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Las obras heterodoxas e inacabadas de los museos ven la luz

CaixaForum Palma reúne 85 obras procedentes de más de 40 colecciones que se sumergen en la poética de lo inconcluso, imperfecto y fragmentario

CaixaFòrum inaugura en Palma una exposición sobre la poética del arte inacabado

CaixaFòrum inaugura en Palma una exposición sobre la poética del arte inacabado B. Ramon

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CaixaFòrum inaugura en Palma una exposición sobre la poética del arte inacabado M. Elena Vallés

Las obras heterodoxas, aquellas que no se han consagrado como las piezas maestras y que han permanecido durante años en los almacenes de los museos por su imperfección o condición de inconclusas, son las que «nos permiten» asomarnos al cerebro de los artistas y a las «zonas en sombra» de la historia del arte. Así lo considera la directora del Museo Nacional de Escultura María Bolaños, comisaria de la exposición Non finito, L’art de l’inacabat que puede visitarse desde ayer y hasta el 15 de agosto en CaixaForum Palma.

Para dar cuerpo y estructura a esta muestra que ocupa dos plantas, la comisaria ha buceado en más de 40 colecciones artísticas públicas y privadas de diversas partes del mundo. Con ellas ha cimentado un discurso y ha establecido analogías entre piezas de diversas épocas que convergen en una poética común: la de lo inconcluso, lo imperfecto, lo fragmentario, lo interrumpido por accidente, lo mutante. «Plinio ya lo dijo, las obras que están incompletas son mucho más interesantes», argumenta Bolaños. «¿Por qué una obra inacabada es peor? ¿Has ta qué punto una obra perfecta está también llena de lagunas?», se pregunta. Es un debate que sobrevuela toda la exposición de CaixaForum y el Museo Nacional de Escultura, jalonada por obras de maestros como El Greco, Sorolla, Rembrandt van Rijn, Duchamp, David Hockney, Ignasi Aballí, Antonio López, Joan Miró, Ingres, Chillida, Dora Maar o Joseph Beuys, entre otros.

En la planta baja, en el primer ámbito, se presentan directamente varias obras que sus autores no pudieron terminar por causas desconocidas, otras inconclusas en su parte dorsal porque ésta iba a quedar oculta o algunas que simplemente fueron bosquejos. Scheidegger fotografió el estudio de Giacometti, cuyas paredes estaban llenas de bocetos de sus esculturas. Justo al lado de esta fotografía, impacta un cuadro de David Hockney pintado en Francia. «¿Cómo sabemos que no está terminado? ¿Y si todo el blanco inferior fuera el reflejo de la luz del Mediterráneo?», interroga la comisaria. Si hay una obra que merece una pausa contemplativa en esta estancia es el magnífico retrato de Mabel Rick, la esposa del escritor Ramón Pérez de Ayala, de Sorolla. Está considerado como su último cuadro. «Mientras lo pintaba una mañana de julio en su jardín, el artista sufrió un ataque».

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CaixaForum Palma inaugura una exposición sobre la poética del arte inacabado B. Ramon

Tras esta pintura, preside el espacio una representación de la torre de Babel, que simboliza la ambición del artista y la imposibilidad de alcanzar la obra deseada porque la materialidad se lo impide. «Aquí reside también la idea de lo inacabado. En esta sección hay ejemplos de varias catedrales, paradigmas de lo inconcluso, o la maqueta del Tindaya de Chillida», ejemplifica Bolaños.

En la siguiente sala, Abreviaturas, la poética de la factura libre, del gesto sin corsés y del esbozo se impone en obras perfectamente acabadas. «Hay un Greco que está ejecutado con más manchas y menos estructura. Y por supuesto no falta una obra de Cy Twombly, el pintor más característico de esta estética que comentamos», señala la comisaria, quien ha colocada las piezas más impresionantes a las puertas de la primera planta. «En La erosión hay obras que fueron perfectas en su tiempo pero el paso del tiempo las ha herido», cuenta. El torso del Belvedere es la gran estrella y se lleva todas las miradas. En la próxima parada, la Metamorfosis, el visitante ha de afinar la mirada con las criaturas mutantes de Miró o un retrato anamórfico de Carlos V.

La exposición se cierra con un contrapunto, la poética de lo infinito, con las cárceles imaginarias de Piranesi, una espiral de Duchamp o la cinta de Moebius del escultor Max Bill. Obras atrapadas en sí mismas.

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