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William Graves: «Sin haber leído las cartas íntimas de Robert Graves, no se puede escribir una biografía con su esencia»

«Sería interesante hacer un festival literario de su obra con teatro, recitales y actividades. Hubo un intento antes de la pandemia»

Así es la casa museo de Robert Graves en Deià

Así es la casa museo de Robert Graves en Deià B. Ramon

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Así es la casa museo de Robert Graves en Deià Raquel Galán

Llegó a Mallorca en 1946, con casi seis años, en el primer vuelo civil procedente del extranjero que aterrizaba en la isla desde la Guerra del 36. Lo hizo junto a su padre, Robert Graves, y el resto de su familia, y aquí sigue viviendo William Graves, que acaba de ser distinguido como miembro de la Orden del Imperio Británico. El motivo: promover la cultura y la literatura del Reino Unido desde la casa de Deià en la que residió durante media vida el afamado novelista y poeta inglés.

Dice que el reconocimiento proviene de su amor a Mallorca. Si no fuese así, ¿la casa museo nunca se hubiera creado?

Si yo no hubiese vivido aquí, a lo mejor hubiera existido algo, aunque no la misma casa. Me he criado aquí, la conozco de pe a pa y he estado vigilante para que no pusieran suelo de mármol, como querían, para que no la llamasen Espacio Robert Graves... Este tipo de cosas son las que he mirado bien, que fuera la casa de Robert Graves tal como era en los años 40 y 50, con sus pertenencias y su jardín, no con hologramas de él y otras ideas que tuvieron.

Las Converses de Formentor están en el aire y Tertúlia Deià, inspirada en el Hay Festival, duró dos años. ¿Sería factible impulsar desde Ca n’Alluny un evento de estas características para promover la literatura?

Se pusieron en contacto unos organizadores de festivales de este tipo porque querían hacer uno de Robert Graves aquí, con teatro, recitales y actividades. Han hecho bastantes en Irlanda y sería muy interesante, pero con la pandemia han desaparecido. Supongo que reaparecerán. La intención era traer de fuera al 70% de los asistentes y que la lengua vehicular fuese el inglés. Yo creo que un fallo de Tertúlia Deià fue intentar hacerlo en tres idiomas, español, catalán e inglés, además de que Andrew Lloyd Webber se enfadó mucho porque presentó El fantasma de la ópera con la condición de que no lo grabase nadie y alguien lo grabó. El Hay Festival de Segovia funciona de maravilla, supongo que porque llega a mucha población, pero no sé si aquí tendría éxito. 

Antes de la pandemia, la casa tenía una media de 6.000 visitas anuales. ¿Quiénes vienen?

Sobre todo turistas ingleses, muchos de la generación que vio Yo, Claudio en la BBC. Cuando se estrene The Laureate, la película sobre el triángulo amoroso entre Robert Graves, Laura Riding y su primera mujer, creo que atraerá a un público más joven. Mi abuelo es interpretado por Julian Glover, muy conocido por Indiana Jones [además de Star Wars y Juego de Tronos]. La película narra la vida de mi padre hasta que viene a Mallorca, es decir, hasta cuando él dijo Adiós a todo esto.

¿Las administraciones están suficientemente implicadas en el éxito de la casa museo?

Ahora tenemos una delegada de Cultura, Catalina Solivellas, que está muy interesada en hacer cosas, como por ejemplo cortos basados en libros de mi padre. Vamos a intentarlo. En general, los políticos de aquí desconocen la importancia de Robert Graves en la literatura inglesa. Cuando era catedrático en Oxford, todo el mundo iba a verle, pero en la isla no se dan cuenta. Es necesario que haya más implicación.

¿Le ayudarán a restaurar el pequeño teatro en ruinas?

 Uf, no sé. Es un escenario al aire libre con capacidad para 30 personas. Se podrían organizar recitales de poesía o pequeños conciertos. Está en el olivar, que tiene 10.000 metros cuadrados, y en el que también me gustaría crear un recorrido para pasear, ya que no existen olivares donde la gente pueda ir a caminar. 

¿Cómo va la recuperación de las miles de cartas de su padre?

Tenemos unas 600 cartas y un listado de 9.000 localizadas, que están en unas 400 colecciones de 80 entidades diferentes. Calculo que, si él recibió más de 14.000, todavía hay otras 5.000 o 6.000 desperdigadas por el mundo, si no las han quemado ya.

¿Publicará sus textos íntimos con musas como Ava Gardner o Ingrid Bergman?

Todo lo que ha escrito él se puede publicar sin problema, ya que los derechos de autor son nuestros, pero no las cartas de Ava a mi padre, porque los derechos son de la universidad. Sería muy interesante publicarlo unido, como un relato, pero no solo las cartas a las musas, que después las convierte en sus poemas, sino la correspondencia con amigos, por ejemplo. Había un médico húngaro con quien se escribía en latín y mi padre le hizo el prólogo de la edición en latín de Winnie the Pooh, que es Winnie Ille Pu. Hay cartas interesantísimas.

Parece que no hay una gran biografía sobre Robert Graves.

Cuando escribí Bajo la sombra del olivo, ya había tres biografías y ninguna reflejaba el ambiente de Deià ni su vida en el pueblo. Hice estas memorias porque no se puede conocer a mi padre sin conocer eso. Lo mismo ocurre con las cartas. Hasta que no estén publicadas o se hayan leído, es imposible escribir una biografía con su esencia. Sus libros eran para el público, pero en las cartas está lo que realmente pensaba.

¿Qué queda de aquel Deià?

Varios amigos con los que fui al colegio, como el carpintero o pescadores. Son de los pocos que se acuerdan de cómo era. Luego hubo otra época, cuando llevé con mi mujer el hotel Can Quet, del 65 al 70, en la que había un ambiente bohemio, con gente muy interesante, como actores, fotógrafos y muchos artistas. Esos años también han desaparecido y se han mitificado.

¿Ahora es para millonarios de vacaciones, como Cristiano Ronaldo el verano pasado?

Hay muchos millonarios que vienen de veraneo, pero no se mezclan con el pueblo, solo se acercan a veces. Y también hay gente, como Lloyd Webber, que viene a trabajar y estar en casa tranquilos, sin que les molesten. Aquí son muy respetuosos.

¿Su apellido es una losa?

No, lo tengo asumido. Vivo con ello desde hace 80 años.

Los Graves dieron luz a Deià

William hace de cicerone de la casa de su infancia y explica curiosidades a los estudiantes, como que su padre instaló en el jardín el generador que dio electricidad al pueblo en 1963 

En el jardín, a pocos pasos de la entrada a la casa, un generador de hierro forjado sorprende a los visitantes, porque la mayoría no sabe qué es hasta que no lee las explicaciones. William Graves también lo señala: «El generador que daba electricidad a todo el pueblo, que llegó en el año 1963, muy tarde ya». El hijo de Robert Graves ejerce de cicerone de los estudiantes de los institutos de la isla que acuden a la casa museo. «Les hablo siempre en inglés, les hago preguntas, no contestan; y además les enseño los nombres botánicos de todas las plantas y parte en latín para que conozcan este idioma», relata sobre uno de sus cometidos como director de la fundación del escritor.

«Que la gente vea cómo era el lugar donde trabajaba mi padre, el ambiente...» es la finalidad de quien acaba de ser reconocido como miembro de la Orden del Imperio Británico. «Por eso todo está más o menos como en los años 40 y 50. Se ve cómo se vivía entonces», se enorgullece. No es para menos, porque al cruzar la verja y ver el vídeo introductorio sobre el afamado novelista, uno empieza a trasladarse a aquella época. Y entra de lleno cuando traspasa el umbral de la casa a las afueras del pueblo, con el olivar y el mar a sus pies. La decoración, una mezla de estilo mallorquín e inglés, es cuidada hasta el último detalle y los tomates de ramallet de la cocina siguen siendo los del huerto que plantó Graves.

El recibidor, en el que se aprecia la mezcla de estilo mallorquín e inglés.

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