Poético de la película se debe al tratamiento de las imágenes. Uno de los responsables de las mismas es el mallorquín Blai Tomàs, recién premiado en Málaga con la Biznaga de Plata junto a su compañero Josep Maria Civit.

«Ésta es mi primera película como director de fotografía aunque llevo muchos años trabajando con Agustí, mi maestro en este oficio», cuenta. «Pienso que ha confiado en mí porque creía que yo iba a poder aportar una determinada estética a la película, una línea más poética y rara», explica. 

«La utilización del blanco y negro creo que ha sido un acierto», comenta Tomàs. «Porque le aporta lírica y acerca al espectador más a las emociones que a lo narrativo», considera. «Además, en algunas escenas hemos usado un blanco y negro muy contrastado. Agustí nos habló de una película, November, que era una cinta muy extraña que había utilizado infrarrojos. Tenía un blanco y negro muy especial», indica. Así, para El ventre del mar hay imágenes captadas en blanco y negro con luz de infrarrojos, «que resalta y acentúa por ejemplo la piel y el maquillaje», blanco y negro normal, color atenuado y «también tomas submarinas de las que me he encargado yo», explica. «Con toda esta fotografía creo que hemos buscado la crudeza y la fuerza poética de la historia», concluye.