Sergio Peris-Mencheta, radicado en Los Ángeles, dirige la obra de teatro 'Una noche sin luna', un montaje que nos habla de Federico García Lorca desde una sensibilidad del siglo XXI, protagonizada por Juan Diego Botto.

-Si invertir en teatro ya de por sí es una proeza, ahora ya ni me imagino.

-Es un deporte de riesgo. El teatro es una militancia. Tengo la suerte de que me gano la vida como actor en EEUU y me puedo permitir el dedicarle el tiempo, la energía y todos mis sacrificios al teatro como director y creador porque siento que eso me da la vida.

-¿Es para usted el crear una necesidad vital?

-Sí, ni siquiera empato haciendo teatro, pierdo dinero por todos lados, pero lo necesito para ser feliz. Como actor es muy difícil que te dejen abrir el melón y ser parte del acto creativo, aunque cuanto mayor te haces más posibilidades te dan por lo que les puedas aportar, pero en todo caso, estas contando la historia que quiere contar el otro y para mí el teatro es la oportunidad de contar la historia que yo quiero contar, con quien la quiero contar y de la manera que la quiero contar.

-Tal y como están las cosas eso es una bendición.

-El teatro en nuestro país siempre ha estado herido. Hubo una época en la que, dijéramos, los teatros y cines no eran centros comerciales y la gente iba a ver una obra y para encontrarse con él mismo como el que va a misa. Ese tipo de teatro ya no existe. Nuestro público potencial es la gente de la tercera edad porque los jóvenes no tienen cultura teatral. Estamos heridos de muerte pero más vivos que nunca. Hace falta no llevar los colegios a los teatros y sí los teatros a los colegios para asegurarnos los espectadores del mañana. Lope de Vega, Calderón o Lorca no tienen que sonar a asignatura porque son autores que están escritos para ser actuados y no para ser leídos. Son autores con los que uno se lo puede pasar muy bien. Hay que conseguir que los jóvenes se identifiquen para no ir al teatro por obligación. La magia del teatro es sentarse al lado de un desconocido y compartir un momento aquí y ahora. El teatro debe ser pedagógico y se debe empezar en las clases. Yo llevo a los actores a las clases. El teatro no es solo teatro, es aprender a relacionarse, trabajar en equipo, hablar en público, ser un buen comunicador, ser creativo. El teatro es necesario y podría ser como un retablo de todas las artes.

-¿Lorca es el pretexto para hablar de qué?

-Para mí ha sido, sobre todo, un pretexto para volver a trabajar con Juan Diego Botto. En 2012 hicimos, sin conocernos, Un trozo invisible de este mundo. Nos hicimos amigos, confidentes y hermanos. Este proyecto nació hace tres años aunque Juan lo tenía en la cabeza hace bastante tiempo. Su propuesta me la presentó durante una comida y me fascinó porque me inspiraba una manera de contar muy sugerente. Yo solo dirijo cosas que se me ocurren a mí y, solo en este caso, he aceptado una propuesta externa. Creo que somos dos personas complementarias y, por edad, nos hemos nutrido de lo mismo y compartimos un bagaje y un gusto. Él tenía la necesidad de contar esta historia que es, ni más ni menos, que la de rendir homenaje a todos los desaparecidos de nuestro país, de todos aquellos que no tienen tumba y sus familiares no tienen un lugar al que llevarles las flores y el máximo exponente de esa gente es Federico García Lorca.

-Lorca siempre presente.

-Hace poco estuvimos en Granada, en el sitio, en el lugar, y fue increíble. Es un poeta que se considera marca España y, seas del bando que seas, todo el mundo admira a Lorca, pero no todo el mundo es consciente de que no tiene una sepultura. O no lo quieren ver... En nombre de todos los Lorcas que están repartidos en fosas comunes está dedicada esta función. Además, la figura de Lorca da mucho juego porque era un personaje muy rico y con un carácter muy particular que hace que podamos atravesar los últimos años de su vida con una sonrisa. En la función, la simbiosis entre Lorca y Juan es muy interesante. Igual no es, por sus maneras, el Lorca que cualquiera puede imaginar pero es nuestro Lorca porque el pretexto no es solo hablar de Lorca.

-Con estas piezas, ¿echa de menos no ser actor?

-No, en absoluto. Dirijo montajes que soy incapaz de hacer, quizás por eso dirijo tantos musicales [Ríe].

-¿Qué papel le haría volver a actuar?

-No tiene que ver con el personaje y sí con la historia que se cuenta, pero lo primero que tengo que tener es tiempo y es lo más complicado. Si no actúo en España es porque vivo y trabajo en Los Ángeles y venirme una larga temporada es dífícil.

-Dirige su propia compañía teatral. ¿Cómo lo hace desde la distancia?

-Lo hago. Uno añora lo que en ese momento no tiene y cuando estoy allí echo de menos lo de aquí y a la inversa. Las oportunidades de trabajo de allí no son comparables. La verdad es que allí no he tenido la tentación de dirigir, en eso me siento muy español. Me gusta contar las historias que hacen de mi vida y, a día de hoy, es España. Dentro de unos años, y si tengo la necesidad de contar, ya veremos.