Los lectores frecuentes y el tiempo dedicado a la lectura marcaron un máximo histórico durante el confinamiento, pero lo más positivo es que una parte significativa de esos datos se mantuvo a lo largo del año, según desveló ayer el Barómetro de Hábitos de Lectura y Compra de Libros de 2020.

El informe, elaborado por la Federación de Gremios de Editores de España (FGEE) y el Ministerio de Cultura, tiene luces y sombras: suben las personas que leen en su tiempo libre -mayores de 14 años que leen semanalmente- pero el computo total se sitúa en 68,5 %, solo un 0,3 más que en 2019.

Por comunidades, hay que señalar que Balears fue la que registró un menor incremento de lectores en tiempo libre (0,7), pasó de tener un 61,5% de lectores a un 62,2%.

El número de lectores frecuentes se calcula sumando quienes leen en tiempo libre y quienes lo hacen por motivos de trabajo o estudios. Los primeros suben en el año de la pandemia aupados por el confinamiento, pero los segundos caen significativamente del 27,5 % al 23,1%, de ahí que el aumento no luzca.

Los datos analizados antes, durante y después de la pandemia arrojan varias conclusiones: la primera de ellas es que el hábito de lectura mejoró tras el confinamiento, antes la media de horas de lectura era de casi siete horas a la semana, durante los meses de cuarentena subió a 8 horas y media y tras el verano se instaló en 7 y media, media hora más que en 2019.

La segunda es que la lectura fue un bálsamo para quienes recurrieron a ella durante los peores meses de 2020. Según la mayoría de los encuestados, leer libros les ayudó a sobrellevar los peores meses de pandemia.

Pese a estos datos positivos, sigue habiendo una gran número de personas que no tocan ni un libro a lo largo del año: un 36 por ciento, una cifra alta que no se corresponde con la potencia literaria que es España.