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Patricia Jacas Bibliotecaria y actriz, interpreta el monólogo ‘Si alguien me hubiera dicho’, de Eduardo Mendoza

«Estar a la altura de un texto de Mendoza da responsabilidad»

Patricia Jacas (Barcelona, 1969) inició una carrera de actriz de monólogos tras una dilatada experiencia como bibliotecaria del Archivo Histórico de Barcelona. Esta semana ha traído a Can Vivot la pieza ‘Si alguien me hubiera dicho’, expresamente escrita para ella por Eduardo Mendoza

Patricia Jacas B. Ramon

Para que se haga cargo del tipo de entrevista: «¿Interpreta monólogos porque no se aguanta?»

Quizás porque nadie me aguanta a mí. Los hago porque solo cuento conmigo misma, y tengo que espabilarme. Me encantaría formar parte de una compañía teatral, nunca me lo han propuesto.

Interpreta a una «cantante de medio pelo y en decadencia».

Se sobreentiende que hace tiempo que no pisa un escenario. Se encuentra en el camerino, o mejor en un vestuario de polideportivo, con su guitarrista. Hablan de lo divino, de lo humano y de lo infernal.

¿En quién se ha inspirado?

En alguna cosa he pensado en Adriana Varela, una cantante de tangos con mucha fuerza y genio. O en una Núria Feliu que hace años que no trabaja, y de repente la llaman y vuelve. O en Guillermina Motta, a la que admiro profundamente.

Si el autor es Eduardo Mendoza, la intérprete queda eclipsada.

Espero que no, que sirva de gancho. Estar a la altura de un texto de Eduardo Mendoza te da responsabilidad. Lo escribió para mí, nos conocemos desde hace tiempo. Y las canciones son mías, tanto la música como la letra.

¿Qué ha aprendido de Mendoza en voz alta?

Ha creado un texto con bastante mala uva. No solo por lo que dice, sino por cómo está escrito. Son frases muy cortas y repetitivas, con pequeñas variaciones. Se parece al lenguaje hablado, y es más difícil de memorizar que un discurso teatralizado.

¿Y qué ha aprendido de Mendoza en voz baja?

Somos amigos, y en todo este tiempo sigue siendo igual de cariñoso, simpático y señor. No ha cambiado.

Si alguien me hubiera dicho...

...que estaría haciendo un monólogo de Eduardo Mendoza en el palacio de Can Vivot, no lo hubiera creído, ni siquiera hace dos años. También fue muy chulo interpretarlo en el Círculo de Bellas Artes.

Algo habrá que decir de Raffaella Carrà.

Qué pena me ha dado que se muriera. Era una maravilla de mujer, con carácter, simpatía, destreza, era buenísima. No tengo reparo en decir que me gustaba.

¿Actriz autodidacta significa que no se aguanta a sí misma?

Es una cuestión de posibilidad. Tengo otro trabajo, tengo una edad, y no voy a matricularme en el Institut del Teatre. Ya no es mi momento, pero siempre estoy dispuesta a aprender y en Si alguien me hubiera dicho estoy dirigida por la dramaturga Martina Cabanas, que ya dirigió a Albert Boadella en su último monólogo.

¿Qué dice Arcadi Espada de todo esto?

Él está encantado de que yo actúe, y me ha empujado a que sea feliz. Me ha apoyado.

Un monólogo de Arcadi Espada haría ruido.

Es periodista, nunca ha hablado de escribir ficción. A ver si algún día se decide, espero ser la primera en saberlo y en representar su texto.

¿Aceptaría usted la llegada de la gloria?

Por supuesto, y miente quien diga lo contrario, pero no lucho para esto. Percibo que dicen que «vamos a ver a Patricia porque nos gusta» pero, si son miles en vez de cientos, mejor. No es falsa modestia, me gusta gustar.

Jalea a Els Joglars, no hace falta preguntarle por el ‘procés’.

Es un rollo del que estamos hasta las mismísimas narices. Seguro que esto lo comparten incluso los que están a favor del procés, que no es mi caso.

He visto muchas fotos de sus piernas.

Ah, amigo, porque en el anterior monólogo interpretaba a una rusa echada palante, y me vestí con una minifalda un poco exagerada, como imaginamos muchas veces a estas rusas. Porque las piernas no estaban mal, ¿no?

Al contrario, excelentes.

Corro mucho para que estén presentables, son el fruto de ese esfuerzo. Estoy encantada de comentarlo, pero ya sabes que estás a punto de cometer un crimen, si escribes esto es posible que te lleven a la cárcel.

Nos arriesgaremos, y no es por insistir, pero no ha traído a Mendoza a Mallorca.

Lo he intentado, pero Eduardo siempre está ocupado con ochenta mil cosas. No ha podido darse un baño en estas aguas maravillosas, él se lo pierde.

¿Nos tomamos demasiado en serio?

A veces nos tendríamos que tomar un poco más en serio, así no perderíamos tanto el tiempo y viviríamos más intensamente.

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