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mariona forteza

El amplificador | Verdad, emoción y canción

El periodismo, la guitarra y la composición mueven la vida de esta tarraconense con alma mallorquina. «La música es un arte que nos conecta con nuestra dimensión más espiritual», afirma esta apasionada de George Harrison

El Amplificador | Mariona Forteza, emoción y buenas historias

El Amplificador | Mariona Forteza, emoción y buenas historias Redacción

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El Amplificador | Mariona Forteza, emoción y buenas historias Gabi Rodas

Mariona Forteza (Tarragona, 1981) combina dos pasiones, dos oficios con puntos en común, «de un lado el periodismo, que consiste en explicar buenas historias, y del otro la música, que consiste sobre todo en transmitir emoción. Creo que la unión de esos dos ingredientes puede resultar interesante, espero que el público esté de acuerdo», suspira la cantautora, afincada en Mallorca desde hace años. Hasta la fecha su auditorio asiente, sobre todo el que ha visto y escuchado Llum profunda, un reportaje radiofónico con el que no deja de girar por la geografía mallorquina (hoy sábado se sube al escenario del teatro Mar i Terra, a las 19 horas) y que, dedicado al encuentro entre el beatle George Harrison y el sabio mallorquín Joan Mascaró i Fornés, quiere llevar a Barcelona en los próximos meses.

Mariona Forteza, en un momento de su espectáculo dedicado a George Harrison y Joan Mascaró i Fornés. por Gabi Rodas amplificador@diariodemallorca.es

La música tuvo siempre una «importancia central» en su casa. Su padre es un «auténtico melómano», apasionado a partes iguales por la música clásica y por los Beatles; y su madre le inculcó el amor por el rock y la canción de raíz latinoamericana y andaluza. «Los 80, la década de mi infancia, están llenos de Elvis, Joaquín Sabina, Beatles, Mozart, Ravel, Carlos Cano, Billy Halley y Alberto Cortez», apunta en referencia a unos recuerdos en los que también aparece su abuela. «Mis primeros recuerdos musicales tienen que ver siempre con cantar. Cantar con mi abuela de Tarragona canciones infantiles populares, o cantar en el colegio. Fuera lo que fuera recuerdo que disfrutaba muchísimo con ello».

Lo suyo con la guitarra fue un flechazo, un disparo certero. Cuando contaba ocho años, estando en el colegio, su profesor cantó y tocó este instrumento en clase. Nada volvería a ser igual en la vida de Mariona. «Quedé totalmente fascinada. En el despacho de mis padres había una guitarra vieja colgada de un cordel. Siempre estaba ahí. Al volver a casa aquel día le pedí a mi padre que me enseñara a tocar. Y así hasta hoy», comenta una compositora que reconoce no ser «excesivamente metódica» pero siempre tiene «una guitarra española a mano, cerca del sofá. Toco todos los días, aunque sea sólo un poco, y eso me mantiene conectada con el instrumento».

Su interés por la actualidad política le condujo hasta el periodismo, «no llegué por vocación», aclara. «Me gustaba escribir y también tenía interés por la política, así que pensé que el periodismo podía ser una aplicación práctica a esa inquietud», que finalmente cultivó en la redacción de un periódico local, hasta 2012, año en que decidió volcarse en su faceta de guionista y compositora musical de espectáculos de divulgación cultural en recintos monumentales, como Les veus de Bellver, Presències al Solleric, Perduts a Cabrera o La gran aventura de Jaume I.

‘Les veus de la nit’ es su único trabajo discográfico publicado hasta ahora, un EP de canciones hechas para algunos de los espectáculos citados. «Espero poder grabar próximamente nuevo material», avanza, aunque duda del interés que pueda tener un disco, con el formato tradicional, en estos tiempos de crisis en la industria. «Me da la sensación de que vivimos un momento de cambio e incertidumbre total en este sentido. El CD ha dejado de tener sentido, porque ya casi no quedan reproductores (en los coches, los ordenadores...) y el vinilo intenta establecerse como el objeto físico fetichista para fans, en contraposición a escuchar la música en el móvil o el ordenador. ¡Y ahora dicen que vuelve el cassette! Tal vez lo veamos claro en los próximos años». Si mal está lo de los soportes, sobre todo el del cedé, la profesión, la de músico, tampoco está para echar cohetes. «Creo que vivimos una época en que no se valora la música como se debería. Se la considera un relleno, algo intrascendente. Y se está devaluando también el producto musical. Pero la música es un arte que nos conecta con nuestra dimensión más espiritual y que nos revela cosas de nosotros de las que no somos conscientes», reflexiona.

La composición le «fascina, porque no la controlas. Significa abrir un canal con tu inconsciente y sacar contenidos que no pasan por la razón. De repente eres un transmisor de algo profundo que ni siquiera te pertenece», asegura Forteza, siempre en busca de las canciones con emoción, «una condición indispensable para un buen tema», como las que pueblan Llum profunda.

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