El pintor José Luis Mesas pasó el confinamiento por la pandemia subido al andamio de las obras del hotel Armadams. Mientras unos trabajaban en la reforma del interior, el reconocido artista se dedicó a transformar la fachada, primero con dibujos hechos a mano alzada con carboncillo y después con los vivos colores que tanto le caracterizan. Los pocos viandantes que transitaban por la calle Marquès de la Sènia 34, en Palma, apenas se percataban de los cambios, ya que la lona verde los tapaba. Y el autor mallorquín continuó dando forma al singular lienzo hasta mayo, cuando tuvo que parar su ejecución por orden del Ayuntamiento debido a que la empresa promotora del futuro hotel Artmadams (incluirán la t) no cuenta con la autorización de la Comisión de Centro Histórico para modificar la fachada. Ahora está «a la espera de un encuentro el próximo enero para confrontar argumentos», en palabras del propietario, Jaime España.

Afirma que «el edificio no está protegido ni en el casco antiguo, por lo que no se incumplían los requisitos». Sin embargo, desde el área de Urbanismo detallan que «las intervenciones en fachadas también tienen que pasar por la Comisión si el técnico que debe informar y tramitar la licencia lo considera oportuno». Y añaden que, aunque no esté catalogado, «se trata de un inmueble de estilo racionalista de Guillem Forteza, uno de los arquitectos más importantes de su época, autor de varias escuelas de la República, por lo que se denegó el permiso y, pese a ello, siguieron». Por tal motivo, «Cort ha abierto un expediente disciplinario y ahora tiene que analizar las alegaciones que se han presentado y responder con criterios patrimoniales», tal como explican desde Urbanismo del consistorio palmesano.

El impulsor del proyecto dice que la rehabilitación integral del hotel «está orientada a que sea un punto de atracción artística, ya que además de la fachada, tendrá una sala de exposiciones en la planta baja para jóvenes talentos con una claraboya desde la que se verá el mural de José Luis Mesas», indica España. El techo de cristal medirá seis metros de longitud por tres de ancho y será parte del suelo de la terraza exterior, desde la que «a su vez se podrá observar dicha sala y una televisión pisable justo debajo de cinco metros por dos donde se proyectarán vídeos del artista que exponga en ese momento», según detalla. Otro espacio destinado al arte será el sótano, con obra permanente del pintor de la fachada.

Si finalmente su lienzo sigue adelante, «el bus turístico tiene la intención de cambiar la ruta para que los pasajeros lo vean. Puede llegar a ser un atractivo turístico, como la intervención de Okuda en el faro de Ajo, en Cantabria», compara el promotor. En caso contrario, «se pinta de nuevo y ya está, pero sería una pena perder de este modo una obra de arte que los paseantes pueden disfrutar en la calle». Jaime España presentó una instancia en el consistorio con argumentos similares y en la que destaca que también se trata de «un reconocimiento al trabajo de uno de los artistas isleños con más proyección internacional», como demuestra «lo ocurrido con el cuadro más grande pintado en España, realizado por este mismo autor y que fue a parar al museo Mayte Spínola de Marmolejo, en Jaén, que tras un año allí, no ha dejado de recibir visitas».

La fachada principal, con historias de la vida del pintor y, con fondo rojo y amarillo al lado derecho, homenaje a Adán y Eva.

Además, alega en el informe presentado ante la Comisión de Centro Histórico que en muchos lugares de Mallorca también hay fachadas pintadas por artistas. Destaca sobre todo las obras de Joan Aguiló, que ha intervenido en diversos inmuebles públicos, como el mercado del Olivar, el aparcamiento subterráneo del Comtat del Rosselló, el colegio de Pere Garau y el edificio del Banc de Sang i Teixits, además de parte de la antigua fábrica Can Ramis y hoteles en Can Picafort. «Está de moda hacer murales, no hay nada malo en ello y es una manera de acercar el arte a la ciudadanía», incide en su explicación.

El virus, retratado

El autor del lienzo del Artmadams considera que el propietario del hotel «es muy valiente, todo un precursor, debido a que impulsar cosas así cuestan dinero y son en beneficio de todos». Respecto a su trabajo en Marquès de la Sènia, José Luis Mesas explica que «no había ningún boceto previo, sino que los dibujos surgían de forma espontánea cada mañana». Sin embargo, como la ejecución de la obra coincidió con los meses de confinamiento, «el virus aparece representado en diferentes sitios de la fachada mediante círculos y, en uno más grande, con su característica corona».

Y en todo el mural se reflejan historias de su vida y personas a las que quiere, aunque también hay «un homenaje a Adán y Eva en las fachadas amarilla y roja, y otro a la familia de Jaime», una alegoría en la fachada azul que evoca el primer cuadro que le compró. «Nos hicimos amigos tras esa adquisición. Lo compré simplemente porque me gustó, pero cuando llegué al hotel y le quité el papel que lo envolvía, lo miré y me quedé impresionado porque estaba representada toda mi familia, incluso la perrita, un bichito que también aparecía», destaca Jaime España sobre una anécdota que puede desembocar en un reclamo turístico.

Alegoría de la familia del propietario del hotel en la fachada lateral del edificio objeto de reforma.

Cuando el hotel reabra tras la reforma, con o sin mural de José Luis Mesas, no solo alojará a sus habituales visitantes, entre ellos artistas y el resto de integrantes de numerosas representaciones del Auditorium, sino que también atraerá a un público nuevo, el que acudirá a la sala de exposiciones de jóvenes talentos. Probablemente ellos también apuestan por intervenciones en fachadas de edificios, aunque el inmueble de la calle Marquès de la Sènia 34 tiene suficiente valor patrimonial como para haber hecho saltar la alarma en la Comisión de Centro Histórico del Ayuntamiento de Palma. En enero decidirá si Mesa sigue adelante con su lienzo.