas a la vez, por simples que fuesen. La revista Nature acaba de recordar esa frase ya proverbial —la de andar masticando, aunque sin referencia alguna a Reagan—, en un comentario publicado en su sección semanal de las investigaciones destacadas que se refiere al artículo publicado por el equipo de Jessica Selinger de la Queen’s University de Kingston (Canada) cuya primera firmante es Megan MacAllister.

Como es harto sabido, el desplazamiento por medio de la bipedia es el rasgo esencial en la evolución humana, el único que comparten todas las especies que forman parte de nuestro linaje. La eficacia energética de la bipedia en desplazamientos largos debió ser la presión adaptativa que dotó de recursos para la supervivencia en la sabana a nuestros ancestros; unos recursos que se mantienen hoy en nuestra especie por más que muchos de nosotros, en especial en las sociedades industrializadas, tendamos al sedentarismo. MacAllister y colaboradores se plantearon analizar qué tipo de atención mental requiere la optimización energética de la marcha bípeda, es decir, tal y como indican de manera textual en su trabajo, si exige un procesamiento implícito (que ocurre de manera automática y con una mínima atención cognitiva), un procesamiento explícito (que tiene lugar de forma consciente, con una estrategia que exige atención) o ambos en combinación.

Para llevar a cabo su experimento, los autores obtuvieron datos de ocho sujetos adultos caminando por una cinta móvil mientras estaban equipados de un aparato ortopédico, de una especie de corsé en las extremidades inferiores que permitía aumentar la presión dificultando así la marcha. Una tarea distractora —escuchar sonidos y evaluar su tono— obligaba a los sujetos a concentrar su atención en estímulos ajenos a los cambios necesarios para adaptarse a las exigencias cambiantes de la marcha. El resultado obtenido por MacAllister y colaboradores indica que, incluso distraídos, los participantes cambiaban su paso optimizándolo para conseguir la mayor eficacia energética. Esa optimización era similar a la que habían detectado los autores en un experimento anterior en el que los participantes podían concentrarse de forma consciente en las necesidades de la marcha sin tarea distractora alguna.

Los experimentos del equipo de investigación de Selinger ponen de manifiesto que caminamos de manera automática, logrando la manera más eficiente de hacerlo sin necesidad de evaluar de forma consciente nuestra marcha. Dicho de otra forma, hasta Reagan podía a la vez caminar y mascar chicle. Aunque semejante automatismo no evita en absoluto los peligros de andar por la calle prestando toda nuestra atención al teléfono móvil.

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