Diario de Mallorca

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Andrés Lima Director y actor teatral

«El ‘shock’ del coronavirus lo aprovecharán los de siempre»

Llega a Mallorca para ofrecer un curso de interpretación para directores y actores en Peguera

«El teatro popular debe llegar desde las escuelas y ser pedagógico, educacional y didáctico»

El director de teatro Andrés Lima, ayer, en el Auditori de Peguera. Guillem Bosch

Andrés Lima (Madrid, 1961) afronta la conversación después de varias horas impartiendo un curso en Peguera. Responde a las preguntas reflexivo y tranquilo, como un conversador nato que utiliza las palabras y los gestos de forma precisa.

Viene a Mallorca por trabajo.

He venido a dar un curso de interpretación para actores [lo organiza la Associació d’Actors i Actrius Professionals de Balears] que también es útil para directores. Intento transmitir las herramientas que yo utilizo en la dirección de actores y en la construcción de personajes.

¿En el teatro son más importantes las preguntas o las respuestas?

Todo es importante, pero el teatro es un emisor de preguntas al espectador y a uno mismo cuando lo haces. Hay algo que te inquieta y quieres preguntarte sobre la condición humana o las relaciones sociales. Es bueno lanzar preguntas. Seguramente encontrarás algunas respuestas, otras seguirán sin estar claras, pero la inquietud de preguntar siempre ha sido muy positiva y teatral.

¿En sus trabajos siguen estando las mismas preguntas?

Sí, porque la pregunta sobre quién eres es constante. Si tus relaciones con los demás se basan en el amor o en la violencia. Eso te lleva a otras preguntas sobre cómo te organizas socialmente y de ahí viene lo político. Me interesa mucho la investigación sobre el pasado y el trabajo documental y memorístico sobre nuestra historia. De allí salen las preguntas sobre el futuro. El teatro es un arte que cuestiona la vida e intenta representarla. Es infinita la labor de intentar comprender mejor el mundo en el que vivimos. Sobre todo, para llevar una buena vida y hacer que la de los demás también lo sea.

Adaptó el libro La doctrina del shock de Naomi Klein para el teatro. ¿Qué aprendió?

Ha sido un trabajo muy bonito y un disfrute total dentro del teatro. Me surgían preguntas sobre el sistema capitalista en el que vivimos. Este libro me arrojó dudas, preguntas y descubrimientos. También sobre el uso de la violencia que el propio sistema ejerce sobre nosotros. Quería reflexionar sobre hasta qué punto somos responsables de estas situaciones que abarcan gran parte del siglo XX y el siglo XXI.

El texto habla sobre nosotros como individuos y como sociedad.

Cuestiona nuestra postura y nuestra manera de estar en el mundo. El avance del capitalismo del desastre o del neoliberalismo parte de un sistema violento. La doctrina del shock está basada en la sorpresa para desconcertar a los ciudadanos y poder someterles a determinadas medidas que hacen que el capitalismo aumente cada vez más su espectro. El impacto en Latinoamérica sentó las bases de esta manera de actuar. El libro ofrece un reflejo perverso porque te das cuenta de que, si no haces nada, estás apoyando ese sistema. La covid también puede ser un gran shock que acabarán aprovechando los mismos de siempre. Todo eso conforma una manera de vivir y organizarse en la tensión global, y la guerra está en el centro. Los tres grandes temas, el amor, la justicia y la muerte, están en este libro.

¿España vive su particular shock?

Sí, igual que todo el mundo. España ha tenido un acierto con respecto al teatro que no han tenido otros países. Aquí se ha continuado haciendo teatro porque ha habido una voluntad pública de seguir aguantando, porque las instituciones se han dado cuenta de que el teatro provoca el encuentro. El mayor peligro del aislamiento producido por la pandemia es el desencuentro, el que todo sea telemático, el contacto a distancia. Aunque el shock económico sí que ha sido importante y veremos cuáles son las consecuencias en los próximos años.

¿Sigue faltando una apuesta clara por el teatro infantil y juvenil?

Falta mucho. El teatro ha sobrevivido en los últimos años gracias a la red pública de teatros y el empuje de la gente que trabaja en ellos. Es una profesión realmente vocacional. Sería interesante que se ampliara el espectro. Nunca se ha realizado una política real sobre hacia dónde queremos que se dirija nuestro teatro. No me refiero a estilos o géneros, sino si queremos un teatro realmente popular. Trascender la costumbre española de hacer un teatro burgués, que es interesante y ha dado grandes obras, porque hay que ampliar el espectro. El teatro popular debe llegar desde las escuelas y debe haber una promoción potente. Tendemos a saltar las etapas de adolescencia y juventud. Eso no pasa en el cine. Parece que solamente existe un teatro para adultos. Necesitamos uno que sea pedagógico, educacional y didáctico.

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