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El gallinero | La importancia de ser Peter Brook

De un taller prepandémico en el teatro que gestionan en París sacaron Peter Brook y Marie-Helène Estienne una nueva versión de La tempestad shakespeariana, espiritual y poética y explicada sin prisa alguna, sin espasmos ni sobreactuaciones. Casi es pedagógico el tono de la pieza y, aunque se supone que al director de escena de referencia se le debe perdonar todo, también tedioso hasta que salen a escena los gemelos Maniglio, bufonescos, arlequinados y muy frescos.

No deja hueco alguno la pieza a la interpretación. Y la parsimonia que se le imprime a la mayor parte del montaje deviene precipitación en la resolución del conflicto en forma de venganza-perdón. Con todo, Brook es siempre puro teatro, respeto por el oficio, interpretaciones precisas y sencillez escénica al servicio del texto. Tempest Project se ha podido ver en el festival Fila U del Principal de Palma, que desde hace un par de años ha decidido felizmente que el verano también sirve para los productos de calidad.

Y de la investigación surge el nuevo proyecto de la Iguana para celebrar, de paso, el 35 aniversario de la compañía. Aina Salom, Carme Planells y Pere Fullana (también en la dirección) con Marina Nicolau, Irene Soler y Salvador Oliva en escena indagan sobre los xuetes, caso particular y único de una estigmatización absurda, imposible de comprender sin pararse a pensar por un momento en la idiosincrasia mallorquina.

Fils de vida se vehicula a través de tres relatos: nostálgico y duro el primero, hiperbólico y más actual el segundo (impresionante Nicolau) y en clave de humor y homenaje el tercero. Me resultaron reveladoras las tres historias, aunque en algún momento me faltó emoción y quizá se le podría sacar más partido a esa escenografía tan sugerente. Me quedé con ganas de saber más (quizá en un montaje más completo sobre el mismo tema que está por llegar).

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