Diario de Mallorca

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Entrevista
Lucas Macías Oboísta y director de orquesta

«Pasar de un instrumento a la dirección es pasar de leer en horizontal a leer en vertical»

«Los jóvenes españoles nada tienen que envidiar a los alemanes o franceses, hay un gran nivel de enseñanza en conservatorios y escuelas»

El director de orquesta y oboísta Lucas Macías. |

El oboísta y director de orquesta español dirige a la Simfònica esta noche con un programa en el que se interpretará un ‘Concierto para oboe’ de Bach y la ‘Noche Transfigurada’ de Schönberg, una de las obras clave del siglo XX.

¿Cómo llegó usted al oboe?

No fue una elección mía, en principio, sino de mis padres. Ellos, después de ver la película Anónimo veneciano, quedaron prendados del sonido de ese instrumento pues en la banda sonora suena el Concierto de Marcello. Yo en principio prefería el violín o la flauta, pero al insistir mis padres lo probé y ya no volví atrás.

Y llega a la Orquesta del Royal Concertgebouw de Amsterdam como solista.

Sí, tuve mucha suerte. Llegué a aquella mítica formación en una época dorada a la que le llevó la dirección de Maris Jansons, llegando incluso a ser calificada como la mejor orquesta del mundo por la revista Gramophon. Fue una suerte estar ahí en aquel momento.

¿Y qué me dice de su maestro Heinz Holliger?

Holliger para mí lo fue todo, como músico, como oboísta y como filosofía de vida. Holliger me enseñó a estar al servicio de la música, no solamente del instrumento. Recuerdo sus clases y siempre las llevaré en mi corazón como lección de vida. Holliger cambió la idea y el rumbo del oboe, lo desarrolló e invitó a compositores contemporáneos, como Ligeti o Beria a que escribieran para él.

Y luego pasa del atril de solista al podio de director.

Así fue, básicamente porque me gusta más la música en sí que el instrumento. Me gusta la música como elemento global, no como un individuo que toca una partitura sino como uno que enlaza las múltiples voces. La dirección de orquesta me libera de la presión de tocar solamente una melodía para establecer contacto con toda la obra. Le debo mucho al oboe, pero tiene limitaciones.

¿Qué compositores han entendido mejor ese instrumento?

Los barrocos como Bach, Marcello o Albinoni son fundamentales, pero ya más cerca de nosotros, sin duda, Ravel, Strauss y Mahler. El primero en La Tombeau de Couperin, el segundo en su Concierto y algunos Poemas Sinfónicos y Mahler en la Cuarta Sinfonía. Strauss y Mahler diferían en el tipo de instrumento a utilizar, para el primero el mejor sonido era el del oboe francés, en cambio Mahler prefería el oboe vienés, por su timbre y su dulzura.

«En principio prefería el violín o la flauta, pero al insistir mis padres probé el oboe y ya no volví atrás»

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¿Qué representó Claudio Abbado a la hora de pasar de tocar a dirigir?

Trabajé con él once años y durante este tiempo fue cuando creció mi interés por la dirección. Él era reacio a hablar del tema, pero una vez que conseguí algunos consejos me comentó que lo más importante para un director no es la técnica, que debe ser aceptable, naturalmente, pero lo más decisivo es conocer bien la partitura. Para una buena dirección lo elemental es saberse la partitura, conocerla. Por mucha técnica, si no conoces la obra en su totalidad no serás nunca un buen director de orquesta. Pasar de un instrumento a la dirección es pasar de leer en horizontal a leer en vertical.

Es director artístico de varias orquestas, ¿sigue practicando el oboe?

Sigo estudiando, pero sobre todo cuando tengo algún concierto de solista a la vista. Mi trabajo de cada día es el de director.

He leído comentarios que lo sitúan a usted como «uno de los músicos más completos que han salido de España en mucho tiempo».

No lo creo así, pero es cierto que en España hay muy buenos profesionales. Lo puedo comprobar en mis clases en Friburgo, los jóvenes españoles nada tienen que envidiar a los alemanes o franceses. Hay un gran nivel de enseñanza de la música, en conservatorios y escuelas privadas. Cuando llegué, de joven, a la Gustav Mahler Orquesta éramos cuatro o cinco músicos de aquí, ahora son más de veinte.

Como director debutó en un teatro mítico, Colón de Buenos Aires.

Fue un golpe de suerte. Yo había tocado allí como solista y al dejar la orquesta del Concertgebouw y querer empezar carrera como director me ofrecieron dirigir allí a la Joven Academia. Me estrené con Schubert y su llamada Sinfonía Trágica. Un golpe de fortuna, sin duda.

Para el concierto en Mallorca ha elegido La noche transfigurada y hace unos meses dirigió Metamorfosis de Strauss, siempre he pensado que tienen algo en común esas partituras.

Cierto, La noche transfigurada es una de las mayores obras de arte de toda la historia de la música. Las dos tienen ese tono nostálgico, romántico, que nos indica que la música puede ir en muchas direcciones. Schönberg retocó la partitura en los años cuarenta del siglo pasado y Strauss escribió la suya en la misma época, una época que me fascina.

¿Cómo fue la elección del programa con la Simfònica: Grieg, Bach y Schönberg?

Fue, principalmente, una idea de Pablo Mielgo, que supo que hacía este programa en Portugal y me sugirió hacerlo aquí el año pasado. Pasó lo que pasó y lo retrasamos hasta ahora. He de decir que es un gusto tocar aquí. Me encanta la isla, vengo a menudo con mi familia a Banyalbufar o Deià, y ahora tengo la suerte de poder hacer música aquí. Es como volver a casa.

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