Rabah Ourrad, líder de una exitosa banda de rap argelina de los años 90, MBS, pionera del hip hop norteafricano, está considerado una auténtica eminencia en su país natal, Argelia, por sus canciones, combativas y punzantes con el poder, y también por la cocina, profesión que abrazó a su llegada a Francia a los 21 años (hoy tiene 43), gracias a su fichaje por Island Records, el sello de Bob Marley que le llevaría a recorrer medio mundo como cantante. La pandemia le sorprendió al frente del Mim, el restaurante del Hotel M-Suite de Argel en el que trabaja tras su paso por templos gastronómicos como el Ledbury, con dos estrellas Michelin, o el Wormwood de Notting Hill que él mismo fundó en 2014. Desde el 21 de marzo de 2020, su actual restaurante está cerrado, como también lo está el aeropuerto que le imposibilita moverse por Europa. Sin embargo, el coronavirus no le impide seguir enfrentándose a nuevos retos: continúa tomando pedidos para grabar recetas para las redes sociales, porque su popularidad se disparó tras formar parte del jurado de MasterChef Argelia en dos ediciones, y anuncia un nuevo disco, Muqawama (Resistencia, en árabe), un ambicioso proyecto que se gestó en Mallorca hace tres años, entre Sineu y Son Dameto (Palma), y en el que participan destacados músicos de la isla.

Uno de esos músicos es Puter (José Miquel Puigserver). Siempre interesado en descubrir nuevas culturas y experimentar, el azar le llevó hasta la puerta de Rabah. Corría el año 2017 y el rapero acababa de instalarse en Sineu, precisamente el pueblo en el que también reside el bajista de Satellites. «Le conocí gracias a su mujer, Anabel, que trabaja como actriz y vino a hacer unas cosas de doblaje a mi estudio. En mi mente hago hip hop, le comenté, aunque le dejé claro que yo no era ningún rapero», recuerda Puter, un enamorado del funk y un admirador del género que encumbró a Rabah. El cantante argelino, que había aterrizado en Mallorca tras una larga temporada de éxitos en Londres, como el que saboreó en Sketch, el restaurante del francés Pierre Gagnaire, se dejó llevar por la curiosidad y un buen día telefoneó a Puter. La chispa se había encendido.

Àngel Garau, Rabah Ourrad y Puter, durante su viaje a Argel en 2019.

Àngel Garau, Rabah Ourrad y Puter, durante su viaje a Argel en 2019.

«La primera vez que vi a Puter pensé: este tío, con estos pelos, seguro que es muy hard rock. Y cuando descubrí su estudio me dije: este lugar es increíble para crear», confiesa Rabah, quien llevaba cierto tiempo alejado de la música: su última grabación se remontaba a 2010 y el último concierto lo había dado en 2012, en Marrakech. «Para mí lo más importante es vibrar, crear un universo, algo que fui haciendo con ellos a partir de un ritmo que me iban dando, de riffs y de grooves. Poco a poco, todo fue fluyendo. No fue difícil con alguien tan dotado para la pedagogía como Puter», subraya.

El resultado de este viaje musical y de hermandad, en el que también estuvo presente desde el inicio Àngel Garau, el batería del grupo Da Souza, al que ya le llaman Cheb Melek, son horas y horas de grabaciones, con sesiones incluidas en Argel, en el Studio Casbah de Badri Zouani, donde los tres músicos se rodearon de excelentes instrumentistas como Kair Eddin Mekachiche (violín), Fateh Akili (mandol), Tayeb Drifoul (teclado) y Khaled Benredjadl (percusiones), además de los integrantes del grupo El Dey, para enriquecer canciones que viajan hasta la esencia de la música andalusí, con el funk como base y con el trip hop, el afrojazz, el rock, cantos tradicionales mallorquines y la música gnawa como ingredientes esenciales. Un cruce de lenguajes en el que también dejan su impronta Álex ‘Tertön’, Rubén Montoya (violín y charango), el trompetista argentino Pablo Volt ‘Pope’, el cantaor flamenco Jordi Fornells, el guitarrista punk Juanmi Bosch (Cerebros Exprimidos) o el bajista finlandés Sami Yaffa, reconocido por su trabajo para bandas históricas como New York Dolls o Hanoi Rocks.

Muqawama, la ‘resistencia’ musical que tiende puentes entre Argelia y Mallorca

«Nuestra música es una torre de Babel. Canto en árabe clásico, árabe argelino, lenguas bereber, español, inglés, hay coros en francés e incluso un tema en catalán. Con el rap cantaba canciones muy de protesta, pero tras veinte años de exilio he llegado a la conclusión de que no quiero juzgar, sino ofrecer una lectura positiva. Artrosis, por ejemplo, es una canción que me hace feliz cuando la escucho, al igual que la ecológica Tilted», comenta. «Siempre me ha interesado la música étnica. Nunca quise encerrarme en el rap. Mi deseo es descubrir nuevas músicas y comunicarme con otros pueblos», añade el rapero.

«Nos hemos puesto unos márgenes invisibles para seguir un camino musical. Buscamos algo nuevo pero no es algo forzado ni impostado», apunta Puter, ilusionado con unas canciones «hechas con las tripas» que rompen «con muchas reglas» y que persiguen un fin: «Lo importante es que la música sea alegre, porque el mundo ya está lleno de mierda».

«Me siento como un aprendiz entre dos maestros», confiesa Àngel Garau. «Trabajamos de modo diferente a la industria. Yo veo a Rabah y a Puter como dos agricultores. Lo que hacen tiene un sentido místico», afirma.

Muqawama, la ‘resistencia’ musical que tiende puentes entre Argelia y Mallorca

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Todavía no está definido el formato en el que verán la luz las canciones de Muqawama. Se baraja sacarlo en plataformas digitales y a su vez en vinilo. El disco incluirá diez cortes y como título provisional figura el de The Profekt.

Estableciendo un símil con la cocina, Rabah asegura que la música de Muqawama es «como el agridulce, el sabor más difícil de alcanzar» en un plato, para el cual se necesita «un equilibrio perfecto», y con el que resulta fácil «caer en algo incomestible».

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A la espera de que la pandemia cese y el gobierno argelino restablezca las conexiones aéreas, Rabah seguirá entregándose a los fogones, a sus pedidos online, con un ojo puesto en su equipo de cocina y el otro, en el drama de las pateras, un horror que le produce insomnio. «Las pateras no dejarán de llegar a Europa. Ya puede convertirse media España en una gran aduana pero no pararán a toda esa gente que busca su libertad. La visión de occidente es obsoleta. Los distintos gobiernos son, bien por su incompetencia o corrupción, fábricas de pateras», lamenta.

Un "chico raro"

Rabah Ourrad (centro), con Puter y Àngel Garau durante el viaje que hicieron a Argel en 2019 para grabar. A la derecha, el logo del grupo Muqawama, obra de El Gato.El interés de Rabah por el arte tiene sus orígenes en su infancia. «Fui un chico raro en la escuela», dice. «Era una persona buena pero no dejaba de hablar. Me interesaba mucho la poesía árabe. El chico que escribe, me llamaban en primaria», recuerda con una sonrisa. Hijo de un padre emprendedor que no temía invertir y de una madre «analfabeta que hablaba en forma de poemas», descubrió el hip hop a los 17 años, durante su etapa en el liceo. «Cuando les dije a mis amigos del barrio que iba a hacer hip hop con textos en árabe se rieron de mí. Ellos solo escuchaban hip hop norteamericano». Rabah rió el último. Poco después publicaba el primer álbum de rap en árabe en la historia de la música y firmaba un contrato con Island Records, el mismo sello en el que estaban The Pogues y el rey del reggae, Marley. «Al entrar en la compañía nos dieron, a modo de regalo, todos los discos de Marley y de Khaled», apunta entre carcajadas.