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Elizabeth Day, la invitada

Su cuarta novela, ‘El invitado’, publicada por Duomo Ediciones, es su primera traducción al español u «Estoy emocionada porque amo España»

Elizabeth Day, la invitada

Entrevista. La británica explica cómo se hizo escritora: «A los doce años escribí a todos los periódicos locales diciendo que necesitaban una columnista infantil y que yo era su chica»

Elizabeth Day es autora de cuatro novelas y de dos trabajos de no ficción. Además de ser la conductora (y creadora) del exitoso podcast How To Fail, es la copresentadora del club de lectura televisivo Sky Book Club. Recientemente también fue anunciada como una de las cinco jueces del Women’s Prize for Fiction 2021, uno de los premios literarios más prestigiosos otorgado anualmente al mejor libro de ficción escrito en inglés por una mujer. Hablo con Elizabeth Day a través de nuestros ordenadores durante la segunda cuarentena nacional de Inglaterra, que finalizó a principios de diciembre. Desde su casa Day habla con naturalidad, y con cierta musicalidad, sobre su niñez durante el conflicto norirlandés, sus años en Cambridge o por qué renunció a un trabajo ideal.

Elizabeth nació en Surrey, al sur de Inglaterra, y a los cuatro años se mudó al norte de Irlanda con su familia cuando su padre consiguió un trabajo como cirujano general en la ciudad de Derry. «Era 1992, todavía estallaban bombas», recuerda Day refiriéndose a «Los Problemas» que enfrentaron a los unionistas de Irlanda del Norte partidarios de preservar los lazos con el Reino Unido contra los republicanos partidarios de la independencia. Elizabeth era demasiado joven para entender la situación «pero recuerdo el entorno muy diferente porque había controles militares de camino a la escuela y hombres en la calle con grandes armas». Durante esos años, tener un acento inglés en Irlanda era visto, en ciertos sectores, como hablar como los golpistas: «Era muy consciente de que mi voz me marcaba como forastera», afirma. Durante esta convulsa etapa llegó a la conclusión de que era mejor no hablar. Encontró refugio en la literatura y «ahora estoy agradecida a esa experiencia porque hablar menos significaba que escuchaba más, y al escuchar observé que algunas de las cosas más importantes no se dicen».

Desde muy joven, Day supo que quería ser escritora y porque «cuando eres niño no sabes todas las cosas que pueden salir mal». A los 12 años escribió a todos los periódicos locales diciendo que necesitaban una columnista infantil y que «yo era su chica». El editor del Derry Journal se interesó en ella porque «obviamente le divirtió bastante mi carta y pidió conocerme». Así la jovencísima periodista consiguió una columna quincenal «donde escribía sobre cosas que me interesaban». Con su primer sueldo se compró un par de botas Doc Martens.

«De pequeña me di cuenta de que algunas de las cosas más importantes no se dicen»

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«En Reino Unido la gente me veía como periodista y no como novelista»

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Estudió Historia en la prestigiosa universidad de Cambridge («Encuentro la historia perpetuamente fascinante porque es un relato sobre nosotros que nos contamos a nosotros»). Ahí escribió para el periódico universitario y editó una revista. «Me divertí mucho y me encantó mi carrera», recuerda sobre sus años universitarios. Sin embargo, añade que «conozco a gente que no se lo pasó tan bien, que sintieron que no encajaban, que era un ambiente demasiado exclusivo». Day dice ser consciente de que muchos no tienen el privilegio que ella tuvo, «que es crecer en un hogar donde estudiar en Cambridge era posible y tener una educación que me ayudara a llegar ahí». Precisamente por esto se describe como «una gran defensora de la apertura de las instituciones de élite a personas de todos los orígenes para que haya igualdad de oportunidades». A los 29 años y poco después de graduarse, consiguió un trabajo en el dominical The Observer. «En muchos aspectos era el trabajo de mis sueños. The Observer era mi periódico favorito y prefería ser columnista que reportera de noticias. Ahora, mirando hacia atrás, me doy cuenta de que era bastante joven y aunque creía que me conocía muy bien, no lo hacía. Decía que sí a todos los trabajos basura o a las horas extra porque quería dar una buena impresión y porque creía que así conseguiría un ascenso». Después de ocho años vio que no sería recompensada de esa manera a menos que fuera capaz de hacer un cambio en su vida «porque cuando profesionalmente dices que sí a todo, tu jefe piensa que no necesitas un ascenso». Publicó sus primeros tres tomos (Scissors, Paper, Stone en 2011, Home Fires en 2013 y Paradise City en 2018) cuando todavía trabajaba como columnista, pero «para mi cuarta novela, El invitado, quería hacer algo ligeramente diferente». Dejó The Observer porque estaba convencida de que para que fuera tomada en serio como escritora no tenía que estar asociada a un determinado periódico ya que «Reino Unido está muy interesado en las etiquetas y la gente me veía como periodista y no como novelista».

En El invitado, una tensa historia psicológica sobre la obsesión y traición ambientada en el transcurso de una cena, Day relata el lado oscuro de la larga amistad entre Martin y Ben. En este irresistible thriller literario, Elizabeth Day escribe desde el punto de vista masculino y encuentra «extraordinariamente liberador el acto de imaginar los sentimientos de esa persona». ¿Cómo lo hace? Usando su imaginación porque «creo que todos somos humanos y lo que nos conecta es mucho más que lo que nos distingue». El novelista Sebastian Faulks dijo que la imaginación es un músculo que tienes que ejercitar «y supongo que yo también lo creo», afirma Day. El invitado, publicada por Duomo Ediciones, es su primera traducción al español y está «muy emocionada porque amo España». Day ha viajado a Madrid, a Barcelona, a Sevilla y a Cádiz y describe nuestro país como «muy bonito, y me encanta lo sofisticada que es la gente y cómo salís a cenar muy tarde». Cuando me dice esto le enseño un póster que me envió una conocida que ruega a los ingleses a que nos enseñen a cenar a las ocho y, a cambio, nosotros les aceptamos con calcetines y sandalias. Nos echamos a reír.

En 2019 publicó How to Fail, un divertido y dolorosamente honesto manual para cuando las cosas salen mal. «Me intimidaba mucho la idea de escribir un libro que no fuera ficción, pero después me di cuenta de que era muy liberador y estimulante». ¿Lamenta haber contado al mundo cómo se sintió cuando se divorció o después de numerosas inseminaciones artificiales fallidas? Piensa unos segundos antes de responder, pero cuando lo hace está segura de sus palabras: «No me arrepiento, no. No me arrepiento de nada y creo que es porque establecí mis límites con bastante claridad desde el principio. Hay ciertos temas sobre los que nunca escribiré porque involucran a otras personas, como mi divorcio. Sé que algunas cosas que he contado han ayudado a mucha gente que se ha puesto en contacto conmigo, y por eso no me avergüenzo».

En su escritura, Elizabeth Day hace algo que admiro: encontrar algo bueno en las peores experiencias. Le preguntó cómo lo consigue cuando su gato pelirrojo, Huxley, se planta delante de la cámara porque «odia quedarse fuera». ¿Es una persona positiva? «Creo que soy generalmente optimista sobre la naturaleza humana y el mundo en el que vivimos. Pienso que la mayoría de la gente puede ser comprendida si se toma el tiempo de escuchar, empatizar y comprender». Seguidora de la enseñanza budista de que el dolor es inevitable pero el sufrimiento es opcional, afirma que «el hecho de que te ocurra algo doloroso no significa que siempre vayas a vivir en ese dolor». Sin embargo, eso no quiere decir que defienda el fracaso «pero sí que es necesario porque anima a crecer y evolucionar si lo manejamos correctamente».

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