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Sebastián Pons: «Lo vanguardista ahora es ser local»

Recupera telas antiguas y técnicas de costura tradicionales

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El diseñador Sebastián Pons presenta sus nuevos diseños Manu Mielniezuk

«En los pueblos mallorquines, cuando uno tiene confianza con alguien y la puerta principal de la casa está cerrada, es costumbre decirle: Entra por sa portassa». Lo cuenta el diseñador internacional de moda Sebastián Pons, que a partir de este sábado y hasta final de agosto abrirá de par en par la robusta puerta de madera de su vivienda, taller y showroom en s’Alqueria Blanca (Santanyí). El antiguo establo en la plaza des Cup, donde se conserva intacto el bebedero de caballos, mostrará gran parte de la nueva colección de su firma de ropa, Muchache. El resto de las 60 piezas de Aimar Quiscú II, que quiere decir «amar a alguien» en mallorquín antiguo, se distribuirán por otras estancias de la llamada Ca s’Escolà.

El hogar de los antepasados del diseñador, documentado desde el siglo XVIII, acoge esta colección en un guiño a la herencia familiar que encontró en el canterano de su abuelo Sebastià Pons Vidal y el baúl de su bisabuelo Pere Benet, situado en la entrada de la casa. «Allí estaba el ajuar de nuviances, con un enorme valor sentimental por lo que significa y telas de una gran calidad, de algodón puro, que hoy día no existe», destaca. Pero no es el único material de este tipo que ha utilizado para sus nuevos patrones. «Cuando acabé la primera colección de Aimar Quiscú y la presenté el pasado año, me llamaron varias personas para contarme que tenían cajas llenas de telas y prendas antiguas que habían heredado y querían dármelas, porque les daba apuro tirarlas y se quedaban tranquilas si yo las aprovechaba».

Sebastián Pons: «Lo vanguardista ahora es ser local»

Sebastián Pons: «Lo vanguardista ahora es ser local»

Así es como Pons acabó con una furgoneta frente a la portassa con materia prima suficiente para sus nuevas creaciones. «En la isla no hay producción textil, excepto las telas de llengües, pero tenemos stock de ajuares y ropa antigua con un gran valor». Recuerda que «había piezas de hace un siglo o más y llevaban guardadas 80 años en un cajón. Estaban aletargadas, nadie hubiera pagado dos duros por ellas, aunque con agua, jabón y blanqueante han revivido y mira en qué se han convertido», dice al mostrar unas bermudas unisex, igual que el resto de ropa, de ahí el nombre de Muchache.

«Comprar ropa cada poco tiempo es totalmente erróneo y el cambio climático nos dice: Peligro, peligro»

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Los agujeros para una lazada trasera han sido creados por su hermana, Conxa Pons, tal como se hacían antaño. Consultó a su tía y adquirió un punzón especial con el fin de dar continuidad a una técnica casi en desuso. Ella y la madre, Magdalena Bennàssar, además de Biel Modino, Pia Vogt y otros profesionales conforman el equipo de la firma de moda de Sebastián Pons. «El proyecto es completamente local, incluida la producción, y rescata el pasado para otorgarle una segunda vida». Después de una gran formación y experiencia en el extranjero con diseñadores tan reconocidos como Alexander McQueen, y en busca siempre de la vanguardia en la moda, asegura que «ahora lo vanguardista es ser local».

Pons lamenta que siga vigente el concepto fast fashion, es decir, comprar y tirar al poco tiempo, «un planteamiento totalmente erróneo pero al que nos hemos acostumbrado, pese a que está aquí encima el cambio climático y no para de decirnos: Danger, danger, hay que desacelerar». Y vuelve a ser innovador al crear una colección que dura tanto tiempo. «Que desarrolles una misma temática durante un año no se contempla en el mundo de la moda. Cada seis meses, como máximo, tienes que proponer ideas, telas y colores nuevos». En cambio, Aimar Quiscú I y II hacen «antropología de la moda». En la primera colección, creada el año pasado durante y después del confinamiento, rendía homenaje a la ropa de la payesía tradicional mallorquina inspirado en el libro titulado Mallorca: Imatge fotogràfica i etnografia, del archivo de Josep Pons Frau. «Hay más libros de recetas antiguas que de fotos de trajes populares, por lo que el valor de estas imágenes, cuando apenas había gente con cámaras fotográficas, es incalculable y fue el detonante de la colección». La segunda parte llegó del ajuar de nuviances familiar y tanto una como otra dan a entender que la ropa «puede ser eterna».

«Con ‘Aimar Quiscú’ hago antropología de la moda para crear piezas de kilómetro cero e inclusivas»

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El diseñador matiza que «no se trata solo de la prenda en sí, sino del concepto de kilómetro cero, las técnicas artesanales, las piezas únicas y la inclusión de la moda en todas las capas sociales, que sea democrática y abierta a todo el mundo», como las puertas de su casa durante estos días. En el futuro tiene la intención de salir al extranjero para comercializar la colección, aunque por ahora es una simple idea, ya que primero quiere dar a conocer en la isla la segunda parte de Aimar Quiscú, donde la «psicología de las telas» juega un importante papel. Y lo explica: «¿Por qué podemos decir que una tela es mallorquina? Tal vez por los colores difuminados, no estridentes, sin destacar, sino mimetizándose con el entorno, como el carácter mallorquín», se responde. Aplaude que las nuevas generaciones y los artistas locales «comiencen a apreciar nuestra identidad, aunque hay que hacer más comunidad», concluye quien ha puesto su granito de arena para que lo local sea vanguardia.

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