«Yo ya brillaba sin los focos, contando la realidad», dice una de sus canciones. Jamal Selmouni, Dollar, (Palma, 1996) se define como un chico «humilde, de barrio y orgulloso de su origen». Encadenó todo tipo de trabajos, incluso sirvió comida en el kebab de su padre, hasta que pudo vivir de la música y dedicarse plenamente a ello.

«Siempre he escuchado mucha música y he estado interesado en ella. Nunca he tenido gran devoción por ningún género en concreto sino que escucho de todo». Las plataformas digitales como Youtube le ayudaron a descubrir y consumir nueva música: «Tengo amigos que cantan hip hop y eso me llevó a entender cómo se hace. Ellos hacían freestyle y yo me unía». Habla de la importancia de que estos eventos los organizasen los mismos chicos que participaban en él: «Había veces que éramos más de 400 personas en Ses Voltes. Todo lo hacíamos por amor al arte, no buscábamos un beneficio». El cantante explica que el público le solía pedir que hiciera más para ver hasta dónde podía llegar y, a partir de ese momento, se puso a hacer canciones: «Con la primera que saqué ya estaba sonando por toda Mallorca».

Se encuentra muy bien en todos los ámbitos porque «estamos consiguiendo muchas cosas»: «Antes era más complicado, pero con el equipo que tenemos se puede hacer música de mayor calidad».

En referencia al auge de la música hecha por chicos de barrio, cree que la gente cada vez está más curtida en lo musical: «Al ser muchos que hacemos música pues es más probable que otra gente quiera probarlo. La música es algo muy bonito y sano. Cualquiera puede escribir y producir un tema en su casa, eso antes no era tan fácil». Las nuevas tecnologías, dice, lo han facilitado todo porque le ayudan a llegar a un número más grande de oyentes: «Hay mucha gente de Latinoamérica que escucha mis canciones, y eso para mí es un orgullo porque significa que está gustando».

Tenía planeada una gira de su último disco Los niños pero tuvo que cancelarla a causa de la pandemia. Esta nueva situación le ha ayudado a seguir haciendo música y poder trabajar en sus siguientes proyectos.

Dollar Selmouni.

El cantante siempre ha defendido sus raíces: «Hay mucho racismo en este país, y ver a gente como yo que somos de fuera y hacemos cosas de calidad pues va abriendo camino. Sigue habiéndolo, pero tratamos de abrir un camino con la música que hacemos». Quiere dejar claro que él es una persona «humilde y que vive a gusto»: «Soy consciente de todos los mensajes, tanto los buenos como los malos».

A pesar de su éxito musical y sus grandes logros, sigue viviendo en el barrio de siempre con su familia: «Mallorca es mi sitio. Vivimos en el paraíso. Tengo claro que es la mejor ciudad del mundo». Confiesa que, al salir de la isla, echa de menos la tranquilidad y la gente: «Aquí somos menos y se nota. No ves tantas personas en la calle y puedes estar más tranquilo».

No sabe cómo definir su música pero sí tiene claro que es un estilo muy personal: «Mis canciones son muy mías. Intento ser diferente. Trato de mezclar muchos tipos de géneros musicales para hacer temas atractivos y que gusten». Selmouni sabe que el R&B es una constante en su obra, pero siempre trata de innovar: «Al final la gente lo que quiere es etiquetarte, pero cada uno hace la música que más le gusta y disfruta».

Además, Selmouni ha participado como actor en la película Hasta el cielo, de Daniel Calparsoro, en la que tiene un papel importante: «Contactaron con mi equipo para que hiciera el cásting de la película, y al saber que Calparsoro era el director no tuvimos ninguna duda. Entre mis colegas hacíamos la broma, pero al final vimos que iba en serio». Explica que buscaban un perfil de chico que no tuviera miedo de estar delante de la cámara y con un gran carácter y actitud. Declara que siempre ha sido un chico de barrio y que todos le conocen: «Paso más tiempo con los que no tienen que con los que tienen».