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MÚSICA CRÍTICA

Grande también la soprano

La Sinfonía La Grande de Schubert es lo que diríamos un «obrón» sinfónico, pues tanto la intensidad del contenido, con múltiples temas y la duración, exceden a los propios de la época. Schubert, en este sentido, se adelanta a su tiempo.

Esa Grande fue interpretada por nuestra Simfònica con acierto. Prácticamente todos los matices que se esconden en los pentagramas fueron remarcados por Pablo Mielgo, quien dejó fluir a sus músicos, para que dieran todo de sí, sin presión. La orquesta parecía relajada, pero atenta; luminosa y nada tensa. Los momentos solistas, que no son pocos en esa última sinfonía del compositor vienés, fueron interpretados con maestría, empezando por ese solo de trompa con el que da inicio la magna obra. Buen Schubert, buena Grande.

Pero Grande no fue solamente esa segunda parte, también en la primera pudimos apreciar la grandeza de la voz de la soprano Núria Rial. Y no grandeza de sonido, pues lo destacable de la soprano catalana no es el volumen, sino la grandeza musical. No es lo que dice, es cómo lo dice. De forma delicada, cantando cada nota, diciendo cada frase como si fuera la única y más importante.

Conocíamos y apreciábamos a Núria Rial en su faceta barroca, añadimos ahora nuestro aplauso a la vertiente romántica, pues esas Nuits d’été del compositor francés (nos referimos a Berlioz) fueron interpretadas de forma sublime. Salvando las distancias, esa manera de cantar los poemas, recordó a otra grande, Victoria de los Ángeles. De la diva es bueno recuperar algunas de sus grabaciones, cuando faltan dos años para que la recordemos en su centenario.

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