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MÚSICA CRÍTICA

Breve, pero intenso

Empezaré incluyendo la recomendación que nos hizo, a la salida del concierto, el melómano y amigo Juanjo Company: «No dejes de citar la intervención de Smerald Spahiu, el concertino, en el solo de violín del segundo movimiento de la sinfonía». Pues eso, es de justicia citar esa aportación en una interpretación de la Sinfonía número 4 de Schumann realmente interesante. Una obra breve (por lo que a la forma sinfonía se refiere) por intensa, con algunos temas y melodías más contundentes del sinfonismo alemán del romanticismo. Schumann, aquí, sustituye la cantidad por la calidad sonora. Su Cuarta es de las obras que no dejan indiferente, de las que seducen desde la primera audición y que no por muy escuchadas dejan de interesar, mas bien al contrario, cuanto más las conoces más las aprecias. Mielgo ama esa obra, lo demostró dando el todo por el todo y, lo que es más importante, contagiando ese amor a sus músicos que brillaron de forma excelente. ¿Es necesario decir una vez más que tenemos una buena formación sinfónica?

Pero eso no fue todo, en la primera parte tuvimos el placer de escuchar otro de los referentes: El Concierto para violín de Mendelssohn, obra bella como pocas, con esos temas enlazados y tan melódicos que uno retiene en la memoria una vez escuchados. Sergej Krylov hizo una versión entrañable de esa partitura. Sin prisas (con cierta lentitud abordó el primer movimiento) y de forma clara, el violinista ruso aportó valor a una obra ya de por sí intensa y muy bella. Y con la orquesta actuando a su lado, no como acompañante sino como coprotagonista. Y al final, como bis, Paganini, con uno de sus Capriccios. De hecho, inicialmente estaba anunciado su primer concierto para violín, que fue cambiado por el de Mendelssohn, pocos días antes de la sesión.

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