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«Sin Mozart no hay puesta a punto»

«La Scala fue mi primer teatro importante y allí aprendí a trabajar mucho y a lidiar con el estrés», recuerda

Sabina Puértolas, cantante.

«Todos los cantantes deberían enfrentarse a Mozart y hacer un poco de barroco para saber si están en forma, para su puesta a punto», afirma Sabina Puértolas, una de las sopranos españolas más internacionales, aplaudida por sus interpretaciones de un amplio repertorio de bel canto y música barroca. La cantante zaragozana, que considera «un test» interpretar al genio de Salzburgo, actuará en Palma, en el Palau de Congressos, el próximo día 25, en el marco del 3r Festival MallorcÒpera.

Acompañada al piano por Francesc Blanco, Puértolas señala que ejecutará «un programa que incluye algunas de las arias que han marcado mi carrera», y del que sobresalen nombres como los de Händel, Mozart, Bellini y Rossini, «y también canción española y zarzuela», a través de composiciones de Chapí y Granados, entre otros.

Reconocida por sus papeles de Marie (La fille du régiment, Donizetti), Gilda (Rigoletto, Verdi), Amina (La sonnambula, Bellini), Susanna (Le nozze di Figaro, Mozart), Adina (L’elisir d’amore, Donizetti), Rossina (Il barbiere di Siviglia, Rossini), Poppea (L’incoronazione di Poppea, Monteverdi) o Rodelinda (Rodelinda, Händel), roles que ha encarnado en teatros como la Royal Opera House de Londres, el Real de Madrid, el Liceo de Barcelona, el Teatro Municipal de Santiago de Chile, la Ópera de Seattle o el Centro Nacional de Artes Escénicas de Beijing, reconoce que no hay un papel en concreto que le haya convertido en mejor cantante, sino que «todo ha sido una mezcla, he crecido con todo lo que he interpretado y con los grandes directores que me han dirigido», como David Curtis, Christophe Rousset, Alain Guingal, Gianluca Capuano, Jesús López-Cobos, Paolo Arrivabeni o Antonino Fogliani, entre otros. Siempre paciente, la intérprete aragonesa trata de no modificar su repertorio y evita los papeles «más pesados» sabedora de que no serán «saludables para mi voz».

«Intento cantar cada día mejor y disfrutar con cada actuación, cada momento. La del cantante es una vida muy dura pero yo soy feliz encima de un escenario», confiesa.

La pandemia ha alterado su agenda y su vida profesional, aunque ha tenido que superar los obstáculos y adaptarse a las restricciones. «Los primeros conciertos fueron un shock, como también lo fue el ensayar con mascarilla, con la dificultad que eso conlleva a la hora de respirar, pero era la única forma de sacar adelante los proyectos», asegura.

Discípula de Victoria de los Ángeles, recuerda que fue esta gran soprano quien le ayudó a descubrir «lo que quería hacer en mi vida». Tampoco olvida, entre sus grandes hitos, su debut en La Scala, bajo la dirección de Riccardo Muti. «Fue mi primer teatro importante, y allí aprendí a trabajar duro y a lidiar con el estrés».

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