"Tuve mi primer hijo a los 38 años, un bebé con cólicos que no dormía de noche. No estaba preparada para los rigores de la crianza […] y entré en una crisis". Así describe Moyra Davey su maternidad. Hace 20 años, la crisis la llevó a reunir textos de 31 escritoras de la talla de Margaret Atwood, Ursula K. Le Guin, Doris Lessing, Toni Morrison o Sylvia Plath en un libro que generó un diálogo sin tapujos sobre la experiencia de ser madre. Coincidiendo con la publicación de la edición completa de 'Maternidad y creación' por la editorial Alba, la artista vuelve a aquellos años tan complicados emocionalmente con una mirada más fría.

Cada año nacen 95 millones de bebés y cada nacimiento es una experiencia distinta. ¿De qué maternidades se ocupa el libro?

Tratan de la maternidad desde el punto de vista de las madres artistas, sobre todo escritoras. Muchos de los ensayos y memorias hablan de los complejos malabarismos que implica ser madre y dedicarse a escribir o al arte.

¿En qué es distinta la maternidad de una artista?

Generalmente las artistas piensan en su trabajo todo el tiempo. Puede que algunas tengan horarios, pero yo estoy siempre pensando en mi trabajo y cuando tienes un hijo se produce un desajuste brutal.

Los nacimientos están bajando drásticamente. Espero que su libro no tenga nada que ver...

¡Oh, Dios! No lo creo [ríe]. Uno de mis textos preferidos es un ensayo de Mary Gaitskill, que decidió no tener hijos pero acogía a niños pobres en su casa. Durante una meditación tuvo una visión de que todas las mujeres, incluso las que no tienen hijos, tienen esa cualidad de madres.

Hace 20 años era chocante leer cosas como: "Ser madre te rompe la vida. No puedes abandonar a tus hijos porque los amas, pero cuando estás con ellos los odias". Ahora hay muchos libros sobre las malas madres.

Sinceramente, no los he leído. Pero cuando se escribieron muchos de los textos de 'Maternidad y creación', en los años 60 y 70, la vida era más complicada para las mujeres, el patriarcado era mucho más duro. Ahora, en general, las cosas han evolucionado a mejor. Se ha reconocido la maternidad como un trabajo y no como un imperativo biológico, hay más apoyo y empiezan a compartirse las obligaciones que implica tener hijos.

Sin embargo, gran parte de lo que se publica hoy no te estremece hasta el tuétano como los textos Sylvia Plath, Susan Griffith o Jane Lazarre.

Porque estas mujeres realmente llegaron al corazón de los sentimientos de la maternidad que la mayoría de gente no quiere ver: la rabia, el odio… Es muy difícil hablar de esto y ellas encontraron la manera de hacerlo.

¿El "nudo materno", como decía Lazarre, sigue ahí?

La ambivalencia de la que hablaba Lazarre sigue ahí para algunas mujeres, particularmente las artistas, porque se desgarran entre la necesidad de hacer su trabajo y el deseo de cuidar y amar a los hijos. Estas dos cosas compiten entre ellas y es muy difícil encontrar el equilibro. Sigue habiendo mucha culpa y arrepentimiento.

Ahora hay hombres transexuales que dan a luz. ¿Cómo encaja su libro en esta nueva realidad?

¿Ah sí? Bueno, creo que puedes ser transexual, tener un hijo y experimentar el mismo conflicto porque los primeros años te consumen, el bebé depende totalmente de ti y es una responsabilidad enorme. Estos sentimientos de ambivalencia los puede sentir cualquier persona, no están determinados por el género.

En 1992, se plantearon una serie de preguntas a un grupo de madres artistas. Me gustaría hacérselas a usted ahora. La primera era: ¿La maternidad ha cambiado la forma en cómo reacciona la gente ante su trabajo?

Mi trabajo nunca ha tenido relación directa con la maternidad. La única vez que traté el tema, mi hijo ya tenía 18 años. Lo único que tuve que aguantar fue un comentario estúpido de una mujer coleccionista. Me dijo: "Espero que ahora no empiece a tener hijos", en el sentido de que dejara de hacer obra y desapareciera.

La segunda: ¿La maternidad ha afectado su carrera?

No lo creo, trabajé muy duro para que eso no pasara.

La tercera: ¿Dejó de trabajar para cuidar a su hijo?

[Suspira] Recuerdo que le dije a todo el mundo que volvería a mi estudio a las dos semanas [de parir] y todos me miraron con escepticismo, aunque nadie dijo nada. Nadie te dice lo duro que es, pero puedes ver la duda en sus caras. Intenté volver al estudio a las dos semanas, pero fue difícil. Visto en retrospectiva, pienso que no tendría que haberme presionado tanto para volver.

¿Qué ocurrió?

Se produjo un conflicto y una lucha muy dura conmigo misma. Tuve la necesidad de ser artista desde los 10 años, el arte ha estructurado mi vida, ha sido lo que me ha mantenido siempre cuerda y con los pies en la tierra. Tener que cambiar todo eso de golpe a los 38 años fue muy duro. La maternidad es un trabajo pesado y a menudo es repetitivo, aburrido y agotador.

¿Cuánto tardó en volver al estudio?

Intenté hacerlo enseguida, mientras mi marido se quedaba con el niño, y luego contratamos a una canguro. Vivíamos en un 'loft' en Nueva Jersey y mi estudio estaba separado de la vivienda por una puerta de cristal. En cuanto cruzaba la puerta, mi hijo venía tras de mí y aporreaba la puerta. ¡Quería a su madre!

La última pregunta del foro de artistas de 1992: ¿La maternidad la ha ayudado creativamente?

Me dio algo emocionalmente que alimentó mi trabajo. En toda su complejidad, la maternidad te hace una persona distinta, creo que más fuerte.

¿Cómo es la experiencia de tener un hijo adolescente para una madre artista? No hay mucho escrito sobre esto.

Hay personas que crean un vínculo con sus hijos desde el minuto cero y lo mantienen durante la adolescencia, pero en mi caso no fue así. Mi hijo y yo éramos muy distintos y el vínculo no fue fácil. Pero cuando se estaba preparando para ir a la universidad me invadió la tristeza porque pensaba que no lo vería en años. Esto me resultaba muy difícil de aceptar y me llevó a hacer el vídeo 'Hamlock Forest', que ahora se expone en el Museo Artium de Vitoria.

¿Cómo cree que ha afectado a la maternidad la nueva ola feminista?

Cuanto más hablen las mujeres de sus vidas y de sus experiencias más aumentará la conciencia sobre qué significa ser madre y mejorarán las cosas.

Marguerite Duras afirmó que la maternidad implica una disolución del ego.

Puede ser, sí. Pero para eso la madre tiene que entregarse por completo, o quizá eso pasa sin que podamos controlarlo, no lo sé. Creo que esta disolución del ego existe, aunque algunas mujeres luchan contra ello, y creo que es bueno que exista.