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Pep Tosar Actor, director, dramaturgo.

«El actor es un fingidor muy similar al poeta»

El propósito del espectáculo, que incluirá distintas técnicas circenses, es «descubrir a Pessoa como persona más allá del mito»

Pep Tosar.

‘El fingidor’, coproducción del Teatre Principal y el Festival Grec de Barcelona que se podrá ver en Palma y en la Ciudad Condal en julio, le lleva este domingo hasta Lisboa, para filmar una serie de entrevistas con distintos expertos y familiares de Fernando Pessoa que se proyectarán durante el espectáculo

Le cojo haciendo las maletas para embarcar rumbo a Lisboa.

El domingo me voy a Lisboa a rodar. Estuvimos allí hace unas semanas para localizar y el domingo filmaremos todas las imágenes que haremos servir para el espectáculo. La mayoría serán imágenes de recurso de la ciudad y entrevistas.

¿Con quiénes hablarán?

Con la sobrina de Pessoa, la escritora Manuela Nogueira, de 95 años; con Richard Zenith y Jerónimo Pizarro, dos de las máximas autoridades sobre la vida y obra de Pessoa; y con Maria José de Lancastre, viuda de Antonio Tabucchi. En Mallorca ya entrevistamos a Nicolau Dols y cuando volvamos de Lisboa haremos lo propio con Perfecto Cuadrado.

¿Qué le ha llevado hasta el universo de Fernando Pessoa?

Todos espectáculos biográficos que he hecho sobre poetas (desde Blai Bonet, en el 97, a los de Damià Huguet, Vicent Andrés Estellés o Lorca) se basan en la relación que he mantenido con ellos desde mi juventud, cuando los conoces como estudiante y sabes que un día te dedicarás a ellos en profundidad. Mi relación con Pessoa se intensificó tras conocer la obra de Antonio Tabucchi y tener contacto con él. Yo monté un espectáculo sobre Tabucchi, Sueños de sueños, y uno de los cinco sueños era el de Pessoa. En aquella obra Tabucchi juega de manera onírica con los rasgos más significativos de la obra y la personalidad de Pessoa. Aquello me dio más ganas para llegar al momento actual, que lo entiendo como subir el Everest.

¿Por qué?

Porque Pessoa es un poeta enorme, con una obra muy abundante, totalmente diversificada, no solo en referencia al ejercicio de la heteronimia, con cerca de 100 heterónimos, también de temática, porque escribió sobre todo lo que se puede escribir, incluso de esoterismo o astronomía. La suya es una obra inconmensurable, muy difícil de abordar, aunque ahora estoy preparado para hacerlo.

¿Dónde pone el foco un espectáculo como El fingidor?

No se puede abordar toda su obra, es imposible. Manejamos tres biografías, toda la obra poética de sus tres principales heterónimos: Alberto Caeiro, Ricardo Reis y Álvaro de Campos. También la de su semiheterónimo Bernardo Soares. De una manera menos importante estamos incluyendo pequeños fragmentos, pequeños detalles, de heterónimos menos conocidos como Alexander Search o Chevalier de Pas. Sintentizar todo su pensamiento en un solo espectáculo no es un ejercicio sencillo. Tampoco fue fácil con Lorca o Damià Huguet. El propósito del espectáculo no es hacer una tesis sobre el poeta o su obra, sino mostrar al espectador la categoría humana del poeta, tratar de descubrir a la persona más allá del mito, qué conexiones se establecen entre un tótem como el Libro del desasosiego y esta persona que lo escribe a lo largo de su vida, intentar entender de la forma más simple y humana para el espectador qué relaciones se dan entre su vida, sus impulsos vitales y la escritura.

«El actor es un fingidor muy similar al poeta»

¿El actor también es un fingidor, como el poeta?

El actor es un fingidor muy similar al poeta pero su técnica de fingir es distinta. El actor finge o tendría que fingir de un modo profundo, no finge en el sentido de artificio sino construyendo toda una maquinaria emocional que pone a disposición de una obra escrita para ser fingida.

¿Por qué ha decidido incluir a acróbatas en la obra?

Este sábado tenemos el primer contacto con Tomeu Amer y Griselda Juncà, los dos artistas de circo que trabajarán con nosotros. Siempre he usado esta fórmula narrativa para hacer espectáculos biográficos sobre poetas, pero dependiendo de estos y de las necesidades narrativas que surgen aparecen matices, diferencias de construcción en cada uno de los montajes. En este caso he sustituido la danza por el circo. Griselda es trapecista y Tomeu, un funambulista moderno, que ha encontrado un lenguaje propio para desafiar la gravedad, y es precisamente este desafío de la gravedad el que me llevó a pensar que la ingravidez tenía algo que ver con la heteronimia.

Esta obra sobre Pessoa hacía tiempo que la tenía en mente. ¿El gran problema era encontrar financiación?

Sí. Lamentablemente uno se llega a acostumbrar a todas estas peripecias. En realidad tendría que haber estrenado El fingidor en 2019 en el Teatre Nacional de Catalunya. Así lo acordé con su director, y con el director de Temporada Alta, que coproducían los dos el espectáculo, ya en 2017. El tiempo pasó y la coproducción se fundió, desapareció. Aun espero una explicación.

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