Diario de Mallorca

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Serafín Nebot Cantante de los Javaloyas

«Entre la música pop y la clásica, me quedo claramente con la segunda»

"Me quedo con la época del inicio del turismo"

Serafín Nebot, la voz de Los Javaloyas.

El próximo domingo día 9, el grupo Los Javaloyas junto a Santi Carulla, vocalista de Los Mustang, dará un concierto en el Trui Teatre de Palma bajo el título genérico de ‘Alegría en nuestros corazones’. Serafín Nebot, a sus ochenta y ocho años, es quien llevará la voz cantante, nunca mejor dicho

-Hablando con usted, podemos decir que casi noventa años nos contemplan.

-Cierto, pero ¿qué podemos hacer? Tenemos la edad que tenemos y en mi caso también muchas vivencias y mucha música a mis espaldas.

-En un disco suyo, Sembla que era ahir, cuenta que pasó su infancia en el campo ¿Cómo entró en el mundo de la música?

-Yo era un chico de pueblo, de Son Servera. Vivía en el campo, cerca de una finca, Ca s’Hereu, en la que había un piano. Así que cuando me dejaban iba allí a practicar. Con el tiempo la nodriza de mi padre me compró un violín, un instrumento que no era frecuente en aquella época, no estaba de moda tocarlo; fue como un milagro. Así que puedo decir que fue la música la que me encontró a mí. También tuve la suerte de que en Son Servera se instalara un muy buen profesor, Luis Jaume, padre de quien fuera compañero mío en la Simfònica, Tomeu Jaume. Con ese profesor aprendí ya en serio música, era muy riguroso. Me inicié en el clarinete, primero en la banda del pueblo y más tarde en la del regimiento, al hacer el servicio militar. 

-Usted ha sido miembro de todas las orquestas sinfónicas que ha habido en Mallorca.  

-Sí, en todas trabajé como violinista. En la de Eaktahi Ahan, en la de Pérez Busquier, en la Ciudad de Palma de Ribelles y en la actual, ya profesional. Que, por cierto, déjeme decir que es una gran orquesta. 

-¿Cómo era Eaktai Ahn?

-Tengo un concepto un tanto particular del maestro. Pienso que los mallorquines no le debemos nada. Él, al no poder instalarse en Barcelona vino a la isla a dirigir, como opción alternativa. Aquí utilizó la orquesta para practicar las obras que debía dirigir fuera, pues el repertorio que hacíamos no era el que se correspondía con la calidad de la formación, piensa que tocábamos obras de Strauss, nada menos. Y lo hacíamos fatal, lo destrozábamos. Ponía esas obras para ensayar él, para rodarlas, no para el público.   

-¿Qué recuerdos tiene de su época como profesor del Conservatorio?

-Estuve catorce años. Fui el primer profesor específico de música de cámara. Antes esa asignatura la daba el profesor de violín. Fue Bernat Julià quien me contrató, a expensas de Joan Moll, quien me conocía de la orquesta. Antes de decidirse, Juliá me dijo que pensaba que yo era músico de “orquestina”, aunque luego le demostré que no, que la música clásica me interesaba más que la moderna y le dije que incluso había formado un grupo de música barroca en Puigpunyent con Anthony Bonner. Entre la música clásica y la pop, me quedo claramente con la segunda. ¿Quién va contra la evidencia?. Aunque hay obras enormes en el pop, ninguna comparable al Adagietto de la Quinta Sinfonía de Mahler, por ejemplo. 

-¿Qué piensa de los compositores actuales?

-Los que realmente entienden cómo debe ser la música clásica son los compositores de bandas sonoras. Esos sí perdurarán, ya que se basan en la melodía y para seducir, para gustar, una música debe ser melódica. Como la música popular, que engancha porque tiene melodía.  

-“Alegría en nuestros corazones” es el título del concierto del domingo, parece el lema del grupo Los Javaloyas, desde sus inicios

-No he sido yo quien ha puesto ese título, pero sí, es acertado pues nosotros vivimos la época dorada de las verbenas, que eran alegría pura, un lugar en el que convivían abuelos y nietos en un mismo espacio. Los Javaloyas nacieron en 1950 en Valencia, llegaron a Mallorca el año siguiente y me incorporé en 1952. Ha llovido mucho desde entonces y por el camino nos han dejado Luis Javaloyas, Toni Covas o Rafael Torres miembros históricos del grupo.

-¿Qué representaron los Javaloyas en la época dorada del pop?

-En Mallorca fueron muy importantes, podíamos tocar casi todo, canciones de todo tipo, incluso las más difíciles, pues veníamos del conservatorio. Nuestro repertorio era muy amplio. Un conjunto sin esa base musical no podía hacer lo que nosotros hacíamos en tan poco tiempo. Por otra parte, teníamos a la crítica desorientada, ya que hoy cantábamos una canción romántica y al día siguiente sacábamos un disco con sentido del humor y otro en catalán. Los Sirex o Los Mustang tenían una línea, nosotros jugábamos al despiste: nos interesaba entretener, esa era nuestra consigna, un poco al estilo americano. De no haber sido así, no nos hubieran contratado los mismos lugares año tras año. Visitamos muchos países, Argelia, Marruecos, Francia, Suiza, Italia, Alemania, Austria… Nos instalábamos en una ciudad durante meses para hacer música de baile. Los conciertos puntuales estaban reservados a figuras como Brel o Piaf, nosotros éramos conjunto de baile.

-Incluso participaron en una película

 -El soltero, en Italia, con Alberto Sordi. Hacíamos de orquesta de Xavier Cugat en Roma. Con Cugat hicimos dos discos más.

-Y luego vinieron las colaboraciones con Antoni Mus i Toni Parera.

-Con Tot ja és mort ganamos el Festival de la canción de Mallorca. Sus letras y sus músicas eran preciosas, muy agradables. Fue una época y una colaboración muy satisfactoria. Fue la mejor época de Los Javaloyas, por lo que a letras y melodías se refiere. 

-Muchos jóvenes de la época conocieron a los Beatles y a los Beach Boys a través de las versiones de Los Javaloyas

-De alguna manera fue así. En aquella época no se estilaban las versiones originales, la gente prefería entender lo que se decía, por eso tuvieron éxito nuestras versiones y, sobre todo, las de Los Mustang, que tradujeron muchas de las canciones de los Beatles.

-¿Con qué época se queda?

-Con la del inicio del turismo. Había muchos grupos musicales que sonaban bien, todos con ganas de hacer cosas. Y además aún no habíamos estropeado Mallorca, por lo tanto, no teníamos la mala conciencia de haber hecho las cosas mal. No había sentido de culpa, todo era bueno. 

  

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