«Todo este ruido que se ha producido con el Premi Ciutat de Palma d’Arts Visuals proviene del problema que nos ha supuesto valorar las obras a través de la plataforma digital que ha contratado el Ayuntamiento», explica a este diario uno de los miembros del jurado, la comisaria Rosa Lleó, que ayer salió a defender el papel del tribunal ante la exclusión de Alicia Framis de la exposición de los finalistas pese a ser la más puntuada en dicho sistema digital. «Este sistema no se corresponde con el arte contemporáneo y conceptual. Este sistema te coloca una imagen de la pieza y el arte conceptual son proyectos», advierte Lleó. «Por otra parte, una vez se han hecho las puntuaciones, esta plataforma aplica un algoritmo que al final lo que hacía era hacer una media de todas las puntuaciones que habíamos hecho entre todos, y te arroja un listado. Y normalmente los jurados de este tipo de certámenes no proceden de este modo, sino que cada uno de los miembros selecciona un número determinado de personas, los que más le interesan [en este caso eran diez], y después de todas esas personas propuestas por los miembros se delibera en una reunión», explica. «Es decir, la plataforma no cogió los diez proyectos preferidos de cada uno de los miembros del jurado, sino que seleccionó las obras que entre todos tenían más puntos», detalla. «Es decir, en la plataforma no quedaron registrados cuáles eran los diez proyectos preferidos de cada uno de los miembros del jurado por separado», abunda. «Piensa que, por ejemplo, yo le pongo cinco puntos, que era el máximo, a un proyecto, y el resto de miembros del jurado le ponen un cero. Ese artista que para mí era favorito ya no aparecía en la lista», señala. «Es que parece que tenemos algo contra Alicia Framis cuando no es así. De ese listado de la plataforma hubo otros nombres que tampoco han resultado finalistas», sostiene.

Lleó asegura que el jurado se llevó una sorpresa cuando vio «esta manera de proceder con la plataforma», que se ha utilizado este año por primera vez por la situación de la covid. «Ninguno de nosotros sabía que funcionaba así. A la manera tradicional, todo habría sido más orgánico», opina. «Ahora sólo nos falta que los algoritmos decidan los premios por nosotros», comenta con ironía.

«Una vez en la deliberación, hubo tres miembros del jurado de los cinco para los que Alicia Framis no era nuestra favorita», indica.

La comisaria también asegura que «antes de puntuar en la plataforma», se establecieron una serie de criterios. «Por ejemplo, que debía primar que la pieza fuera actual o de los últimos dos años porque pensamos que es un premio de 2020. También se comentó la necesidad de valorar la trayectoria del artista, pero sobre todo que este premio tuviera un sentido en este momento en la trayectoria de ese creador; es decir, que este reconocimiento pudiera ayudar al artista a continuar o consolidarse. Evidentemente, también se comentó la necesidad de valorar la innovación y la calidad técnica de la pieza, así como que se tuvieran en cuenta a los artistas de Mallorca o Balears, aunque el premio sea internacional. Y, por supuesto, otro de los criterios que se puso sobre la mesa fue la cuestión de la paridad de género», señala. Algunos de estos criterios no están especificados en las bases; ante ellos, Lleó no dudó en calificarlas de «demasiado abiertas».

«Alicia Framis ha presentado a un certamen de 2020 una obra de 2006 que tuvo mucho significado en su día pero que no es de este momento»

Para Lleó, uno de los motivos que le llevaron a descartar a Framis como finalista «fue que presentó una obra de 2006, de hace mucho tiempo, que no es ni de lejos actual, y que en su día sí tuvo mucha significación, 8 de junio, libran las modelos».La miembro del jurado Rosa Lleó declaró a este diario que las malas prácticas no han estado presentes «en ningún momento» en la deliberación del jurado. «Y nos acusa de algo así Susy Gómez, que es la mujer del galerista de Alicia Framis, eso es muy grave, porque aquí sí que hay unos intereses económicos directos», asegura. «Nos enteramos muy poco después de que hubiera este conflicto, y alucinamos bastante», confiesa. «Tampoco podemos creernos todavía cómo una persona ha cambiado tanto los hechos».

Por su parte, la directora general de Artes Visuales, Aina Bauzà, expresó que desde Cort estaban viviendo esta polémica con «tranquilidad». «Hemos hecho todo este proceso con total transparencia», aseguró. «Por otra parte, el jurado es soberano en su decisión y eso lo vamos a respetar en todo momento», agrega.

Preguntada por unas bases que Lleó calificó de «demasiado abiertas» (no recogen límites de edad ni tampoco establecen límites en la fecha de producción de los proyectos), Bauzá señaló que se revisarán en este sentido, «es algo que se hace cada año».

«Es un tema que se lleva al Consell Municipal de la Cultura y lo haremos en enero, que es cuando tendrá lugar la reunión. Es algo que pondremos sobre la mesa», asegura.

La ACCAIB pide una investigación

Por otra parte, la Associació de Comissaris i de Crítics d’Art de les Illes Balears (ACCAIB) solictó ayer al alcalde de Palma, que nombra al jurado, y al regidor de Cultura, que propone a sus integrantes, que se abra una investigación con el fin de clarificar los hechos acaecidos que han provocado esta polémica «y restituir no sólo, si corresponde, los derechos a la señora Alicia Framis, sino también el prestigio que merece el galardón más emblemático de nuestra comunidad en materia artística».

Los diez finalistas

El Ayuntamiento dio a conocer ayer las diez obras finalistas del Premi Ciutat de Palma Antoni Gelabert d’Arts Visuals 2020. Son las siguientes: The kitchen, de la serie David Alfaro Siqueiros, de Ángela Bonadies; Dystopian Concrete, de Ro Caminal; Sueños, de Gonzalo Elvira Pérez; La teoría definitiva, de Albert Gironès; Elementos desconocidos, de Mar Guerrero; Sumatra, de Fermín Jiménez Landa; Technical Images, de Almudena Lobera; El inventor del paraíso, de Marina Planas; Estado de malestar, de María Ruido, y Tiempo curvado y caíste, de Pedro Torres.