Al final del pasillo entre piedras centenarias del baluarte de Santa Llúcia en Eivissa la diseñadora Charo Ruiz ríe, feliz y ya relajada, arropada por las modelos que acaban de lucir, sobre la pasarela Adlib 2021, sus creaciones (mangas abullonadas, bustiers, minifaldas con godets, transparencias, coloridos estampados y hasta un pantalón estilo pareo que se puede mover como los abanicos de Loko Mía). La modelo mallorquina Malena Costa la achucha mientras la creadora, que acaba de cerrar el desfile como invitada, anima a su nieta a sumarse a las ráfagas de fotos que les disparan. Minerva Portillo, que ha desfilado sólo para ella, es la que más ríe.

Hace sólo unos instantes que Charo, que ha seguido todos los pases lejos del público, sentada en la muralla, ha salido al escenario abrazada por Ana Vide y Portillo y los invitados, pocos (covid obliga), abandonan ya el baluarte topándose, por el camino, con algunos de los girasoles abandonados de las novias de Tony Bonet, prendas que este año ha creado al alimón con la histórica Melania Piris. Un ejército de Ceres coronadas de espigas. Capas. Cuellos que trepan por la nuca. Recogidos que juegan a ser polisones. Algún toque gris y algún toque negro en un atardecer de aniversario en el que el blanco lo fagocita prácticamente todo. Blanco. Algodón. Guipur. Voiles. Encaje. Crochet. Adlib cumple 50 reivindicando sus rasgos más característicos. La única que escapa, casi huye, a ese enraizamiento es Ariadna Ferrer, hacedora de K de Kose-Kose Privée, que llena la pasarela de divertida locura. Galeones que navegan en sombreros, capiteles jónicos que caen del cuello hasta las caderas, plumas que vencen la gravedad para convertirse en posidonia al aire, estrellas de mar flotando sobre los hombros... La línea entre complemento y vestido se difumina.

Si hubo tres personas que el sábado se lo pasaron bien en Adlib esas tres personas fueron Verónica Blume, Martina Klein y Vanesa Lorenzo. Las top de los 90 («mis rubias», las llamó la presentadora Nieves Álvarez) llegaron chispeantes y jacarandosas al photocall luciendo tres vestidos, bueno, dos vestidos y un mono, de Luis Ferrer, al que al final de la noche Álvarez dedicó unas sentidas palabras. Y un rato más tarde, mientras esperaban para desfilar, no dudaron en bromear con los fotógrafos, que se dividían entre enfocar sus cucamonas y a Olive, una de las primeras modelos de la pasarela ibicenca. «La pasarela es toda para ti», le dijo la presentadora. Y Olive desfiló con elegancia.