Que la costurera de 'El tiempo entre costuras' acabaría volviendo era un secreto a voces que María Dueñas (Puertollano, 1964) ya puede gritar a los cuatro vientos en las páginas de 'Sira', una novela que despega al término de la II Guerra Mundial y que sitúa a la modista-espía en Madrid, Jerusalén, Londres y Tánger. "Todo lo que soy como escritora se lo debo a ella (Sira)... Fue un eje crucial en el pelotazo que di en 2009", admite una autora que ha sido traducida a 35 idiomas. ¿Habrá serie?

Sira está de vuelta.

Sí, aquí la tenemos otra vez.

Seguramente es la costurera que más alegrías le ha proporcionado, ¿no?

Sin duda alguna, Sira es de largo el personaje que más alegrías me ha dado. Todo lo que soy como escritora se lo debo a ella. El tiempo entre costuras nació con una tirada pequeñita y de forma imprevista, pero la historia empezó a crecer y se nos fue de las manos [Sonríe]. Yo lo comparo con una gigantesca bola de nieve que va aumentando su tamaño a medida que se ganan lectores.

¿Sinceramente, esperaba dar un pelotazo de esa dimensión con su primera novela?

[Risas] Ése es un término coloquial, pero muy elocuente para adjetivar un éxito inesperado. Primero conquistamos España, dimos el salto a países de América Latina, las traducciones se multiplicaron –el libro está publicado en más de 35 idiomas– y, finalmente, la serie de televisión. Nadie es capaz de imaginar algo así ni en el mejor de sus sueños.

Si tuviéramos que tirar de un recurso circense, usted sería una novelista de las que se mueve en la línea del más difícil todavía. Se lo digo por las múltiples piruetas literarias que ha tenido que hacer para no defraudar con 'Misión olvido', 'La templanza' o 'Las hijas del Capitán'.

Eso genera un mayor sentido de la responsabilidad pero nunca una presión incómoda e insoportable... Cuando sucede lo que a mí me ocurrió con 'El tiempo entre costuras' lo último que quieres hacer es defraudar a los lectores.

¿Ni un paso atrás?

Ni uno... Cuando se anunció 'Misión Olvido' o 'La templanza' fue algo arriesgado porque mucha gente ya esperaba la segunda parte para saber qué iba a suceder con 'Sira' o cuál iba a ser su recorrido vital. La intensidad que viví con El tiempo entre costuras hizo que sintiera la necesidad de poner algo de distancia con el personaje... A Sira no le metí prisas, todos sabíamos que iba a volver. Tenía que correr el aire entre nosotras. Por eso me arriesgué con otras novelas distintas, pero que también fueron bien aceptadas.

¿Hay un porqué para explicar el regreso de Sira?

Sí que lo hay, pero no es un chispazo como una caída de un caballo... Yo viajó mucho a Marruecos, Tánger o Tetuán y cada vez que estoy allí he sentido que aún hay muchos escenarios y personajes por explorar en el entorno de Sira. Sabía que si algún día volvía a mirar al norte de África para inspirar una historia tenía que ser de la mano de ella; no quería traicionarla yéndome a las mismas calles que caminé en 'El tiempo entre costuras' con otros protagonistas.

Madrid, Jerusalén, Londres, Marruecos... ¿Esta vez los lectores se van a encontrar con un personaje que no para la pata?

En Tánger está el punto de partida de 'Sira', pero en realidad ese destino se queda para el final. La novela arranca en Madrid en el preciso instante en el acaba 'El tiempo entre costuras', es decir, al concluir la II Guerra Mundial. Sira se casa con Marcus Bonnard y vuelan a un Jerusalén bajo el dominio británico. Allí viven unos tiempos bastante duros y tensos previos al nacimiento del Estado de Israel. En Oriente Medio hay un desgraciado percance que obliga a Sira a trasladarse a Londres. Vamos a encontrar un fuerte instinto maternal, pero los lectores conocen su pasado y, por lo tanto, lo que a priori sería retiro tranquilo no lo es... A España vuelve en 1947, justo el año de la cautivadora visita de Eva Perón, y se encuentra un país desolado, gris, hambriento... La novela la cierro con el regreso de Sira a Marruecos.

Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid le voy a hacer la pregunta que muchos escritores se ven obligados a contestar cuando uno de sus libros da el salto a la televisión o el cine: ¿Se quedó conforme con el resultado televisivo de 'El tiempo entre costuras'?

Se hizo un gran trabajo de producción pero, sobre todo, respetaron el contenido de la novela. Mi deseo, al margen de los criterios de calidad que existen en la serie, era que los lectores no quedaran decepcionados. Ambas cosas se retroalimentaron porque hubo espectadores que no me habían leído nunca y empezaron a hacerlo a partir de aquel estreno. Ahora, hace unas semanas, se acaba de estrenar La templanza y la cosa no va nada mal.

¿Se considera usted una escritora visual?

Yo no lo hago de forma voluntaria, pero los lectores me dicen que sí. Uno de mis objetivos a la hora de escribir una historia es saberla envolver en un entorno atractivo. Si ellos son capaces de imaginar esos escenarios es porque en mi escritura encuentran unos elementos de plasticidad que generan la reacción de ver lo que están leyendo.

En sus textos juega mucho al gato y al ratón. Se lo explico. Cuando parece que todo ya está liquidado, ¡zas!, aparece un giro que alarga y potencia la tensión...

[Vuelve a reír] Esa es la magia de la literatura y de la ficción. Cuando los lectores entran en ese juego y se hacen cómplices de un escritor se viven emociones extraordinarias. Eso no es fácil de lograr, pero lo intento.

¿Sira volverá entonces a la televisión?

No lo sé [Silencio]... Todo parece indicar que es una opción más que viable, pero eso es algo que no decido yo: Sira siempre vuelve.