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Érase un hombre a una guitarra pegado

El Teatre del Mar se inundará hoy de jazz, el que factura el Miranda Jazz Combo, formación que dirige un guitarrista que suma más de medio siglo jugando y experimentando con las seis cuerdas

El amplificador: Toni Miranda, la expresividad del jazz

El amplificador: Toni Miranda, la expresividad del jazz

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El amplificador: Toni Miranda, la expresividad del jazz POR REDACCIÓN AMPLIFICADOR.DIARIODEMALLORCA@EPI.ES

Constancia, improvisación e ilusión. Toni Miranda (Palma, 1960) lleva toda la vida agarrado a una guitarra, desde que su abuela, cuando contaba 6 añitos, le regaló la primera. Hoy tiene «más de 20 y menos de 30», y a todas les dedica su tiempo: una Amadio Burguet para la música clásica, una Josep Melo para conciertos de jazz solo, y para diferentes formaciones de jazz... una Joe Pass, George Benson o Gibson 335. Grupos también ha tenido muchos, uno de ellos el Miranda Jazz Combo, a cuyo frente se situará hoy en el Teatre del Mar (20.30 horas).

La calle Arxiduc Lluís Salvador le vio nacer, «a muy temprana edad, como diría el guitarrista Manolo Bolao», apunta en referencia a un músico con el que creció. Convertirse en un grande de nuestro jazz no fue fácil, «todos los instrumentos son muy exigentes y tienes una relación amor-odio con ellos», pero su tesón dio resultado. «Cuando apenas consigues dominarla es sumamente agradecida. Siempre he dicho que la guitarra es de los instrumentos más expresivos que hay, controlamos las cuerdas con las dos manos y nos aprovecharnos de los diferentes colores tímbricos que puede generar».

Con 16 años ya daba conciertos en el desaparecido Centro de la Guitarra, «un templo con un ambiente irrepetible» en el que se forjó como guitarrista y melómano. «Empecé tocando guitarra clásica tres días a la semana y fue allí donde descubrí otros estilos y guitarristas. El público era sumamente respetuoso y valoraba mucho la música que se interpretaba. Teníamos nuestro internet particular: venían algunos soldados de la VI flota americana a los conciertos y les encargábamos partituras, discos, etc. Al regresar a la isla lo recibíamos. Teníamos que esperar unos meses pero lo conseguíamos», relata. Fue en el mismo Centro de la Guitarra donde descubrió a Django Reinhardt, un músico que le cambiaría para siempre: «Quedé impresionado por aquella música y decidí que quería experimentar con ella».

La capacidad armónica y el espacio para la improvisación que brinda el jazz siempre le han fascinado. La fascinación también se apoderó de él en su etapa con Salvador Font ‘Mantequilla’ y Manolo Bolao, con quienes aprendió «a improvisar» y con los que tocó infinidad de standards en directo. «Los dos fueron músicos valientes que nunca prescindieron de sus principios musicales. Les tocó vivir una época tremendamente difícil para el jazz y les debemos mucho», defiende.

Su talento no se ha limitado a una única formación. Brossat fue una de sus primeras bandas, en la onda de grupos como Màquina, Orquestra Mirasol o Iceberg, aquel portento en el que coincidieron figuras como Max Sunyer y Josep Mas ‘Kitflus’. Luego vendría Téntol, con el que participó en diferentes festivales de jazz. «Llegamos a ser los teloneros de Randy Weston y Monty Alexander en el Auditorium», recuerda. No hay que olvidarse del Jazz Camera Trío, con el que grabó un cedé en colaboración con Armando Lorente, «un ejemplo de fusión musical», ni del Miranda Jazz Quintet, «más contemporáneo», la formación donde busca «una

sonoridad personal, muy diferente a todo lo que he hecho anteriormente».

La amistad y la entrega son otras de sus virtudes. Bien lo sabe el periodista y rockero Carlos Garrido. Ambos se conocieron con motivo del musical Mallorcatur, y desde entonces se han codeado en numerosos proyectos. «Es una persona tremendamente activa, con ideas muy interesantes. Siempre me ha gustado experimentar en otras propuestas musicales y las suyas son originales, elaboradas y con buen criterio. Es apasionado, cuida todos los detalles minuciosamente y aprendes mucho con él».

La dinastía musical de los Miranda se ha iniciado con Toni. En su familia no hay antecedentes artísticos, con una excepción. «Mi padre participó de niño en una obra teatral. Tenía una frase: Oh cielos, qué horror, pero antes de la representación se la quitaron», comenta en tono jocoso un músico que no se cierra a otras disciplinas artísticas, como el cine. Suya es la banda sonora de Coplillas por Bombay, cortometraje con guion y dirección de su hijo Jaume, premiado esta misma semana en Arezzo (Italia).Puedes ver un vídeo de Toni Miranda grabado en Es Molinar en

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