Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Lecturas de tumbona | Los asquerosos

Los asquerosos, de Santiago Lorenzo

La última novela de Santiago Lorenzo pertenece a mi subgénero favorito: el de las historias que recrean el tópico literario del Beatus ille (Dichoso aquel). Para aquellos lectores que lo desconozcan, la nostalgia de una vida sencilla lejos de la sociedad y sus afanes es uno de los temas literarios más celebrados por los escritores de todos los tiempos desde que fue formulado por los poetas romanos Horacio y Virgilio en el siglo I aC.  

Los asquerosos cuenta la historia de un tipo que se ve envuelto en un altercado con la policía y, llevado por el pánico, decide ocultarse en una casa abandonada en mitad de la España vacía para huir de un posible juicio por homicidio. Una vez allí refunda su vida, establece sus normas, controla su economía y se va convirtiendo en un ser libre, cada vez más asilvestrado y cada vez más feliz. 

Los asquerosos de Santiago Lorenzo

Los asquerosos de Santiago Lorenzo

Las referencias a Robinson Crusoe son inevitables, pero este género engloba cualquier libro que trate de un señor o una señora que, harto de soportar a sus semejantes y aburrido de adaptarse a unas normas que detesta, un buen día lía el petate y se recoge en un chamizo, caserío o cueva a la manera de Ramón Llull en el Puig de Randa. Otra variación es la del que opta por romper con su vida anterior y echarse a los caminos ¡Cómo me relajan esas novelas! Cada tanto releo con deleite La ciudad y las sierras, de Eça de Queirós, o Siddharta, de Herman Hesse, o Nazarín, de Pérez Galdós, y me imagino que un día seguiré su ejemplo: me compraré dos chándals, tiraré el móvil a la dársena de Can Barbarà y me marcharé al campo a contemplar cómo crecen los pepinos. 

O haré como Alonso Quijano: me inventaré un mundo paralelo, una realidad a mi medida y una mañana, de esas calurosas del mes de julio, saldré de mi casa y sentiré grandísimo contento de dejar atrás al ama y a la sobrina, las lentejas de los viernes y mi vellorí de lo más fino. 

Compartir el artículo

stats