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El regreso del 'quinqui sound'

El director mallorquín Daniel Monzón (sentado, en el centro), flanqueado por los Derby Motoreta’s Burrito Kachimba. | FERRAN NADEU

En la portada del primer elepé del grupo sevillano Derby Motoreta’s Burrito Kachimba, de 2019, aparece la trasera de un Seat 131 L, el turismo que a finales de los años 70 tomó el relevo del 1430 y el 124 como el automóvil de fabricación nacional popular pero elegante por antonomasia. El 131 fue una pieza codiciada por los jóvenes ladrones de coches de la época, esos delincuentes de alarmante precocidad criados en barrios de aluvión a los que se dio en llamar quinquis. Por edad, los componentes de Derby Motoreta’s Burrito Kachimba (en adelante, DMBK) no convivieron con ese universo de atracos a punta de navaja, peleas en descampados, Lois ajustadísimos, melenas con la raya en medio, tiroteos y muertes por sobredosis, pero han abrazado gustosos algunos de los referentes estéticos de aquel periodo hasta el punto de etiquetar su propia música (una explosiva mezcla de ingredientes en la que lo mismo caben Triana y la psicodelia turca, el flamenco y Pink Floyd) como kinkidelia.

Heroína los calis

«Eso salió en el local -explica José Manuel Cabrera, alias Gringo, guitarrista de la banda-. Cuando escuchábamos las cosas que grabábamos con el móvil nos sonaba todo muy cafre y empezamos a decir: «Tío esto es muy quinqui». Al final nos quedamos con la palabra para vestir el proyecto, porque cafredelia no sonaba tan guay».

Las conexiones de DMBK con ese fenómeno quinqui que puso el contrapunto sórdido a la España de la transición van más allá de la mera etiqueta. Lo prueba el vídeo de su primer single, El salto del gitano, en el que reciclaron imágenes de la película Navajeros (1980), de Eloy de la Iglesia. «Es una historia que tenemos muy interiorizada, no es algo que hayamos adoptado desde la impostura», asegura Gringo. Y, señalando al cantante Miguel García, alias Dandy Piranha, añade: «Este nota viste así todos los días». Dandy, melena rizada, camiseta imperio y pantalones acampanados azul claro, sonríe: «Y casi no me pegan».

Girona, 1978

En otoño de 2020, mientras DMBK ultimaba su segundo elepé, Hilo negro, el cineasta mallorquín Daniel Monzón (Celda 211, El Niño) andaba enfrascado en la producción de Las leyes de la frontera, adaptación de la novela de Javier Cercas que retrata un triángulo amoroso en una pandilla de quinquis de la Girona de 1978. La película, explica Monzón, «recrea todo aquel mundo desde una perspectiva contemporánea porque se plantea a partir del recuerdo de uno de los protagonistas». El director quería que la música tuviera ese mismo acercamiento y buscaba un grupo actual que pudiera encajar en esa idea. «Entonces, el supervisor musical, Juan Ibáñez, me habló de Derby Motoreta’s Burrito Kachimba, a los que yo no conocía. Solo con oír ese nombre se me erizó el pelo».

El resultado ha sido, como dicen los anglosajones, una unión hecha en el cielo. Monzón encargó en principio a DMBK una canción original para incluirla en el filme, pero en las primeras conversaciones con el grupo quedó tan entusiasmado que antes de escuchar una sola nota ya se animó a pedirles una banda sonora completa. «Fue una cuestión de feeling, enseguida noté que era lo que había que hacer -dice el cineasta-. Y no veas qué musicón ha salido».

Un «musicón» que, junto con la película (cuyo estreno está previsto para el 8 de octubre), parece llamado a reavivar la llama del quinqui sound, esa amalgama de rumba carcelaria, rock aflamencado y balada calorra que impuso su ley en los radiocasetes de los barrios del extrarradio a finales de los 70 y principios de los 80 y que hoy asociamos a los títulos señeros del cine quinqui de esos años, de Perros callejeros a Deprisa, deprisa.

«La música que han hecho los DMBK tiene ese saborcillo a Chichos y a Chunguitos, pero también una cosa más rock que aparece poco en las películas de la época», destaca Monzón. «Sin estar anclada en el pasado, la música recupera aromas y elementos que huelen a antiguo -tercia Gringo-. Ha sido un ejercicio muy interesante».

Es un ejercicio en el que el grupo sevillano se ha sentido cómodo porque todos esos sonidos que ahora recuperan forman parte de su bagaje artístico y, sobre todo, de su memoria personal. «Si has nacido en España, es más fácil que de niño tu padre pusiera en el coche Las Grecas que Thelonious Monk -explica el guitarrista-. En nuestras casas lo mismo sonaban Las Grecas que Pink Floyd, Triana, Los Chichos y Supertramp». Esa apelación a la memoria personal y a la tradición, añaden, está también muy presente en la propuesta de estrellas de la llamada música urbana como Rosalía o C Tangana.

Del quinqui al trap

Al hilo de esta última reflexión, el baterista Tony Picante, alias Papi Pachuli, subraya la conexión que existe entre los quinquis del pasado y la escena trap actual, algo que ya intuyó el festival Primavera Sound cuando en 2016 propició un encuentro entre Los Chichos y PXXR GVNG. «Nosotros llevamos estas pintas pero somos tela de responsables -señala Tony-. Los que tienen hoy ese espíritu punky del quinqui son los traperos. Ellos sí te la pueden liar en plan macarra».

Dandy Piranha abunda en el paralelismo y amplía el foco con lucidez. «Existe también una conexión muy importante entre esa época y esta. Tenemos unos problemas económicos y de falta de expectativas como no se veían desde hace 40 años. Vivimos en un momento de cambio social superimportante, con la revolución sexual, la revolución feminista, y al mismo tiempo hay un auge del conservadurismo y del fascismo, y siempre que ocurre eso se origina, por reacción, una contracultura. Esto es lo que pasó en la Transición y lo que está pasando ahora, con los traperos y con un montón de manifestaciones artísticas de las que creo que formamos parte».

Además de la música original de DMBK, la banda sonora de Las leyes de la frontera incluirá una «desgarradora» balada rumbera de Lin Cortés (en la estela del Me quedo contigo de Deprisa, deprisa, apunta Monzón), así como canciones de Las Grecas, Los Chichos, El Pelos, Smash, Los Canarios… Todo ello formará parte de un disco que los DMBK están preparando a la manera de las bandas sonoras de Tarantino, con fragmentos de diálogo y efectos de sonido intercalados. «Va a ser algo antológico, va a volar», augura el director. Será la piedra de toque de ese revival del quinqui sound que está a la vuelta de la esquina.

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