«Siete años, 22 proyectos, tres direcciones y tres legislaturas», resume Tolo Cañellas, el comisario del proyecto Box 27 en el Solleric, que llega a su fin con la exposición Fatty Lizards de Tomás Pizá.  

«Nació en 2013 cuando estaba Pilar Ribal de directora, ella fue la que me abrió las puertas del Casal, para crear este quinto espacio expositivo», relata. La idea era dar cabida a todo tipo de artistas: locales, nacionales, internacionales, más emergentes, junto a otros con carreras más dilatadas y otros consagrados. El denominador común, «la vocación experimental, dándoles rienda suelta en ese pequeño espacio de casi cuatro metros cuadrados».

Cañellas destaca a algunos artistas que han pasado por el Box antes de participar en diferentes bienales, como la de Venecia, Francesc Ruiz, Pepo Salazar, Sergio Prego, o en Manifesta 11, Carlos Congost. También cita a artistas que han pasado por grandes museos o centros como Azucena Vieites, Susy Gómez, Carmela García o Dean Sameshima.

«Ha sido un proyecto que se ha ido consolidando por sí solo como un espacio consolidado de referencia en la ciudad, con una programación de calidad que ha costado mucho sacar adelante. Me ha dado muchas alegrías y me da pena que llegue a su fin, algo que por otra parte aún no sé a qué es debido», concluye Cañellas.