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Un ecomuseo para conservar la memoria y el entorno de Cala Gamba

El Club Náutico es pionero en lanzar un proyecto cultural y medioambiental que dará a conocer la historia de la zona, que surgió en torno a los ‘trencadors de marès’

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Un ecomuseo para conservar la memoria y el entorno de Cala Gamba. Guillem Bosch

Cuando la identidad de un territorio corre peligro, suelen surgir iniciativas culturales que buscan reafirmarla y además difundirla. En Mallorca, por ejemplo, la globalización, el rendimiento y el lucro han irrumpido con tal fuerza en los entornos náuticos que cada vez se parecen menos a los que frecuentaban los mallorquines de antaño. En este sentido, el Club Náutico de Cala Gamba es un espacio de resistencia que con un proyecto sencillo tratará de conservar la propia memoria y el entorno. La propuesta en concreto es la de concebir un ecomuseo marítimo.

«Nosotros no tenemos una colección propia de elementos patrimoniales, pero sí es este un punto de encuentro de barcas tradicionales de Mallorca, como llaüts, bots, gussis o pasteres», explica a este diario Bernat Oliver, arqueólogo de formación y vocal de patrimonio marítimo de la directiva del Club Náutico de Cala Gamba. En el moll de la fusta, atraca de forma habitual una flota de vela latina que contará a partir del viernes (el mismo día que se presenta la XXV Diada de Vela Llatina) con placas explicativas y códigos QR para quienes deseen conocer más detalles de la vida de estas joyas artesanales que ya son excepción en la costa mallorquina. En el recorrido, también se hará una explicación del Club y, aprovechando la presencia de un busto de mestre Jaume, se descubrirá al visitante quién fue el primer marinero de las instalaciones.

El ecomuseo, que se llama así porque se extiende al territorio y a los espacios abiertos, habilitará también una sala donde se explicará mediante paneles la historia del club, de la vela latina, del Carnatge, del islote de na Galera, de la Torre den Pau, de los pescadores o de los trencadors de marès, que son un poco el germen de todo. «En el Coll den Rebassa vivían los trencadors de las canteras que hay aquí detrás. Con esas piedras se construyó aquí. Eran gente obrera que tenía barcas pequeñas», comenta Oliver. «Lo que pretendemos es mirar el territorio y la sociedad, y explicar la relación del hombre con este entorno a lo largo del tiempo», señala.

Geográficamente, el ecomuseo tiene unos límites: desde el yacimiento púnico de na Galera hasta el Torrent Gros. «Piensa que también está Es Carnatge, que es una zona de interés geológico y paleontológico del pleistoceno superior», cuenta el historiador. La idea es poder organizar con el tiempo rutas culturales por todos estos espacios. «Incluso hay restos de dos llenegadors y quedan dos escars», desvela. «La toponimia es también otro aspecto en el que se trabaja», agrega Oliver, que cita la labor de asesoría prestada por el investigador Pere Galiana para armar todo el discurso histórico.

Otra de las patas del ecomuseo, que cuenta con los recursos propios de un club sin ánimo de lucro, es la escuela de vela latina del club y la creación de la sección de remo tradicional, ambas en marcha. Y también las actividades culturales y educativas que girarán en torno a todo el discurso del espacio. En este punto, la educación medioambiental será uno de los objetivos del proyecto. También está previsto la organización de rutas en barco por la zona para dar a conocer el ecosistema.

«El ecomuseo es en realidad un modelo de gestión para poner en valor una identidad y dignificar la memoria de este territorio», concluye Oliver.

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