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Marisa Mateo, de oro en Atlanta’96 a dirigir el Conservatorio de Danza Carmen Amaya

La coreógrafa mallorquina está al frente de uno de los tres centros públicos de Madrid dedicados a formar bailarines profesionales

Marisa Mateo comenzó con el ballet clásico en la reconocida escuela Juanjo Castaño, en el centro de Palma.

A la mallorquina Marisa Mateo le van los retos. Durante el verano de 1994, estaba tranquilamente descansando en la isla con su hijo de un año cuando le propusieron ser la coreógrafa de la Selección Nacional de Gimnasia Rítmica. Y en las Olimpiadas de Atlanta’96 obtuvieron la medalla de oro en la modalidad de conjuntos. «Fue el colofón a muchos éxitos, como los campeonatos de Europa y del mundo», destaca. Y tras esa etapa «intensa y maravillosa» que duró cuatro años, se especializó en la docencia de la danza, aunque no se desligó de la coreografía, ya que preparó a la reconocida gimnasta Almudena Cid. Ahora tiene un nuevo reto, porque la bailarina y coreógrafa palmesana afronta desde este curso la dirección del Conservatorio Profesional de Danza Carmen Amaya, uno de los tres públicos de Madrid.

Ha llegado en el momento más difícil, tras un confinamiento y con clases semipresenciales para unos 300 alumnos. «El bailarín o estudiante de danza lo único que quiere es volver cuanto antes, ya que necesita su aula, su suelo, sus espejos, sus barras y su maestro, porque la danza es movimiento, no teoría», afirma. No obstante, asume con ilusión una etapa en la que «los recursos digitales, como las aulas virtuales, son básicos y acabarán quedándose cuando volvamos a la normalidad porque sirven para completar la formación, ya sea con vídeos o teoría». Antes de dirigir el centro, fue jefa de estudios y coordinadora de TIC, por lo que tiene experiencia e ideas para superar algunos de los problemas con alternativas: «Como no podemos hacer galas de danza de los estudiantes de los últimos cursos, queremos dar a conocer el Conservatorio por las redes sociales con vídeos de los alumnos bailando», dice sobre un lugar «desconocido para muchos niños a los que les encanta esto y no saben dónde acudir».

El equipo de Gimnasia Rítmica en la gala inaugural de las Olimpiadas.

Marisa Mateo Esclapés bailó «desde siempre» y tras las clases extraescolares en Madre Alberta, acudió a la reconocida academia Juanjo Castaño, que estaba en el casco antiguo. Un verano le dio un curso Luis Fuente y le «abrió las puertas para salir fuera, ya que el aprendizaje de la danza en Palma era limitado si querías acabar siendo profesional», relata sobre la década de los 80. Por ello, con casi 16 años se trasladó a Madrid y se formó con Fuente, Carmen Roche, Lola de Ávila y otros. La docencia siempre le interesó y su primer trabajo como maestra fue en la Escuela de Ballet de África Guzmán, hasta que llegó a lo más alto con el oro de Atlanta’96.

El equipo de Gimnasia Rítmica en el vestuario tras ganar la medalla.

Marisa Mateo (i.) con la entrenadora y la seleccionadora. B. VÁZQUEZ

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