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El amplificador | Kiko Navarro, más de tres décadas en la cabina

El house es su bandera, un estilo que ha pinchado en clubes de medio mundo e incluso en circuitos de Moto GP. Se estrenó en 1990, y desde entonces no ha dejado de incitar al baile. 2021 nos brindará nuevos trabajos con su sello, Afroterraneo

El Amplificador. Kiko Navarro: "En la música busco una forma de vida"

El Amplificador. Kiko Navarro: "En la música busco una forma de vida" Redacción

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El Amplificador. Kiko Navarro: "En la música busco una forma de vida" Gabi Rodas

En la isla «hay un alto nivel de Djs merecedores de una carrera internacional pero desgraciadamente solo unos pocos la han conseguido», afirma Kiko Navarro (Camp Redó, Palma, 1975). Él es uno de ellos, junto a Dj Sammy, Pig&Dan y Des Mitchell. Su nombre suena en los clubes y discotecas desde 1990, cuando empezó a pinchar en Luna, Factory y Pachá. Luego llegaría su etapa en Madrid, en templos de baile como Alien, Kapital, Space o Marula; y Barcelona, en Discoteque, Catwalk y Mondo. Países como Estados Unidos, Dubai, Japón, China, Corea del Sur y Malasia también se han movido al ritmo de su house, un estilo que cultiva siguiendo una filosofía: «Trabajar siempre un mínimo de calidad, hacer aquello que me haga sentir bien, que me realice, que me haga feliz». En la música, aclara el también productor, «busco una forma de vida, de expresar ideas, sentimientos, ambientes, recuerdos, plasmar en un formato musical lo que tengo en la mente o se me ocurre en el momento».

Su primer tocadiscos cayó en sus manos gracias a su hermano, doce años mayor. Tenía tan solo dos añitos y «escuchaba todo lo que él ponía en casa: The Style Council, Sade, Prefab Sprout, The Cars, Fleetwood Mac, OMD, Tears For Fears, China Crisis, Aztec Camera... Sobre todo pop inglés, y algo de funk y soul». Siendo un niño también descubrió pronto el baile. «Durante la fiesta de fin de curso de 1º de parvulitos, con 4 años, bailé un tango con una niña de la clase». Otro recuerdo en materia de baile es de cuando tenía 7 años, entregándose al breakdance, con sus vecinos. «Me encantó ver la película homónima y también Beat Street, la banda sonora de ambas es muy buena, mezclando temas de funk, electro y hip hop», asegura alguien que defiende que se puede ser Dj sin saber bailar, «pero es imprescindible poder seguir el ritmo de la música con alguna parte de tu cuerpo».

Kiko Navarro, con sus discos y su maquinaria sonora. |

La gala de tarde de Luna cambió su vida. Se estrenó con un amigo de clase, repetidor, dos años mayor que él. «Imagínate un niño de 12 con otro de 14 intentando entrar en una discoteca. Mi hermano trabajaba en la gala de noche y aunque no le había dicho que iba a ir por miedo a que me dijera que no, ya lo sabía porque a mi madre sí que le pedí permiso y lo había dejado todo arreglado para que me dejaran entrar y me trataran bien. El ambiente era sano y juvenil, de 15 a 20 años más o menos, con música muy buena, la que había en la época». Fue en Luna, la disco del Marítim, donde también conseguiría su primer trabajo, días antes de cumplir los 15. «Yo no daba crédito a esa grandísima oportunidad, al llegar a casa pedí permiso y me dijeron que si no fallaba en el colegio podía empezar. Ahí comencé una historia muy bonita que todavía continúa». Aquella aventura fue una clase magistral, sobre todo, en lo que a disciplina se refiere. «Empezabas como ayudante y haciendo luces, te dejaban pinchar a primera hora cuando llegaba la gente, después era el ‘jefe de cabina’ o Dj principal quien disfrutaba de las mejores horas. Antes de abrir tenías que limpiar la cabina, barrer, fregar, limpiar el polvo, etc., para que luego el otro Dj se encontrara todo reluciendo. Nadie me enseñó a pinchar o el arte de mezclar dos discos, aprendí a fuerza de practicar y fijarme mucho en otros djs», subraya.

"Nadie me enseñó a pinchar. Aprendí a fuerza de practicar y fijarme en otros DJs", confiesa

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Pachá fue otra escuela, la atalaya desde la que aprendió a «mover una pista de baile, a saber qué disco poner en el momento adecuado, a conectar con el público, transmitir sensaciones, establecer un diálogo con cada disco que pinchaba», conocimientos que desde entonces no ha dejado de aplicar, incluso fuera de las pistas de baile, como en su etapa con el equipo Ducati-Marlboro de Moto GP, entre 2008 y 2014. «Fue muy interesante aprender a trabajar para una multinacional, y llevar mi música a un circuito de Moto GP. Artísticamente no aportó mucho pero valió la pena, viajé mucho y conocí mucha gente», señala.

Orgulloso de sus logros, aclara que lo más importante es que después de 31 años «siga viviendo de ello, ese es el proyecto más importante, trabajar disfrutando», pese a la pandemia, que no le impide seguir al frente de su sello discográfico Afroterraneo.

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