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¿Qué fue de los artistas que triunfaron en los ochenta?

La generación de creadores mallorquines que florecieron a final del siglo XX ha visto reducida su visibilidad ante el avance del talento emergente y los cambios en el mercado del arte

La exposición colectiva itinerante ‘Baleàrics’, en la que participan artistas de la generación de los 50 y 60. A. Torres

La novedad frente al peso de una trayectoria. Algunos de los artistas que vivieron la eclosión de las artes plásticas en las décadas de los 80 y los 90 reflexionan sobre el lugar que ocupan en el nuevo siglo

¿Qué ha ocurrido con la generación de artistas mallorquines que triunfaban en los 80 y los 90? Una larga nómina de pintores y escultores nacidos entre las décadas de los 50 y los 60 ha ido perdiendo presencia en los últimos años ante el avance del talento emergente, el olvido institucional y las nuevas dinámicas del mercado del arte. El fenómeno sorprende y no tiene una única explicación: la irrupción de nuevos lenguajes, la visibilidad basada en la presencia en redes sociales, el nuevo rol de las galerías y, claro está, la circunstancia personal de cada uno. De un lado la trayectoria de décadas, de otro la novedad, pero quizás no es cuestión de elegir entre lo uno y lo otro sino de convivir.

«A partir de los 80 y los 90 hay una eclosión y tuvimos la suerte de que la sociedad también había eclosionado», dice el escultor Joan Costa. En ese contexto de cambio social y político se abrieron numerosas galerías y se activaron las ganas de comprar arte. «Los que nacieron entre los 50 y los 60 son la gran generación de pintores, los que abrieron el camino. Ahora no tienen el respaldo social que merecen», menciona Antoni Torres quien ha comisariado algunas colectivas del grupo. El Taller 6A también sigue trabajando con ellos y recientemente le ha dedicado una muestra a Mateu Bauzà, pero lo cierto es que artistas como María Carbonero no han tenido una gran exposición desde 2010.

Alícia Llabrés y Lourdes Sampol, fotografiadas en Palma durante la presentación de una exposición.

A pesar de todo, este colectivo no se instala en la queja. El pintor Luis Maraver cree así que «nuestra generación vivió tiempos muy buenos, se invertía más en arte» y recuerda que «Mallorca destacaba en ARCO, iban cinco o seis galerías que llevaban artistas mallorquines. Ahora no». Otro factor que ha propiciado el cambio es que «el coleccionismo está dormido» a juicio de Costa. Maraver se detiene a analizar que «la galería de arte ha perdido mucha importancia» al tiempo que «el pintor, incluso a nivel de oficio, está menospreciado. El que sabe pintar no se valora en absoluto. Ni siquiera es una queja, es una evidencia. Hoy día se valoran más las nuevas tendencias, las performances y las instalaciones».

El pintor Luis Maraver en su estudio.

Para Menéndez Rojas, no es nuevo el hecho de que se preste más atención a los jóvenes artistas: «Siempre ha sido así, pero desde ahora ha aumentado exponencialmente, hasta el punto de que lo otro es residual. Lo de las trayectorias es una cosa que pasa», y añade que «durante toda mi carrera no he tenido una exposición en el Solleric o en Es Baluard. No me quejo, la culpa es mía».

Menéndez Rojas, frente a una de sus obras.

Esa falta de respuesta institucional podría estar más cerca de remediarse. Al menos en lo que al Casal Solleric se refiere. Su directora Aina Bauzà confirma que «está dentro de mi proyecto hacer una gran exposición colectiva de esta generación, pero ya tendrá que ser en 2023. Será en cualquier caso una exposición de investigación, de tesis». Bauzà considera que son muchos los factores que pueden haber condicionado la falta de presencia de este grupo y reconoce que el mundo del arte tiende a visibilizar lo nuevo. «Se tienen que recoger todas las aportaciones. En aquellos años se asumieron riesgos, era momento de investigar, de proponer novedades. Se tiene que poner en valor. Me interesa la recuperación para saber qué significó. El trabajo está ahí, aunque esté escondido y es importante conocerlo para los artistas de ahora».

Imma Prieto, directora de Es Baluard Museu, coincide en que es necesario «revisitar y ubicar de nuevo» a los artistas de esta generación de quienes todavía no se ha escrito su historia. «Es Baluard ya ha dedicado exposiciones a algunos de ellos, pero me gustaría no repetir y abrir nuevas lecturas y líneas de discusión. Cuando hablo de arte hablo de ideas y estoy convencida de que hay que escribir un nuevo relato porque se ha dejado a mucha gente fuera». Prieto considera que éste es un buen momento para echar la mirada atrás: «Ya han pasado 40 años y lo más importante es que están vivos y se puede hablar con ellos. Podemos interpretar a partir de su obra y de su memoria».

Mercedes Laguens fotografiada en la galería ABA Art.

En los últimos veinte años se ha producido un cambio que ha afectado a todos los procesos del arte, la visibilidad se ha vuelto imprescindible y las redes sociales una herramienta poderosa que debe manejar el propio artista para su promoción. Costa menciona que «con las nuevas tecnologías se han abierto nuevos caminos para interrelacionarse. Antes, la divulgación de tu obra se llevaba a cabo por diversas vías. El camino eran las galerías y los marchantes que te acompañaban», rememora. Antoni Torres cree que «hoy en día lo importante es la visibilidad, si no, estás desfasado y aislado». Para Costa, en cambio «exponer en una galería todavía es importante socialmente. Virtualmente hay matices que se te escapan».

Por su parte, Menéndez Rojas rechaza la sobrexposición aunque admite que se ha producido un cambio radical en lo que es la forma de presentar la obra: «Yo tengo pudor, quiero que lo que presente esté depurado, para ofrecer algo. Valoro el silencio, el silencio de imágenes. Para ser consecuente debería dejar de trabajar. Hay gente que sí lo hace, son más modernos o más tendentes al espectáculo, se expresan más en ese aspecto», argumenta. Luis Maraver coincide en que «no estamos al día en la forma de visibilizar nuestro trabajo. Forma parte de los tiempos que vivimos, si mi obra se ve más tendrá más repercusión», argumenta.

El escultor Joan Costa.

Un paso a un lado

Sea como sea, el grupo comparte la sensación de haber vivido un buen momento en el inicio de sus carreras y la compresión de que también debe haber espacio para los artistas emergentes. «Hay jóvenes que están haciendo un muy buen trabajo, habrá una renovación, una nueva generación que representará la cultura» opina Costa.

«Nosotros teníamos un arte acompañado. Ellos están solos y sin recursos», argumenta la pintora Alícia Llabrés, para quien debe ser prioritario apoyar a los que vienen detrás. Sin embargo, no niega que hay una falta de atención de la parte pública: «Se podría hacer todo si se invirtiera más en cultura», y añade que «se trata de cuidar la memoria, es interesante tanto para los mayores como para los jóvenes, pero en estos momentos de recursos tan limitados, es importante cuidar a los jóvenes que son el futuro». Cree que «lo ideal es que hubiera un diálogo entre generaciones. Que se pudiera ver en directo una obra hecha en los 80, pero no hay recursos y como sociedad no tenemos clara la importancia de la cultura». Lourdes Sampol reitera el sentimiento de olvido y se muestra pesimista porque «el mundo del arte está mal para todo el mundo. A nivel institucional se centran en los jóvenes y debería tener un valor haber estado pintando y trabajando toda una vida», argumenta.

Para Mercedes Laguens ocurre que «a partir de un cierto recorrido, la visibilidad está puesta en los jóvenes. Tengo percepción de cambio generacional, como ha pasado siempre», menciona la pintora. «Hay convivencia, no le doy mucha importancia, pero las instituciones deberían tenerlo en cuenta». Considera, sin embargo, que debe hacerse esta labor de visibilización desde los museos. «Cuando se hace una revisión o una puesta a punto de las colecciones, habría que recurrir a los mayores y ponerlos a la vista, hacer un análisis de nuestra cultura: qué hacen ahora, cómo influyeron. A nivel institucional se debería hacer: volver a ver, darle un valor, no olvidarnos, aunque creo que hay que hacer sitio a todo el mundo».los artistas. El grupo de artistas que nacieron en la década de los 50 y 60 florecieron a final del siglo pasado, favorecidos por los cambios que se produjeron en la sociedad y en el mundo del arte.

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