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La pureza esencial de Andreu Maimó

Un libro recoge la trayectoria del conocido como el pintor de las higueras, aunque su obra «realista y simbólica» va más allá

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La pureza esencial de Andreu Maimó

«Un hombre conduce por una carretera secundaria de Mallorca, a las afueras de Felanitx. Aparca en el margen de un camino y baja con todos los enseres del oficio de pintor. Salta un marge, entra en una finca, avanza entre los surcos. Se coloca delante de una higuera. Metódico, tranquilo, paciente, deja en tierra la caja de pinceles, despliega el caballete y cuelga un lienzo ya comenzado. Y mira. Y espera». Así finaliza, tal como se inicia, Andreu Maimó, un home que pinta, recién publicado tras horas de charlas entre el artista y Pere Antoni Pons y fotografías de Jean Marie del Moral, reconocido por sus retratos a pintores. El que protagoniza este perfil literario suele ser llamado «el pintor de las higueras», pero su obra durante más de 60 años va mucho más allá y ahora este libro recoge toda la trayectoria vital y profesional de su pureza esencial. [Vea aquí la galería].

Un hombre que pinta es una manera de decir que «tiene una relación muy viva y muy limpia con la realidad, la creatividad y el arte. Sin florituras. Es un artista puro, que desarrolla los géneros clásicos de toda la vida, retrato, bodegón y paisajismo, aunque de forma moderna y aportando su particular visión», en palabras de Pons. «Reconoces una paloma, un limón o un árbol, con la gran virtud de que tienen atmósfera, un especial simbolismo que hace que digas que esas higueras son las de Andreu Maimó», añade el escritor. «Como todos los buenos artistas, personaliza lo que mira y reproduce, es decir, lo maimoniza».

El jardín de la casa-taller Can Vent, que le gustaría convertir en un museo, es parte del microcosmos en el que halla inspiración para plasmar su singular obra. Y también encuentra material para trabajar en los campos del entorno de Felanitx, los viñedos y demás frutales de los cultivos de la zona y en las rocas junto al faro del Cap de ses Salines. Para los retratos, se nutre de amigos y conocidos. «Es un hombre que nunca ha salido de este pequeño cosmos, pero a partir de ahí ha creado un estilo muy personal que puede interesar a amantes del arte de cualquier parte del mundo», como afirma el autor de Andreu Maimó, un home que pinta.

El libro, editado por Ensiola, también describe el contexto histórico y social de la vida del artista y analiza entre otras cosas por qué en las primeras décadas de su trayectoria no tuvo ningún reconocimiento. «Siempre ha ido a la suya, sin que le influyese que en los 70 prevalecía el arte conceptual y durante los 80, el neoexpresionismo. Siempre ha trabajado en función de una convicción muy personal de lo que quería pintar y esa manera singular de hacerlo no encajaba en las hegemonías estético intelectuales del momento».

La perseverancia y pasión del polifacético artista, que también crea cerámica, grabado y obra gráfica, están dando sus frutos, como refleja el texto publicado ahora. El colofón podría ser una retrospectiva para que no se quede con la etiqueta de «pintor de higueras» y si llega a cumplir su sueño del museo en Can Vent, lo conocerán las generaciones futuras. Pero mientras tanto él seguirá saltando marges para entrar en fincas y plantar allí su caballete entre los árboles.

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