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Día Internacional de los Museos | ¿Deben hacer los museos activismo social?

Feminismo, ecología, LGTBI o migraciones son las cuestiones que marcan, y para algunos encorsetan, el discurso de los espacios de arte contemporáneo

¿Deben hacer los museos activismo social?

Un corsé dogmático, una responsabilidad o una tendencia que, simplemente, se irá diluyendo con el tiempo. Feminismo, ecología, migraciones y problemática LGTBI son las grandes cuestiones que hoy día marcan las líneas a seguir en los museos de arte contemporáneo. Diversas voces ligadas de una u otra manera al arte contemporáneo ofrecen su punto de vista sobre la idoneidad de llevar a estos espacios las problemáticas sociales y políticas.

Para Aina Bauçà, directora del Casal Solleric, los museos no pueden dejar de seguir esta líneas puesto que «forman parte del mundo contemporáneo». Para Bauçà, «los museos están buscando el camino para crear un vínculo socialmente importante y formar parte de la comunidad». Tratar estas problemáticas es, según este planteamiento, ineludible. «Son las líneas que tienen más potencia a nivel artístico y buena parte de los artistas de media y gran carrera trabajan en esto», apunta Bauçà. Sin embargo, aclara: «No pensamos que el artista tenga que cambiar su manera de trabajar y lo que quiere decir. Lo importante es que la propuesta tenga calidad artística», argumenta.

«Me gusta ver el museo como un de motor de distintas narrativas que puede explicar muchas cosas diferentes más que sea un museo dogmático», dice Enrique Juncosa. El que fuera director del Museo Irlandés de Arte Moderno y subdirector del IVAM y del Centro de Arte Reina Sofía, concibe como algo «limitador» el hecho de que los museos sean todos iguales: « En vez de haber talentos que inventan constantemente, hay una persona que inventa una cosa y todos los demás que le están copiando», reflexiona. Cree que la línea que domina ahora el discurso de los museos ha de ser «una más, no puede ser que sea excluyente». Opina que los museos tienen «cierto poder para apoyar cosas, pero el arte tiene una fuerza que sale sola. Los museos si presentan una visión sesgada de la realidad cometen un error. Tú puedes querer manipular la realidad, pero no la puedes cambiar», argumenta. En este sentido critica que «se ha colocado en los museos un tanto por ciento pequeño de la realidad, hay muchos artistas en España que siguen trabajando y que no hacen esto, como Cristina Iglesias, Jaume Plensa o Miquel Barceló».

Para el artista Rafa Forteza «la verdadera cultura es que no haya noticia, que no sea un acontecimiento, sino que sea el pulso. La cultura no ha de pegar gritos, ha de ser normal y esto es lo que no está ocurriendo. No hay que ir enganchándola con excusas de género o de movimientos». En opinión del artista, los museos locales «se ven como mundiales y quieren representar cosas que no pueden. Para mí es un continuo ridículo y digo esto porque en lo que más invierten es en el funcionamiento del propio museo. El presupuesto dedicado a contenido es irrisorio». Para el mallorquín, «la gran equivocación» es que «no han sido capaces, por los complejos que tienen, de dar fuerza a todo su potencial. Cuando voy a Escocia quiero ver lo que hace el artista de allí», reclama. Al tiempo, Forteza se pregunta: «Qué es lo que sale barato: los artistas emergentes, pero ¿conoces lo que se hace aquí? No esperes a que te lo traigan. Es una cuestión de actitud no de dinero», refiere.

El escritor y activista cultural Guillem Frontera reconoce que su idea de lo que tiene que ser un museo «es muy anticuada» y añade que «ha de ser la sociedad, una parte importante de la sociedad; lo que no sé es si esta es la manera y la respuesta al día a día se debería dar desde otras instancias», reflexiona.

«Yo no veo el arte dedicado a combatir o ponerse al lado de movimientos, creo que el arte nos da las herramientas para que lo que nos llega al campo emocional lo convirtamos en conocimiento, pero primero nos tiene que emocionar», opina Frontera.

Desde su perspectiva como comisario de arte, Biel Amer afirma que «los museos son espacios que responden a una realidad, están atentos a estos elementos pero en cierta manera hay un exceso y aquí en Balears, y en el resto de España, se decantan mucho hacia estas cuestiones». Añade que «hay una deriva sin atender a un proceso de calidad o de pervivencia de este tipo de obras», aunque matiza que «son situaciones que probablemente con el tiempo, no quiero decir que se superen, pero irán cambiando».

Una obligación y una responsabilidad. Así explica Imma Prieto, directora de Es Baluard Museu, por qué éste y otros centros deben tratar el feminismo, la ecología o las migraciones. Sin embargo, aclara que Es Baluard tiene unas líneas muy amplias, pero muy claras, en las que, de forma transversal se tocan los problemas epocales: «No estamos cerrados, los artistas hablan de la vida real y este presente tiene estas problemáticas», argumenta. A su entender, «Es Baluard está diversificado, lo que sí hay es un acento importante en que el material nos haga las preguntas pertinentes como ciudadanos. Un museo no puede trabajar con todo el mundo, tiene que apostar por una línea clara que interpele al máximo público posible». Prieto considera que está consiguiendo ser equitativa, aunque no niega que su línea tiene un enfoque socio-político.

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