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Daniel Abreu: "El 'streaming' no es ni el sitio ni el camino para la danza"

El Premio Nacional subirá este domingo a las tablas del Xesc Forteza con el montaje 'El hijo'

El Premio Nacional de Danza Daniel Abreu, en uno de sus montajes.

Los espectáculos de Daniel Abreu no son sólo de danza. «Hay muchos elementos que se suman al lenguaje coreográfico, como es un trabajo importante de la luz sobre el espacio o una sensibilidad hacia el vestuario», explica el Premio Nacional, que presentará su montaje El hijo el próximo domingo día 2, en el Teatre Xesc Forteza, en el marco del PalmaDansa.

Este proyecto es un «viaje» que narra el paso de la dependencia a la emancipación de los descendientes respecto a sus progenitores. «En el montaje está la idea de transmisión, ya que al final los hijos son los portadores de un legado, y también en él hay una proyección hacia el futuro, de cómo vamos arrastrando vivencias y modos de comportamiento y sobre cómo se desarrollan en el futuro de otra forma. Es un tema complejo», confiesa Abreu, que siempre trabaja sobre conceptos abiertos en sus espectáculos, dado que la chispa que los enciende siempre son preguntas, interrogantes.

El coreógrafo considera que seguimos conectados a nuestros cuerpos, «es verdad que estar en contacto con nuestras sensaciones nos hace estar más en consonancia con la vida». Sin embargo, Abreu es consciente de que estamos en una sociedad muy pendiente de la imagen y de la tecnología. «Quizá es cierto que no vivimos con todos los sentidos, sino que sólo con una parte de ellos. Y hay otra manera de estar. Por ejemplo, la danza no nace de lo estético y lo visual, sino que nace de contactar con la tierra y del fluir del ritmo cardiaco», considera el bailarín canario, «y es a partir de ahí que se generan las imágenes», apunta. «Estamos metidos en una vorágines de producción, de ser eficientes todo el rato, pero hay otra manera de estar, y la danza lo permite», abunda.

El artista cree que en un mundo en el que la danza ocupa mucho espacio dentro de la cultura popular y en las redes, «por ejemplo, ha proliferado mucho en Tik Tok», es necesario hacer distinciones. «Una cosa es bailar, llevar el ritmo, que es muy bueno, y otra la danza, que es una manifestación artística y como tal siempre va por delante, en su búsqueda trata de ir más allá a la hora de contar una serie de cuestiones que no tenemos tan presentes en nuestro día a día».

A riesgo de parecer elitista, Abreu tiene claro que la danza «no es para todo el mundo», es para las personas «que tienen inquietudes».

La pandemia ha afectado de manera seria a los profesionales de este arte. «Notamos mucho el haber estado confinados en casa, en los primeros espectáculos con la reapertura nos faltaba fondo para ejecutar los pasos», asegura. «Por otra parte, las decisiones que se han tomado desde la política nos han dejado demasiada incertidumbre y por supuesto eso ha afectado muchísimo a la danza, que ya de por sí siempre ha estado relegada», considera. En cuanto a los nuevos formatos forjados durante la covid, como el streaming, el coreógrafo no cree que internet «sirva para contarnos el arte, al menos el de la danza. El streaming no es el sitio ni el camino para esta disciplina».

Abreu se sacude la palabra experimentación cuando le cae la etiqueta encima. «No, yo no hago experimentos, yo busco. Lo mío es una búsqueda o una pregunta. El verbo experimentar proviene de la ciencia y nosotros lo que buscamos es comunicar, y para conseguirlo tienes que entrar dentro y conocer mucho. Además, cuando yo abordo un concepto, a diferencia de la ciencia, no me acerco a algo concreto, sino más amplio y nunca sé cuál es el camino», argumenta. «Desconocer ese camino es precisamente mi motor. No es algo placentero trabajar así, te sientes como navegando en alta mar todo el tiempo. Lo que te mantiene a flote es la fe en que llegarás a algún lugar, a buen puerto, y que la idea acabará manifestándose», explica.

El próximo espectáculo del canario volverá a moverse en un concepto psicológico. «Irá sobre la lealtad, la lealtad a la vida, al cambio, al progreso, siempre tratado desde los grupos pequeños. Me gusta hablar de lo social desde el individuo. En la masa, el individuo se pierde», advierte.

El imaginario simbólico de Abreu es su tierra natal, Tenerife, «que también es mi infancia, mis paisajes, mi contacto con la naturaleza, mis sueños», confiesa el bailarín, que lleva más de 20 años afincado en Madrid, «donde puedo enriquecerme viendo otras propuestas culturales muy interesantes».

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