Volver a celebrar conciertos en los que no sea necesario mantener la distancia de seguridad podría estar más cerca de ser una realidad. La sala Apolo de Barcelona acogió el pasado mes de diciembre un recital experimental liderado por la Fundación Lucha contra el Sida y las Enfermedades Infecciosas, del Hospital Universitario Germans Trias i Pujol de Badalona y el Primavera Sound. El ensayo concluyó con éxito ya que ninguno de los cerca de 500 asistentes se contagió de covid. El evento se celebró sin distancia de seguridad, pero portando mascarilla, y con una criba previa con test de antígenos y prueba PCR. La principal novedad es que el público pudo estar de pie, bailar y cantar.

¿Podría desarrollarse en Mallorca una experiencia como ésta? Aunque los empresarios del sector reconocen que éste no es un buen momento para plantearlo, sí que lo han sopesado. Pepe Bauzá de la sala es Gremi apunta que «hicimos una propuesta, pero Salud está muy cerrada y todo está parado». El empresario, que ahora se ha visto abocado a cerrar durante dos meses tras la entrada de nuevas restricciones, ve como principal escollo el coste de las pruebas: «Si fueran subvencionadas sí podría hacerse, si el coste tiene que asumirlo el promotor o el cliente, lo veo bastante difícil». Bauzá cree que es Gremi podría ser el lugar ideal para poner en marcha una iniciativa como la de Barcelona -algo de lo que ya ha hablado con los responsables del festival Mallorca Live- e insiste en que si se abriera la posibilidad de realizar conciertos sin reducción de aforo, con mascarilla y permitiendo al público estar de pie, podrían empezar a mejorar las cosas. «Nuestro aforo real es de 886 personas, pero con las sillas sólo podemos albergar a 180 personas». Recuerda que desde que reanudaron la actividad no se ha producido ningún contagio en la sala. «Hemos hecho conciertos de lunes a sábado. No estábamos ganando: con menos aforo, sin hostelería y recorte de horarios. Cerramos el año con 350.000 euros de pérdidas», resume el empresario.

Para Àngel Romaguera, al frente del Cafè Novo Lisboa, un concierto de estas características no es una opción. Solamente ha podido mantener abierto su local durante un mes y medio desde que terminara el confinamiento. Sin embargo, celebra «todo lo que sea activar los actos culturales en directo, siempre que se pueda garantizar la seguridad y a nivel sanitario sea viable». Sin embargo, cree que puede haber inconvenientes a la hora de gestionarlo a nivel de logística: «Lo veo complicado», resume. Romaguera no es optimista respecto al futuro de su local puesto que «es una sala muy pequeña, un semisótano con ventilación mecánica. Es muy problemático porque el principal peligro de contagio se da en espacios cerrados». En cualquier caso, cree que esta propuesta podría ser «una buena salida para grandes eventos» y recuerda que un local pequeño depende más del consumo que hacen los clientes en el bar. «Hasta que no se avance con las vacunaciones y se levanten las restricciones, si además no tenemos el recurso de la hostelería, es inviable». Romaguera entiende que la situación sanitaria es la que es y que las restricciones están justificadas: «Lo entiendo, pero que nos ayuden. Estamos heridos de muerte, no vamos a aguantar», enfatiza.

Pruebas PCR para asegurar el futuro de la música en directo

TaPalma, cita pionera

La realización de pruebas PCR a los asistentes a un evento no es una experiencia del todo nueva en Mallorca. La cita gastronómica TaPalma, celebrada el pasado mes de noviembre, ha sido pionera. Los tests fueron realizados por personal del Hospital Quirónsalud Palma Planas y Clínica Rotger, unas 300 pruebas en total, sin que se detectara ningún positivo. «Existe la posibilidad de hacerlo, técnicamente es viable, aunque hay muchas consideraciones y también depende de si las autoridades sanitarias lo dan por bueno», apunta Francisco Ferrer, responsable de comunicación de Quirónsalud. «El día transcurrió sin incidentes y lo cierto es que este ensayo nos lo tomamos muy en serio y fuimos muy rigurosos», aclara Ferrer, para quien el experimento es sobre todo útil de cara a la hostelería, para garantizar que los establecimientos son seguros. «Si es viable económicamente, es un estudio que tiene que hacer cada empresario», opina.

Sebastián Vera, director artístico del festival Mallorca Live, opina que el concierto de la Apolo «demuestra que cerca de 500 personas que estuvieron en la sala pudieron bailar y tocarse, hacer vida normal de concierto y no ha habido contagios». Vera ve este ensayo como una prueba más, algo que puede permitir la reactivación del sector que ha quedado «bastante tocado». Recuerda que el festival Mallorca Live se adaptó este verano a todas las medidas y restricciones de seguridad que se les exigieron. El resultado es que 14.000 personas asistieron a los directos programados sin que se produjera ningún contagio.

Aunque el concierto piloto de Barcelona abre nuevas vías, lo cierto es «que llevaría unos costes muy elevados, es muchísimo dinero. Solo hay que pensar en el personal cualificado que se necesita», subraya. Sin embargo, su realización pone en evidencia que «se pueden hacer conciertos sin tantas restricciones». Aunque optimista, Vera recuerda que lo ocurrido en Barcelona «es solo una prueba». Sobre la idoneidad de realizar una experiencia similar en Mallorca, señala que «ahora no es el mejor momento» aunque se muestra partidario de llevarlo a cabo «siempre y cuando se nos apoye económicamente». En este sentido, apunta que «nos ofrecimos a la Asociación de Festivales de Música para hacer este ensayo en Mallorca». Esperanzado ante el inicio de la campaña de vacunación, Vera no ve del todo claro que se deba solicitar el pasaporte sanitario para acceder a los conciertos: «Además, no sé si sería legal», apunta. En cualquier caso, la incertidumbre sigue siendo la norma: «Hace seis meses acabábamos de salir de un encierro. No sabemos lo que va a pasar. Habrá varias vacunas y más posibilidades de que la gente esté vacunada. Nosotros estamos preparados para lo que podamos hacer cuando lo podamos hacer», concluye.

Joan Carles March, profesor de la Escuela Andaluza de Salud Pública, opina que el ensayo «es una idea interesante. Si se hace bien y siguiendo un método, es bastante seguro. Iniciativas así son clave para que se puedan empezar a hacer cosas». El médico mallorquín insiste en que no pueden faltar ni las mascarillas FFP2 ni la ventilación: «Si añadimos el test de antígenos es una buena opción que puede ayudar a montar determinadas actividades. Es necesario buscar maneras» y recuerda que «se puede hacer pero se necesitan infraestructuras. Y las instituciones, si quieren fomentar la revitalización de los sectores, tendrán que dar herramientas».

En cuanto a marcar en el calendario el retorno de la actividad tal y como la conocíamos, March hace suya la frase de un colega: «Quien sabe de fechas no sabe de virus», y explica que «si sigue así el ritmo de vacunación, necesitaremos unos cuantos meses hasta llegar al 65 ó 70% de vacunados», cifra que vendría a garantizar la inmunidad de grupo. Mientras esto ocurre, recuerda que deberán seguir aplicándose las medidas preventivas (mascarilla, higiene de manos y ventilación). Tampoco ve descabellado que se pueda solicitar un carnet de vacunación para acceder a determinados servicios del mismo modo que ahora se pide una PCR negativa para viajar.

Desde Trui Espectacles, Miki Jaume ve «fantástica» la iniciativa, pero «es muy complejo que se llegue a implantar. Estamos abiertos y encantados de que haya avances, pero hace falta tiempo para saber si es viable desde el punto de vista de las autoridades sanitarias». En su opinión, «si la administración lo regula y determina que es obligatorio, tendrá que ayudar al consumidor o al promotor». No ve en absoluto viable que ese gasto lo asumiera el cliente o el empresario, «ya estamos en una situación muy crítica y no sentimos que haya una dualidad de lo público y lo privado para sostener el tejido».

Desde su oficina de management en Barcelona, Catalina Rosselló considera «muy buena idea la iniciativa, pero no creo que las autoridades den el visto bueno. Hemos podido salvar el verano, pero curiosamente quien más conciertos ha anulado ha sido la administración pública que se supone que tendría que haber ayudado». Opina que este sistema podrá implantarse en festivales de tamaño mediano, pero no cree que pueda hacerse en grandes eventos y añade que «para una sala no lo veo rentable. En cualquier caso se tendrá que buscar financiación privada y pública». Piensa que queda lejos el regreso de las grandes citas aunque augura que 2021 será un poco mejor, «hasta el 2022 no creo que se recupere la normalidad. Se tendrán que replantear los aforos. No veo a 150.000 personas en un festival».

¿Dónde bailamos?

Para el músico Pep Toni Ferrer, éste sería el quid de la cuestión puesto que, en su opinión, la música en directo solo para ser escuchada no desaparecerá. Sin embargo, peligra el formato de los festivales en el que «el 50 por ciento del público no va a ver a los grupos». Ve lo ocurrido en la Apolo con buenos ojos y opina que «hay que acatar las normas, pero buscando soluciones, que las autoridades tomen nota de que hay alternativas». Ferrer plantea que a partir de esta propuesta las medidas podrían evolucionar y aplicarse de cara al próximo verano y se pregunta por qué no hacer conciertos si se demuestra que no hay contagios. Cree, sin embargo, que la incertidumbre reina en las predicciones: «¿Podrán volver los festivales? No lo sabe nadie. Ellos querrían, pero a lo mejor se tendrán que buscar alternativas», plantea.