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La Trenza y el club de lectura feminista de Drac Màgic, altavoces para las escritoras en Mallorca

El nuevo colectivo poético y el encuentro literario mensual ofrecen espacios para compartir creaciones de mujeres

El club de lectura feminista de la librería Drac Màgic antes de la pandemia. L. Alegret

Como las escritoras de Virginia Woolf en Una habitación propia, las poetas y lectoras feministas de Mallorca necesitaban un espacio en el que desarrollar sus intereses literarios ajenas a una tradición dominada por hombres. Para las trovadoras, este refugio empieza a abrirse con La Trenza, que en su primer recital poético presencial el pasado sábado congregó a un centenar de personas. El rincón de las amantes de los libros de mujeres se halla desde 2017 en la librería Drac Màgic. Comenzó como una extensión del club de lectura feminista La Tribu, pero ahora la veintena de inscritas en Palma vuelan solas e incluso en pleno confinamiento decidieron ampliar las charlas mensuales a una semanal a través de Zoom y se lo pasaron de fábula.

«Esos días eran un subidón, fue muy mágico. Lo tuvimos que organizar de otra manera, ya que al estar cerradas las librerías, no todas teníamos los mismos libros, por lo que cada una hablaba del que había elegido o de lo que se le pasara por la cabeza», cuenta la impulsora, la filóloga Annalisa Marí Pegrum. Los encuentros son de nuevo presenciales y con ellos deconstruyen el canon literario patriarcal casi sin pretenderlo, simplemente eligiendo lecturas de mujeres. «Cuando estudiaba, no me cuadraba que el 95% de los autores que nos enseñaban en la carrera fuesen hombres, y si iba a un recital de poesía, la mayoría también lo eran. Y encima más de uno decía que los escritores eran mejores que ellas. Todo eso hacía que me sintiese como un bicho raro», recuerda Marí.

«En los últimos años -añade- se ha incrementado el interés por hacer arqueología feminista para recuperar obras de autoras que habían sido descatalogadas o que ni siquiera estaban traducidas», por lo que poco a poco «se están redescubriendo escritoras y les están dando la voz que merecen», según aplaude la experta sobre la necesidad de desmontar el canon tradicional, «inculcado como si fuese la única realidad literaria».

El recital poético organizado por La Trenza el pasado 8 de mayo en el patio de la Misericòrdia. | S. LIEBAERT S. Libaert

Micros abiertos

Tras su primer recital de poesía, La Trenza organizará en junio una jornada de micros abiertos para que participe cualquier persona con poemas propios. La idea es ofrecer un evento al mes con el fin de «potenciar las voces femeninas en la poesía», en palabras de Sara Rivera, una de las impulsoras con Patricia Álvarez, Sandra Liebaert e Iris Luque. Todas ellas sentían que no tenían un espacio propio donde «compartir inquietudes e inseguridades ante una primera publicación o frente al micrófono, y crear una red de alianzas ante la necesidad de colectivizar», como resume Rivera. De ahí surgió este colectivo, «alejado de una visión patriarcal del circuito poético» y en el que las mujeres «se sientan representadas de forma inclusiva con todos aquellos que quieran participar», remarca.

La Trenza no solo parte de una visión feminista, sino «también genealógica», porque pretende «tejer, trenzar», con las poetas que les preceden, «ya consolidadas tras años de mucha lucha y que han abierto el camino» a quienes están creando ahora. Para que las nuevas voces sean leídas y oídas, tienen que darse a conocer, y ese es el objetivo del nuevo colectivo poético, lograr cerrar el círculo de la creación en la isla.

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