Hablar de ACA (Àrea de Creació Acústica) es lo mismo que decir Antoni Caimari Alomar, músico y creador en diversos lenguajes, así como el motor creativo de esta fundación: con sede en Mallorca, ACA ha estado siempre dedicada a la cultura musical contemporánea y a la música española en especial.

Desde sus comienzos, la fundación ha tenido un patrimonio artístico considerable en instrumentos locales, en especial el espectacular piano Bösendorfer, sentado al cual Caimari investigaba la tímbrica sonora al mismo tiempo que creaba sus composiciones pianísticas en un entorno rural mediterráneo, Búger. Desde los comienzos de la fundación ha querido recopilar todo tipo de material musical firmado por los autores, con la idea de reunir un importante patrimonio de investigación. Hay partituras escritas a mano y firmadas con cariño por los propios compositores, programas de mano firmados por compositores y directores de orquesta apoyando la iniciativa; escritos de apoyo de personalidades internacionales de diferentes disciplinas artísticas como Jerome Robbins (el célebre coreógrafo de West Side Story, quien me invitó a un ensayo y me entregó un dibujo firmado de la obra que estrenaba), John Cage, Philip Glass, Steve Reich, Terry Riley…

Recuerdo hacer entrega, a mi vuelta de un viaje de trabajo a Nueva York, de varias partituras firmadas por los citados compañeros expresando todo su apoyo y deseos de éxito para nuestra fundación mallorquina. Poetas, escritores, coreógrafos y tantos otros creadores… una red mágica y magnífica, de riqueza incalculable, tejida por Caimari para la fundación, para la cultura y el arte en general. Su sueño era internacionalizar los Encontres de Compositors, festival anual de eventos musicales, a veces apoyados por otras disciplinas del arte contemporáneo, y logró ver su sueño cumplido. Dedicó casi toda su vida a la fundación y trabajaba para ella sin ánimo de lucro, más bien al contrario, pues todo el dinero que conseguía terminaba financiando los Encontres de Compositors o las grabaciones de la Unió de Músics.

Me enteré por nuestro amigo común Basilio Baltasar del fallecimiento de Caimari, y me entristeció doblemente el saber que el patronato actual le negó ayuda económica en los últimos días de su vida: se encontró desahuciado de su casa, de su propia fundación. Desde aquí agradezco la dedicación, el respeto, el cariño y la amistad que me demostró Antoni Caimari en vida, y rindo tributo a su humildad, solidaridad, amor, entusiasmo y a la sensibilidad que mostraba a diario hacia el lenguaje universal, la música. Cómo hemos podido llegar a esta falta de empatía, gratitud y respeto es algo que sigo sin comprender. Nos deja un legado cultural extraordinario, rebosante de arte y talentos descubiertos.