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José Martret: «Hay psicópatas que ocupan cargos muy importantes, como Trump»

«¿Quién es más culpable de lo del Capitolio: el policía que disparó o el que envió a esa gente ahí?»

José Martret, actor, director, dramaturgo.

Tras un año «muy difícil», en lo profesional y en lo personal, con unas navidades «aislado» por la covid-19, José Martret saluda al 2021 con una nueva obra, #La ira. Un espectáculo creado a partir de 13 casos reales de crímenes perpetrados por jóvenes psicópatas. Se estrena el próximo 13 de enero en los Teatros del Canal (Madrid).

¿Qué tal las últimas Navidades? No sé si pudo venir unos días a Mallorca a descansar.

Se me estropearon todos los planes. Resido en Madrid y tenía los billetes para venir unos días a Palma, pero mi pareja dio positivo en un test así que estuvimos todas las Navidades aislados en casa. Afortunadamente ninguno de los dos hemos tenido síntomas. Cuando uno se entera de que tiene el coronavirus es un shock. Por suerte no ha sido grave.

Un año, el 2020, para olvidar. ¿Qué conclusiones saca de ese ejercicio profesionalmente?

 Para los que trabajamos en la industria cultural ha sido un año muy difícil, de sufrir, y no solo por el trabajo . Mis padres son mayores, mi madre es población de riesgo, y los tengo lejos. El balance es el de un año terrorífico. Que esta incertidumbre acabe de una vez porque esto agota. Ojalá pronto pasemos página y llegue algo más tranquilo, aunque no volvamos a la normalidad anterior. Esta normalidad es una mierda, no la queremos.

¿Qué le ha llevado hasta la ira?

El espectáculo La ira nace a partir de una actriz, directora y maestra de actores que es Raquel Pérez, quien llevaba dos años trabajando con un grupo de intérpretes jóvenes muy potentes y me propuso una tarea de experimentación de seis meses con ellos para sacar una función adelante. Me pareció muy interesante trabajar con nuevas energías y nuevos puntos de vista. Creo que es importante que la gente joven tenga experiencias a nivel profesional, así que me fui fijando en qué pasaba en el mundo de la juventud y lo que vi, en telediarios y noticias, fue mucha violencia. Planteé empezar a investigar y experimentar, para saber qué es lo que estaba pasando en esos casos de violencia extrema de jóvenes psicópatas que desatan la ira. Nos dividimos en dos meses de investigación de los casos, y otros dos meses dedicados a la dramaturgia. Fueron los actores quienes seleccionaron los diferentes casos. Se trata de teatro documental, y hemos podido acceder a mucho material de prensa, de entrevistas, vídeos en los que se ven los hechos que han cometido, interrogatorios, libros que se han publicado... Muchas frases que están en la función son de ellos, y nosotros fuimos tirando de esas frases para construir la dramaturgia, la línea de pensamiento de los personajes. Los dos últimos meses fueron de puesta en pie. 

«Como sociedad no tenemos que buscar solo el castigo para los psicópatas, también hay que dar herramientas»

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¿Qué nos arroja a ser violentos? 

Dios mío, hay violencia en todos y hay psicópatas por todos lados. El psicópata no es el único que mata. Hay psicópatas que ocupan cargos muy importantes. Trump es un psicópata. En el Capitolio ha habido muertos. No sé quién es más culpable, si el policía que apretó el gatillo y disparó o Trump enviando a esa gente hacia allá. En la función también lo vemos. Nunca hemos querido ponernos de parte de la gente de la que hablamos ni normalizar sus crímenes pero hay un momento en que nos lo preguntamos. Una de ellas fue abusada continuamente a la edad de cinco años por un tío suyo. Y cogió un odio terrible a los hombres que en un momento determinado le llevó a cometer un crimen. ¿Quién cometió el crimen: ella o su tío? Son preguntas que te llevan a la reflexión. Pero lo de Trump también me abre un reflexión. ¿Quién es el culpable de las muertes del Capitolio?

¿Cómo puede un país, abanderado de la democracia, ponerse en manos de un psicópata?

El psicópata tiene muchas herramientas para seducir. A mí evidentemente un personaje como Trump no me seduce, en absoluto. Es un personaje carente de empatía, como ha demostrado muchas veces, y ese también es un rasgo fundamental en los psicópatas, pero sí que despierta empatía en mucha gente que quiere escucharlo. No tengo las claves para saber cómo un personaje como Trump puede llegar a la presidencia y estar durante cuatro años ahí mandando. Aquí en España también tenemos radicales, a favor de la extrema derecha , pensemos que no son tantos.

¿Teme por el fin de las democracias?

Lo de Estados Unidos puede afectar pero no destruirá la democracia. Trump empaña la democracia y creo que en Europa se le va a seguir. Así como estamos, con toda la extrema derecha en pie, veremos cosas parecidas en Europa a lo que se ha visto en Washington. Creo que las democracias tienen que reforzarse y soportarlo.

«Trump empaña la democracia y en Europa puede repetirse lo de Washington»

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¿Con qué armas se puede atacar la psicopatía?

Nosotros hemos estado trabajando con mucha información. En 2011 empezó un estudio neurológico en Estados Unidos con 20 psicópatas y se vio que había anomalías que se repetían en muchos casos. El estudio se amplió en 2018 y salieron los datos. Pensamos que las zonas del cerebro que se resienten es muchas veces por el estrés producido en la infancia. Creemos que con una educación moral conveniente, con cariño, con amor, se puede aplacar un poco que suceda esto. Pero cuando la violencia está en casa, y viene de parte de familiares, y el menor está expuesto a eso, hay más facilidades para que ese click que te lleva a la ira, se despierte.

¿La obra incomodará al espectador? 

Es una obra dura. El otro día hicimos un primer bolo, para llegar a Madrid un poco rodados y el concejal del ayuntamiento que nos contrató dijo que había sentido cosas viendo la función que nunca antes había sentido viendo teatro. Exponemos casos de gente muy violenta y se cuenta lo que hicieron. Como director he apostado para que no haya ni una gota de sangre encima del escenario pero las imágenes son horribles y llegan al espectador, que las va creando en su cabeza. Los casos son reales, algunos españoles. Hay uno que sucedió en Menorca, el de Mónica Juanatey. También hay internacionales, como el de una niña rusa de 12 años que con un chico de 20 mataron, descuartizaron y se comieron a otra persona. O el de dos niños de once años de Inglaterra que mataron a un niño de dos.

¿Qué conclusiones ha extraído usted de la obra?

Que como sociedad tenemos que no solo buscar el castigo, que está muy bien que exista, en años de prisión, pero también hay que empezar a pensar en dar herramientas. Está gente que tiene este problema tendría que ser detectado desde jóvenes y recibir una educación variada para poder mitigarlo. La violencia está ahí, pero hay maneras para que no llegue a expresarse de esa forma tan destructiva.

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