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Paco Sordo: «Bruguera maltrató a sus autores, que malvivieron en la precariedad»

El dibujante gaditano llegó ayer a la Fira del Llibre de Palma con su primera novela gráfica, ‘El pacto’, un homenaje a Vázquez

El dibujante Paco Sordo, ayer, en Univers del Còmic, con un ejemplar de ‘El pacto’.

El dibujante, diseñador y animador Paco Sordo participa estos días en la Fira del Llibre con sesiones de firmas de su nuevo trabajo, El pacto. Una novela gráfica centrada en los primeros años de la editorial Bruguera que «mezcla realidad y ficción», a partir de los códigos estéticos de aquellas historietas. Su protagonista, Miguel Gorriaga, es un aspirante a dibujante en la Barcelona de los 50 que está dispuesto a todo con tal de conseguir hacerse profesional, incluso raptar al gran Vázquez y obligarle a hacer tebeos para él.

Sordo, que ayer estuvo firmando ejemplares de sus obras en el expositor que la librería Univers del Còmic (hoy repetirá experiencia, de 11 a 12.30 horas) tiene instalado en Es Born, confiesa que se encuentra cómodo en Mallorca, tierra de «grandes dibujantes, como Max, del que soy fan, por su forma de narrar, muy limpia, clara y con mensaje, y por su obra, de la que destacaría sus trabajos para El Víbora y Bardín el Superrealista», la serie de historietas que el doble Premio Nacional estrenó en 1997. «Estaré entretenido en la feria, porque además de firmar quiero comprar algunos libros, entre ellos Medea a la deriva, de Fermín Solís, y Us, de Sara Soler», cómic en el que la autora de Barbastro narra la experiencia de una pareja en la que una de las partes es transgénero.

La idea de El pacto hacía años que le rondaba la cabeza al dibujante gaditano, conocido por sus facetas de animador y diseñador para Nickelodeon, Ogilvy, ING Direct o Vodafone, y por sus series en la revista El Jueves y la digital Orgullo y satisfacción. «Fue a raíz de leer Los profesionales de Carlos Giménez cuando tuve esta idea. Siempre me han fascinado los cómics que cuentan cosas sobre la propia historia del cómic», reconoce. Y El pacto, en este sentido, es un filón, al centrarse en Bruguera, «el patrimonio cultural del que mamamos todos los de mi generación», subraya.

«Es mi primera novela gráfica, mi primer trabajo largo, por encima de las 40 páginas. El pacto tiene 112 y con ella he aprendido a enfrentarme a una historia, sin limitaciones. Lo más complejo ha sido el trabajo de documentación para saber cómo funcionaba Bruguera: un ejemplo de cómo no deben hacerse las cosas, por el trato a sus autores, que se hicieron muy populares pero que sufrieron la explotación y malvivieron en la precariedad. Lo de Bruguera fue muy injusto».

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