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Sebastià Portell: «Leer es disfrutar, aunque a veces lo hacemos para decir que estoy al día de los éxitos»

«La literatura debe mostrar la diversidad de la sociedad, porque cada persona es un mundo y los lectores necesitan este patrimonio»

El escritor mallorquín Sebastià Portell (Ses Salines, 1992).

Acaba de publicar Les nenes que llegien al lavabo, un libro «entre la reflexión y la vivencia» donde el autor mallorquín reivindica el placer y la libertad en la lectura y la escritura, porque es el momento de «poner los ojos en cursiva» y dejar entre paréntesis «los prejuicios y expectativas» de los cánones de la literatura.

¿Quiénes son las niñas que leían en el lavabo?

Somos tú, yo y seguramente quien lea esta entrevista, gente a la que le gusta leer o puede que le haya gustado en algún momento de su vida porque les parecía un acto de libertad y placer.

Afirma que leemos lo que nos dicen y que la vergüenza hace que dejemos de leer lo que nos apetece realmente. ¿Por qué?

¿Por qué hay placeres que son culpables? Como comer ciertas cosas, escuchar cierta música que supuestamente no está bien, en función de valores estéticos del momento. Les nenes que llegien al lavabo invita a hacer lo que te dé realmente la gana, leer lo que te gusta, te interesa, te atrae, ya que la literatura es un espacio donde encontrábamos de todo, aunque vivimos en un mundo en el que nos han racionado la pasión y el gusto, casi lo han prohibido.

Aboga por tener referentes. ¿Es necesaria una orientación?

No una orientación en el tipo de lectura, sino un referente que te anime a leer, lo que quieras, lo tienes que descubrir tú mismo. También hay quien recomienda libros con un gran criterio, pero me refiero a aquellas personas que te recuerdan que importan tus impulsos, tus pasiones, tus gustos. Luego ya lo compararás con lo que interesa a otra gente, pero que no te influya.

«En la lectura no hay reglas universales». ¿Y unos requisitos mínimos?

No. La literatura es cultura, ideas compartidas y representación de la sociedad, una sociedad totalmente diversa, y está bien que la literatura la muestre así, como la expresión mallorquina Tants de caps, tants de barrets. Cada persona es un mundo y no me gustaría que hubiese reglas ni requisitos mínimos, porque se perdería un patrimonio precioso para los lectores. Me importa lo que puedan decir las mujeres, las personas racializadas, los gays, trans y lesbianas, quienes hablan lenguas minorizadas. Todos estos testimonios y pensamientos son muy importantes porque forman parte del mundo y dan una visión que hasta ahora se ha intentado borrar. Hay que concienciarse de que deben existir y ser cuidados.

El entorno social condiciona la voz de un escritor, porque a veces molesta que se escriban ciertas cosas

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¿Hasta qué punto la lectura puede llegar a ser de los actos más políticos, como dice?

Hay libros escritos hace siglos que leídos hoy pueden provocar enormes cambios, aunque sean cambios de pensamiento. Lo que leemos, recomendamos o nos hace tener debates con nuestro entorno es política. El solo hecho de que un libro te lleve a trabajar la empatía o poder entenderte a ti misma hace que veas las cosas de otra manera y, seguramente, te hará actuar de modo diferente.

¿Ya no se escribe «poco a poco y con buena letra»?

En los mejores casos sí, pero leer no tanto. La lectura es crecer, disfrutar, conocer cosas nuevas, aunque a veces tengo la impresión de que lo estamos haciendo de modo compulsivo, buscando los éxitos, modas, para no pasar la vergüenza de decir «este libro no me lo he leído». Parece que tengo que poder decir que yo también estoy al día, a pesar de que eso es antiliterario, debido a que con esta dinámica es difícil disfrutar realmente de la lectura.

¿Cualquiera puede escribir?

A quien le apetezca y sienta la necesidad no es que pueda, es que debe escribir. Eso no quiere decir que después sus textos sean compartidos y publicados por ser o no de calidad según la crítica, o cierta crítica canónica. En eso no entro. De hecho, un capítulo del libro se titula Contra la calidad. Lo puse así para provocar y poner de relieve que debemos empezar a deconstruir el concepto de calidad tradicionalmente construido a lo largo de los siglos, basado en los valores de los que siempre han tenido la voz y el poder.

¿Quién condiciona la voz de un escritor?

Creo que en países donde se respeta de verdad la libertad de expresión son los escritores los que se condicionan a sí mismos. Es algo muy delicado porque te puede llevar a la autocensura, que a veces es mucho más dura que la censura. Y hay más dinámicas, como por ejemplo el mercado u otras más soterradas, sibilinas, las del entorno social, es decir, de raza, género, lengua, clase social... Otro capítulo se titula Quién te piensas que eres y es la frase que le decían a menudo a Alice Munro, Nobel de Literatura, cuando ella contaba que escribía. Hay gente a la que molesta que se escriban ciertas cosas y eso condiciona a veces la voz de un escritor.

No es el primer ensayo en los últimos tiempos sobre libros y el placer de la lectura. ¿Necesitan ser reivindicados?

Por supuesto. La literatura es más necesaria que nunca. Pese a que parezca un mundo pequeño, que no llegue a ningún sitio, es poderosa y hay que defenderla. Sin libros no hay cambios y ni los conocimientos y experiencias se compartirían. Si se muere, todos estaremos tocados de muerte.

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