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La traducción vive un ‘boom’: los autores de Mallorca conquistan nuevas lenguas

La literatura hecha en la isla se abre paso en países y culturas hasta el momento inexplorados de todos los continentes

Un hombre en el stand dedicado a la literatura catalana de la Feria del Libro de Fráncfort de 2007, año en que fue invitada de honor.

La traducción de autores mallorquines vive un momento dulce. La reciente publicación de la versión francesa de Lovely de Antònia Vicens no es más que un ejemplo del creciente interés por nuestra literatura fuera de nuestras fronteras. La Premio Nacional de Poesía en 2018 ya ha visto traducidas al alemán y al castellano algunas de sus obras, pero esta es la primera vez que se editará su poesía en el país galo. Biel Mesquida también inició su propia aventura editorial en Francia con la publicación de Llefre de tu (Ogre de toi). Su traductora, Annie Bats, obtuvo por este trabajo el premio a la mejor traducción concedido por la Fundació Ramon Llull. «Está en marcha una traducción al ruso de Llefre de tu, pero no estará lista hasta dentro de un año», apunta Mesquida. Próximamente la editorial Dos bigotes publicará la versión castellana de L’adolescent de sal, el primer libro del autor quien considera que no hay una verdadera política de traducciones. «Está muy dejado y es muy precario. Culturas pequeñas como la danesa o la finesa lo primero que hacen es traducir a sus autores a todo tipo de lenguas, grandes y pequeñas. Bastaría con copiar estos mecanismos», argumenta. Para Mesquida las subvenciones no son suficientes: «Una política institucional de traducciones es otra cosa. Yo no me he parado, estoy en la trinchera y todo lo he conseguido por mí mismo. Me considero maltratado porque creo que mi obra debería estar traducida», enfatiza.

La visión de Mesquida contrasta con la del Institut d’Estudis Baleàrics, IEB, que ha recibido una «avalancha de peticiones» para su línea de subvenciones a la edición, un apartado en el que se incluyen las ayudas a la traducción de autores isleños, tanto en lengua castellana como catalana. La pandemia, lejos de haber frenado la producción, parece haber sido un revulsivo para el mundo editorial: «Tuvimos que ampliar el crédito, también en la convocatoria de obra científica y divulgativa», explica Cristina Gaviño, técnica del IEB. La línea de ayudas a la edición que abarcaba de final de 2019 a principios de 2020 tuvo una asignación de 100.000 euros, y se amplió el pasado mes de julio con 240.000 euros más. De este total, unos 170.000 euros se han destinado a cubrir los gastos generados por la traducción que también incluyen la adquisición de derechos de autor, gastos de impresión, diseño y maquetación. Carme Riera, Sebastià Portell, Carles Rebassa, Llorenç Villalonga, Sebastià Bennàssar y Miquel dels Sants Oliver son algunos de los autores cuyas obras podrán leerse en idiomas como el árabe, en el caso de Bonet, Riera y Rebassa; o el castellano -Bennàssar y Oliver, o el inglés en el caso de Villalonga.

El libro ilustrado infantil vive su particular época dorada internacional. Autores como Canizales se leen en Brasil, Oriente Medio, Estados Unidos o Italia. Aina Bestard en Polonia, Chile, Corea del Sur y Francia o Víctor Escandell en China, Ucrania, Polonia, Países Bajos y Hungría; son los casos más llamativos, pero también están en marcha ediciones en otros idiomas de Linhart, Iván Mata, Julio Fuentes, Violeta Lopiz, Nívola Uyà y Andreu Llinàs. En cómic, Pau se traduce al ruso y Tomeu Seguí en portugués y en sueco junto a Gabi Beltrán. Por su parte la joven autora Anabel Colazo ha sido traducida al francés.

Los autores baleares en lengua catalana también pueden acogerse a las subvenciones del Institut Ramon Llull. En la última convocatoria de esta institución se beneficiaron escritores como Carme Riera, Blai Bonet, Antònia Vicens, Llucia Ramis y Canizales, entre otros. A esta nómina hay que añadir otros creadores que quizás no se han acogido a las ayudas, pero que van haciendo su camino. Es el caso de Guillem March que verá editado en Estados Unidos su libro ilustrado Karmen.

Biel Mesquida señala la falta de una política de traducciones que vaya más allá de las subvenciones

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Para Jaume C. Pons Alorda, escritor y traductor, la traducción de una obra va más allá del mero hecho de que pueda ser leída en otro idioma: «Es una oportunidad de relectura y resituación, es un diálogo, un intercambio constante y muy fructífero». Pons Alorda cree que los ejemplos de Vicens y Mesquida demuestran que «en Francia están haciendo un muy buen trabajo con nuestros autores» al tiempo que hace notar que «han desaparecido los prejuicios de los editores extranjeros hacia la cultura catalana» y menciona otros autores mallorquines cuyas obras serán trasladadas a otras lenguas como el poeta Àngel Terron que pronto podrá leerse en inglés. Pons Alorda, que ha traducido entre otros a Walt Whitman y William Wordsworth, se detiene en definir el oficio como «un acto de fe, de locura y de generosidad, de necesidad de creatividad» y hace suyas las palabras de Umberto Eco cuando dice que «la traducción es la lengua de Europa» para añadir que lo que une al viejo continente «no es la economía sino el pensamiento y la creación literaria». Considera que es igual de importante que nuestros autores penetren en otros países como que lleguen aquí versiones tanto de clásicos como de escritores jóvenes. En este sentido valora en positivo la situación editorial de Balears: «No tenemos que envidiar a nadie. Hay buenas editoriales, buenas traducciones y buenos autores. Lástima que los políticos no estén a la altura», concluye.

El escritor Sebastià Portell, que pronto verá publicada en Francia su pieza teatral Transbord, ya ha experimentado la satisfacción de captar lectores en España y América Latina gracias a la versión castellana de Ariel i els cossos: «Me he reafirmado en la idea de que escribir en catalán no significa no llegar a otros países. Me he sentido premiado». Portell, que se estrenó como traductor trasladando del gallego al catalán la novela Diario dun enterro de Gonzalo Hermo, opina que es «un signo de normalidad» que se traduzcan la obras de una determinada cultura y menciona la importancia que tiene no solo para los autores sino también para los lectores. «El traductor cumple además una labor prescriptora», añade.

«La traducción es uno de los aspectos fundamentales de la literatura», dice Sebastià Alzamora. Traducido a idiomas como el castellano, esloveno, francés, hebreo, italiano y portugués, el llucmajorer dice que la literatura es «una conversación de todos con todos» y destaca que la literatura catalana «hace tiempo que se traduce y está en los circuitos, ya no es una rareza, pero que se hagan nuevas versiones depende de los editores, aunque las instituciones pueden ayudar». En este sentido señala las ayudas que ofrece el Institut Ramon Llull o el IEB y aclara que «todos los libros de todas la literaturas reciben ayudas a la traducción». Considera que «se ha puesto en valor el trabajo del traductor, que ya era necesario. También son escritores y tienen valor literario. Escoges el libro por el traductor, o al menos yo lo hago, y es de justicia que se reconozca su labor, también en términos económicos», argumenta.

Para José Carlos Llop, «el destino de toda literatura es ser traducida» . El escritor, que ha visto editadas en Francia todas sus novelas, también ha sido traductor de Blai Bonet, Biel Mesquida, Marià Villangómez o Derek Walcott. Opina que con la traducción se cumple el destino mismo de la literatura que hace de lo local algo universal: «Su misma lógica empuja a que acaben siendo vertidos a otras lenguas» y pone como ejemplo que «no entiendo la Odisea sólo en griego ni El cuarteto de Alejandría solo en inglés. El escritor escribe para sí mismo y para el mundo. Es universal en esencia». Para Llop, «la literatura es la memoria y la lengua de Europa» y resalta que «una literatura que se conoce a sí misma conoce a las otras. El escritor es contemporáneo del pasado y del presente y, por su oficio, es contemporáneo del futuro».

Antoni Xumet, traductor, poeta y editor, recorre desde el sello Quid Pro Quo el camino inverso. Su apuesta es conformar un catálogo de traducciones de autores que todavía no habían sido traducidos al catalán o de obras descatalogadas. Director editorial de El Gall, Xumet señala que Quid Pro Quo se creó en 2018 precisamente para dar más visibilidad a las traducciones que estaban publicando en la editorial matriz. Aunque en su catálogo incluyen celebradas versiones de Kafka, Becket, Balzac, Tavares y Cocteau, Xumet apunta que también buscan incorporar a voces nuevas «que pensamos que pueden aportar alguna cosa» o rescatar antiguas versiones como la que firma Josep A. Grimalt de La Princesa de Clèves de Madame de La Fayette. «El objetivo no es tanto la lengua en la que está escrita la obra original sino su calidad. El mercado catalán es el que es y está limitado por muchas cosas», señala Xumet, para quien los traductores son esa figura esencial que ha hecho posible que podamos leer obras maestras como Anna Karenina. «Su labor es literariamente muy compleja. Ha de sonar bien y ser fiel al original», apunta.

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