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Felip Carbonell : «La música en Irlanda ha demostrado ser una herramienta de unificación»

Desde 2005, el mallorquín forma parte de NoCrows, banda folk en la que también milita Steve Wickham, el violinista de The Waterboys

El músico Felip Carbonell (Palma, 1964), durante una de sus actuaciones.

Músico. Dervish, el grupo que nunca falta en los festivales de música celta más importantes del mundo, le cambió la vida. Se casó con una de sus integrantes y decidió instalarse en Irlanda. De eso hace ya 23 años

¿Qué le llevó a instalarse en Irlanda, hace ya 23 años?

La música y en concreto, el grupo Dervish. En 1992, Pep Joan de la cervecería Lórien me vino a ver al Departamento de Espectáculos del Ajuntament de Palma, donde yo trabajaba, para ver si le podía echar una mano para traer a Mallorca a un grupo irlandés de «nyigo-nyigo» (su forma humorística de describir a la música tradicional irlandesa). Ese verano nos visitó Dervish por primera vez. Conocí a sus integrantes y más tarde establecí una relación personal con ellos que me llevó a conocer a Rose, con quien me casaría unos años después. En el 95 pasé unos meses en Dublín y luego ella se vino a vivir a Mallorca. Yo llevaba casi nueve años trabajando en el Ajuntament y el giro hacia la derecha de la política cultural del consistorio me ayudó a tomar la decisión final. En febrero del 98 dejamos Sa Roqueta y nos fuimos a vivir a Irlanda para que nuestra primera hija naciera allí.

¿Qué significa la música para un irlandés?

El irlandés bebe música casi tanto como Guinness. La música, especialmente la música tradicional, es parte de la cultura del país y parte de la identidad de su gente. Durante siglos de dominación británica, la música, la lengua, los deportes gaélicos y, también hay que decirlo, la religión católica fueron los rasgos que identificaban y diferenciaban al pueblo irlandés respecto a los ingleses. La devoción que tiene el irlandés hacia su cultura y su música es única en Europa. La música se respeta, se fomenta y se venera y yo diría que al menos un 50% de la población es capaz de cantar o tocar un instrumento con un nivel aceptable.

¿Cómo lo llevan con los bares cerrados?

Sin bares y con la política de restricciones superausteras de nuestro gobierno estamos todos pallá. El nivel de ansiedad y otras consecuencias psicológicas derivadas del confinamiento es atroz. La mayoría de los bares (los que no sirven comida) llevan prácticamente un año cerrados. Se les dejó abrir dos semanas en septiembre y una semana antes de Navidad, eso es todo. Se ha perdido una parte enorme de la vida social y cultural del país. En los pubs es donde la gente se reúne, no sólo para beber, sino también para vivir.

Felip Carbonell (dcha.), con algunos de los miembros de NoCrows. | MANU MIELNIEZUK

¿Ya se ha vacunado?

Caaaa! Como en toda Europa, el proceso de vacunación en Irlanda va a un paso lentísimo. A mí no me toca hasta octubre. A ver si espabilan y aceleran el proceso. Es la única esperanza que tengo de poder volver a una vida medio-normal y de poder volver a trabajar como músico en los escenarios.

¿Cómo han reaccionado los irlandeses ante la pandemia?

El cambio en Irlanda ha sido como un cataclismo: muy traumático. Hemos dejado prácticamente de ver a nuestros amigos, a nuestros familiares, especialmente los más ancianos. No hay visitas a otros domicilios, ni conciertos, ni actividades culturales de ningún tipo (excepto online). Desde Navidad nuestra movilidad está restringida a 5 km de radio de nuestro lugar de residencia. Algunos de los sectores de la población, los más jóvenes sobre todo, lo están pasando realmente mal. Se hace muy difícil encontrar motivación, pero a pesar de ello la respuesta de la población en general ha sido y continúa siendo muy positiva. Somos (me incluyo pues me siento medio irlandés) un pueblo respetuoso con la ley y acostumbrado a pasarlas canutas. A pesar de que la paciencia está al límite, la gente se adhiere a las restricciones y entiende que hay que apretarse.

«La música en Irlanda ha demostrado ser una herramienta de unificación»

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A usted la pandemia le ha birlado una gira por Europa.

Antes de todo este merder yo solía hacer entre 80 y 100 bolos por año. Desde marzo del 2020 creo contar que he hecho cinco y solamente dos con público. Todos nuestros compromisos artísticos tanto nacionales como internacionales se han suspendido. Esta semana deberíamos estar en Francia (festival cancelado). En agosto hay una muy remota esperanza de viajar a Bélgica para otro festival. Luego en octubre y en noviembre (algo más posible) un festival en Catalunya y la gira por Alemania y Suiza. Nada está garantizado y con las vacunas así de lentas, tengo mis dudas de que podamos salir del país. Por lo menos me quedan las clases de guitarra online que me mantienen cuerdo y me alegran el corazón, el mío y el de mis alumnos.

¿Los irlandeses también están locos por hacer turismo?

La claustrofobia generada por esta pandemia hace que el irlandés ande loco por salir a cualquier sitio. La cuestión es salir, aunque sea al condado vecino. Mallorca es uno de los destinos preferidos por todos los europeos, pero los irlandeses no están tan apegados a nuestra isla como los ingleses o los alemanes. El día que abran las fronteras, tú dile a un irlandés que Mallorca is open for business y verás: mañana Santa Ponça está petado.

¿Entiende la fiebre por viajar a Mallorca?

Entiendo la angustia del sector, trabajadores y empresarios de la hostelería que se mueren por abrir y recuperar algo de lo que se ha perdido durante los últimos 12 meses. Y también entiendo que la gente necesita distracción y volver a poder viajar y disfrutar de vacaciones. Aun así, creo que las circunstancias actuales son demasiado precarias para abrir el mercado del turismo internacional y que deberíamos ser más cautelosos y pacientes. Si tenemos en cuenta que yo no puedo ir al pueblo de mi amigo que vive a 7 km de mi casa, no entiendo que se permita a un colega de Manchester pillar un avión y venirse a Magaluf.

Dicen que los controles aduaneros han desatado la ira unionista en Irlanda.

Este sí que es un tinglado complicado. Irlanda del Norte votó NO al Brexit y ahora se tienen que comer las injustas consecuencias con escasez de productos en los supermercados, entre otras. Los unionistas están cabreados y los partidarios de la reunificación de las dos Irlandas ven el camino y el momento perfectos para que así suceda. Yo, en este sentido, disfruto de ver la corrida desde la barrera. Es un momento histórico muy interesante.

¿La tensión en Irlanda ha vuelto a inflamarse tras el Brexit?

Hay que diferenciar lo que sucede en Irlanda del Norte con lo que sucede en la República de Irlanda (el sur, donde yo vivo). En el sur, no hay tensiones serias. Algunos problemas derivados del hecho que los productos británicos llegan tarde y con tarifas suplementarias. En el norte, algo más de mosqueo generalizado sí hay, pero yo no lo describiría como inflamado. Los dos partidos mayoritarios (y opuestos como el perro y el gato) llevan trabajando juntos varios años para que la reconciliación y la paz prevalezcan. La administración Biden ya les ha puesto al corriente a los británicos de que o se portan bien y se adhieren al tratado de no-frontera entre las dos Irlandas, o les corta las relaciones comerciales. No creo que el proceso de paz esté en riesgo.

«Dejé mi trabajo en el Ajuntament de Palma por rabia, frustración y desesperación»

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¿La música le reporta paz?

Para mí la música es un instrumento que debería usarse como terapia. Reporta paz, unifica y suaviza diferencias. Yo lo veo en mis alumnos online, lo veía en nuestros conciertos cuando teníamos público delante… las caras de satisfacción, de harmonía interior y de paz con uno mismo. Cuando mis nervios están a punto de reventar, mi solución es coger la guitarra y tocar unas melodías o unos acordes para restaurar esa paz interior. A otro nivel, la música en Irlanda ha demostrado ser una herramienta de unificación. Tengo amigos músicos en el norte de origen protestante que han abrazado los instrumentos típicos de los católicos (y viceversa) para reiterar que la frontera cultural no existe.

¿Qué conexiones tiene la música irlandesa y la música tradicional mallorquina?

Todas las músicas tradicionales tienen una conexión única: son músicas de raíz que provienen de las distintas evoluciones históricas de cada una de las naciones que las interpretan. Todas las civilizaciones del mundo tienen muchas similitudes y la música es un factor común en la mayoría de ellas. Los instrumentos pueden ser diferentes pero hay muchos aspectos parecidos. El violín es un instrumento universal que forma parte de la tradición musical tanto de Irlanda como de Mallorca. A pesar de sus diferencias físicas el flabiol y el tin whistle (o el tamborino y el bodhrán) tienen la misma función en sus respectivas culturas. Los ritmos de 6x8 de los jigs irlandeses siempre me recuerdan a las jotas mallorquinas.

¿Qué le parece que el Conservatori Superior de Balears eliminara los estudios de música tradicional?

Un error abominable. La identidad de un pueblo se sostiene mediante la conservación de sus valores, su lengua, su cultura, su música. La música tradicional en Mallorca sufrió un grave deterioro durante aquellos años en que todo era sospechoso por ser reivindicativo.

¿Qué define a su actual banda, NoCrows?

NoCrows nació el 2005 de forma espontánea en una session de un bar de Sligo (Shoot the Crows). Éramos inicialmente cuatro músicos con diferentes preferencias y aptitudes musicales que coincidimos en ese bar tan especial y que decidimos investigar y buscar elementos de fusión. Empezamos con un repertorio de jazz, folk y músicas tradicionales, y pronto descubrimos nuestro potencial para escribir nuestra propia música. Casi 16 años y seis álbumes después hemos crecido en número (ahora somos 6) pero el grupo continúa con sus tendencias hacia la fusión con una instrumentación basada en las cuerdas (3 violines, 2 guitarras, mandolina, violonchelo y contrabajo) y un estilo marcado por el folk con tintes de jazz, música latina y clásica.

¿En qué trabaja NoCrows actualmente?

Actualmente trabajamos en la distancia a través de sesiones de Zoom, Jamulus y otras plataformas digitales que nos ayudan a no perder la esperanza de que algún día volveremos a tocar en frente de nuestro público. Cada uno por nuestra cuenta vamos componiendo nuevo material y lo compartimos con el resto de los integrantes del grupo para arreglos y sugerencias esperando que pronto podamos reunirnos físicamente y poner los detalles definitivos. No hemos hablado de nuevo disco, pero probablemente acabaremos editando los nuevos temas. Al fin y al cabo, los músicos no sabemos hacer otra cosa. Crear música y publicarla es nuestro deber para con nosotros mismos.

En NoCrows coincide con el violinista de The Waterboys.

En 1987, mi buen amigo Ángelo Borrás regentaba La Gotera, un bar nocturno con una de las mejores selecciones de vinilos de aquellos tiempos. Una noche, perdido a las 4 de la mañana, me dejé caer en busca de una última bebida alcohólica. Esa noche Ángelo me hizo escuchar a los Waterboys y me convertí en fan enorme de su música. Varios años después, en 2002, el día de mi cumpleaños, estando ya en Irlanda, uno de mis regalos fue que otro amigo (el jazzero Jim Meehan) me presentó en persona al violinista de los Waterboys, Mr. Steve Wickham, que desde entonces vive en Sligo. Y Jim, no solo me lo presentó, sino que incitó al personal musical asistente a montar una sesión improvisada. Es un recuerdo inmenso y Steve se ha convertido en mi buen amigo y fundador y parte integrante de nuestro grupo NoCrows.

¿Cómo se adentró en la música tradicional, cuando vivía en Mallorca?

A la hora de interpretar música, debo reconocer que fue la música irlandesa que despertó en mí el interés por tocar música tradicional en general. Desde joven había tenido interés en escuchar folk y músicas del mundo, pero no había experimentado usarlas en mi repertorio hasta que descubrí a Dervish en el 92. Ellos han sido un factor muy importante en mi vida, tanto a nivel profesional como personal.

¿Qué grupos mallorquines fueron su escuela?

En el 83 entré a formar parte como cantante de una banda de rock alternativo llamada Iol. Después de mi partida (lo mejor que les pasó) el grupo se reinventó y se convirtieron en La Búsqueda. Esa fue mi primera escuela musical. También recuerdo en aquel tiempo haber ido a hablar con la gente de Harmònica Coixa en su local de ensayo. Eran los principios del Concurs Pop Rock y la Harmònica Coixa se hicieron otro referente para mi evolución como músico; incluso llegué a hacer una audición con ellos cuando buscaban cantante. ¡Dios!, yo no estaba a la altura. Algo más tarde me influenciaron Siurell Elèctric y Música Nostra.

¿A qué grupos actuales de la isla les sigue la pista?

Estoy muy desconectado después de tantos años de vivir lejos de la isla y mi escaso conocimiento del panorama musical actual se ha visto aún más reducido desde la muerte de nuestro querido Toni Reynés. Él me iba informando de lo que se cocía. Ahora debo conformarme con ver publicaciones en el Facebook. Veo con alegría que gente como Riki López, Daniel Higiénico, Pep Suasi o Montenegro siguen dando caña. Y por supuesto Víctor Uris y también el último proyecto de Reynés, los Blues Beer Band.

Trabajó para el ayuntamiento de Palma, en el área de espectáculos, entre 1989 y 1998. ¿Qué aprendió en aquella etapa?

Muchísimo: disciplina, estrategias, respeto, a levantarme pronto por la mañana, diplomacia, el trato con gente a pesar de las diferencias políticas o de otro nivel, estar al loro del que te va a dar por saco… Fue una gran escuela y Rafel Oliver y Biel Sabrafín fueron mis maestros en muchísimos aspectos de la industria. El resto lo he ido aprendiendo a fuerza de caer y volver a levantarse.

¿Por qué la cultura siempre es la castigada de la política?

Porque el poderoso sabe que cuanto más sabio sea el pueblo, en más peligroso se va a convertir. Cuanto más estúpido, más fácil de dominar. Por desgracia, la sociedad en la que vivimos va dando prioridad a valores materialistas frente a los valores éticos. La cultura engendra peligros para el statu quo de algunos gobernantes.

¿Aplaude la recuperación del Concurs Pop Rock?

Totalmente. El rock y sus derivados son la forma musical más cercana a las generaciones jóvenes y es un deber de cualquier institución dar voz a quien tiene algo que decir.

Usted fue amigo y admirador del desaparecido Toni Reynés, a quien el ayuntamiento de Palma le ha puesto el nombre de uno de los premios del Concurs Pop Rock. ¿Ve suficiente este reconocimiento?

Tuve la suerte de convertirme en uno de sus buenos amigos y eso me enseñó mucho. Aplaudo el hecho de que el primer premio del Concurs lleve su nombre, pero personalmente no me satisface al completo. Toni fue un personaje único, no solo como músico, sino como instigador de proyectos, productor, mecenas, ingeniero de sonido y una de las personas más altruistas que he conocido en toda mi vida. Pasarán los años y nos daremos cuenta de lo que significó para la escena musical. En Irlanda a los músicos que han sido tan influyentes como Toni, se les reconoce con estatuas o con sus nombres en las calles de las ciudades donde nacieron o vivieron. Me gustaría hacer un llamamiento a las autoridades responsables para que su memoria sea reconocida a un nivel superior.

¿Volverán los años dorados de Cançons de la Mediterrània?

Con mi profundo respeto hacia los responsables actuales de su gestión, pienso que no hay color. Me imagino que tampoco hay presupuesto y eso marca, pero el dinero no es la única forma para encontrar fórmulas. Los años dorados del festival no volverán. La sociedad ha evolucionado, los intereses de los políticos han cambiado y no se puede recrear algo cuando las circunstancias son totalmente diferentes. A pesar de ello hay posiciones y acciones que podrían conservarse pero parecen no interesar. Ahora, en la nostalgia encuentro un cierto reposo pero también rabia, frustración y desesperación, tres de los motivos que me ayudaron a tomar la decisión de dejar mi trabajo con el Ajuntament i fotre al camp.

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