Amparo Sard, artista, y Fernando Gómez de la Cuesta, comisario, crítico de arte contemporáneo y presidente de la ACCAIB (Associació de Comissaris i Crítics d’Art de les Illes Balears), reflexionan sobre el papel del artista y las instituciones públicas en tiempos de pandemia.

La Unesco ya lo ha alertado: es preciso poner los medios adecuados para que todo ese esfuerzo no corra el riesgo de verse reducido a la nada. Si no es así, muchos artistas y creadores no podrán ejercer sus oficios y eslabones enteros de la cadena de valor –teatros, cines, salas de espectáculos, medios comunitarios de comunicación e información, etc.– corren el peligro de desaparecer.

Amparo Sard: “Acaba de salir un BOE donde se lee que se ayudará a los artistas. Algo así se titula el apartado que hace referencia al tema: “Medidas de apoyo y de protección por desempleo de artistas y otros profesionales que desarrollan su actividad en las artes escénicas y espectáculos públicos”. Pero cuando continuas leyendo te das cuenta de que queda bien claro que hace referencia a los “artes escénicas, espectáculos públicos y artistas EN espectáculos públicos.” Están muy bien esas ayudas para luchar contra los efectos sociales del Covid, pero se quedan cortas. De nuevo los artistas contemporáneos seguimos en el olvido. En la falta de consideración. Ahora se hace más evidente lo inestable que es la vida del artista contemporáneo, porque ni siquiera es considerado dentro de su gremio. Los artistas empezamos nuestra carrera viviendo del aire, porque lo que hacemos es una necesidad, yo diría casi angustiosa, aunque te acostumbras y la angustia se maquilla y parece que desaparece. Y así sigue viviendo del aire cada vez que se lo ponen difícil a lo largo de su carrera. Por lo que vemos, lo seguirá haciendo en ese aspecto. No estoy hablando de las ayudas por insularidad que el Institut d’Estudis Baleàrics ofrece a los artistas, un gran trabajo, no obstante es algo que nos toca por ley, como pasa con los descuentos de residente en los billetes de avión, por ejemplo. Producir en Mallorca sale caro, y sacar la obra de la isla también. Me estaba refiriendo a la consideración del artista como colectivo integrante de una sociedad. Los artistas trabajan con las emociones, algo intangible, y así lo es su materia prima y la consideración que despierta”

La Unión de Artistas Contemporáneos de España, que agrupa a la mayoría de las asociaciones del sector, ha hecho pública su "decepción" ante las medidas del Ministerio de Cultura para paliar el impacto del covid-19, las considera "insuficientes" y opina que "denotan un claro desconocimiento, e incluso desidia, respecto a la realidad que sufrimos". "Somos trabajadores por cuenta propia con economías pequeñas y frágiles", señala en una carta remitida al ministro José Manuel Rodríguez Uribes. La federación aboga por un plan nacional de ayudas directas para artistas en forma de becas de creación e investigación con un fondo de dos millones de euros, una renta básica universal e incondicional y por el Estatuto del Artista. ¿Partidaria de una renta básica universal?

Amparo Sard: “El artista es un individuo que todo lo analiza con las emociones, y ahora en la época que estamos, tiene un valor añadido. Porque hoy como diría Najmanochich “sentir es la emergencia”. Las emociones son las que te permiten leer entre líneas, por ejemplo como cuando detectamos los errores, ahí es cuando reaccionamos ante tanta masa de información insulsa. Las emociones te permiten saltarte lo que no es importante. Muy parecido a eso es el mecanismo de creación y percepción del artista. Los artistas son origen de ideas, son puentes y puertas que se abren a las nuevas ideas que posteriormente se convertirán en convicciones.

Los artistas lo dejan todo para dedicarse al arte y para que todo eso pueda pasar. A los artistas hay que ayudarlos siempre, por eso y porque viven y se dejan la vida para analizar el entorno. Un análisis en el que “les va la vida”, literalmente. Además lo hacen sin pedir nada a cambio, y esa es nuestra lacra. Lo hacen porque lo necesitan hacer, porque frente a la tensión que perciben, crear les da comprensión y la comprensión les restablece la calma. Eso quiere decir que abren sus entrañas y las sirven cocinadas al espectador en un plato de acrílico, de madera, de papel, de aluminio o del material que tenga entre manos. Porque esa es la manera que tienen de analizar el entorno. Un entorno que de alguna manera lo viven como si tuvieran constantemente una espina clavada en el corazón. El proceso de comprender el entorno, que es lo único que les puede sacar la espina -momentáneamente, porque en cuanto terminan la obra vuelven a sentir la tensión. La necesidad de comprender, es lo que les lleva a crear esas obras maestras.

Si hablamos de artistas jóvenes que están empezando a labrarse un camino, quizá para los que no son del sector les será difícil entender que su aportación a la sociedad sea necesaria. Pero todos los grandes artistas empiezan siendo jóvenes artistas, si no consiguen evolucionar nunca llegarán a hacer esas obras maestras, de las que todos estamos orgullosos y que hemos disfrutado muchísimas veces.

Los artistas pues son necesarios. En esa búsqueda de comprensión los artistas se convierten en visionarios, que ven y perciben una determinada verdad antes de crearla y ofrecerla. ¿Cómo lo hacen? Los artistas cuando analizan lo hacen entre líneas, creando puentes. Y esa nueva manera de ver la vida es ir un paso por delante del momento histórico que estamos viviendo. El artista percibe lo que va a pasar antes de que suceda, porque ya ha percibido y analizado el recorrido de las emociones pasadas. Las emociones son su lenguaje. Y sobre todo, se trata de un lenguaje muy eficiente en los momentos tecnológicos que vivimos porque las emociones permiten saltarse la lectura lineal para ir más rápidos, eso es muy útil hoy. Leyendo los errores y despertando la intuición. Pero eso es un tema muy extenso.

¿Por qué no se ayuda a los artistas?

Sard: “Esas emociones que se transmiten, son precisamente verdades que pretenden hacernos entender. Esta muy presente en el mundo del arte la definición de “sociedad líquida” de Z. Baumann, que justifica que no nos queramos atar a nada, porque nos da seguridad poder escapar en cualquier momento lo antes posible. Ya no nos sirven los castillos de piedra y las relaciones personales duraderas son cada vez más inestables. Esa movilidad del tiempo está también presente en casi todas las obras de arte que vemos hoy. El artista pone densidad en el entorno, para ralentizar mostrar el error, la deformidad de todo lo que nos envuelve, no solo objetos, sino también en los valores sociales, la fealdad de los comportamientos humanos. Así consigue describir una realidad tan veloz que se nos escapa, con tanta información verídica y fake incapaz de contrastar, con la que tenemos que lidiar en las milésimas de segundos que tardamos en hacer un click. El artista da densidad al asunto, al tiempo. Para cortarlo y abrirlo quirúrgicamente, para ayudarnos a entender. A los artistas hay cuidarlos porque esa sensibilidad es algo tan delicado y evidente como intentar hacer entender a los que no entienden la relación entre artista y vida, artista y alma, o la diferencia entre artistas y “artistas EN espectáculos públicos”.

¿Cuál sería su propuesta de ayuda ideal para un artista?

Sard: “Que se les de la posibilidad de demostrar que son profesionales y que se dedican 100% al arte. Una vez comprobado, que reciban ayudas como sucede en Europa, para poder continuar con su trabajo. Un trabajo que no olvidemos es ofrecido a la sociedad”.

“Si no hubiera artistas no habría galerías de arte, ni ferias de arte, ni bienales en Venecia. Sin artistas no se generaría semejante negocio. Se piensa en el negocio pero no en el eslabón inicial, el artista en cualquiera de sus fases. Para mí no hay duda. Por supuesto que hay que ayudar a los artistas fuera de las galerías. Que las galerías reciban ayudas pero los artistas que no están “EN” la galería no la reciban, es de nuevo una apreciación errónea de la consideración del artista en la sociedad. El artista solo se pone en valor cuando genera negocio para los demás. Craso error generalizado, porque el Gobierno tiene que entender que es una inversión a largo plazo. Los artistas estamos cansados de oír “ayuda para los artistas” y comprobar que la ayuda es queda “EN” el camino.

Se habla mucho de ayudas al sector de la cultura, sin embargo, el sector no deja de hundirse y son pocos los que reciben ayudas que les permitan desarrollar su trabajo. ¿Qué está fallando en las administraciones? ¿Qué ayudas funcionan actualmente en España? ¿Qué propuestas defiende usted?

Fernando Gómez de la Cuesta: “Fallan muchas cosas, pero no son culpa específicamente de la pandemia, esta situación crítica no ha hecho sino dejar al descubierto males estructurales que llevamos tiempo sufriendo y a los que no se ha puesto remedio cuando había una coyuntura más favorable. Ahora, en un contexto dramático, va a ser muy difícil, por no decir imposible, solucionarlos. Lo que falla, fundamentalmente, son las personas, los equipos de gobierno y los partidos políticos en el poder, todos aquellos que deben tomar las decisiones. En ese conjunto de individuos e instituciones ineficaces concurren: un desconocimiento del tejido cultural, de sus necesidades y de su funcionamiento, una torpeza crónica a la hora de encarar todo aquello que desconocen y una cobardía sin límites para intentar arreglar las estructuras que no funcionan, pero que, recordemos, son las mismas que les han situado en esa posición de poder.

Lo que falla es que la cultura esté absolutamente supeditada a la política cuando, ni los ritmos ni los objetivos, son los mismos, la cultura, la creación, no pueden ir al compás de una legislatura porque nuestros plazos son otros, tampoco podemos ser los voceros de las ideologías que ellos toman como bandera, puesto que la independencia es un atributo esencial de la creación y de la cultura.

Se podía pensar que una situación extrema como la que estamos viviendo alteraría, aunque solo fuera por un sentimiento básico de humanidad, las estrategias que los políticos en el poder llevan años manteniendo con respecto a la cultura, pero no, lejos de mejorarse, se han consolidado en su error, empeorado o, como mucho, se las ha camuflado bajo la capa confusa del coronavirus. Sin embargo, la táctica que subyace sigue siendo la misma: unos políticos que prefieren permanecer escondidos, parapetados detrás de una burocracia que desborda al ciudadano y que impide la efectividad de cualquier tipo de ayuda o medida, mientras sirve de coartada, al propio político, para no tomar ninguna decisión y poder repercutir la responsabilidad en un ciudadano “incapaz” de resolver los trámites y condiciones que se les imponen.

Preocupa mucho el desconocimiento que los políticos en el poder tienen sobre nuestro tejido cultural después de habernos convocado a tantas (e interminables) reuniones, quizá sea porque el único motivo que tienen esas reuniones no es escucharnos como tejido, ni mucho menos actuar en consecuencia, sino que la verdadera finalidad, para los políticos, sea el mero acto de reunirse en sí, un encuentro que les procura sus objetivos: la foto y ganar tiempo para que la legislatura pase, haciendo lo mínimo y sin meterse en líos.

Ejemplos hay muchos. Como ACCAIB hemos acudido a bastantes de estas reuniones. Les interesa nuestra presencia y la del resto de asociaciones convocadas puesto que les legitima, una ficción de participación que queda reducida al comunicado institucional de que la reunión se ha producido. Nosotros vamos a esas reuniones a repetir, por enésima vez, lo que tantas veces han oído. Sin embargo, cuando somos nosotros los que les requerimos por escrito sobre cualquier cuestión, obtenemos la callada por respuesta.

Desde ACCAIB, y solo en 2020, hemos remitido múltiples consultas sobre muchas cuestiones. En la mesa del Ajuntament de Palma (o en alguna de sus papeleras) hay escritos nuestros referentes a la propuesta municipal de adquisición de obras de arte, también sobre las Becas de la Miró, sobre el CAC Palma, sobre los resúmenes de las reuniones de la comisión delegada de cultura... Parece mentira que la Regiduría de cultura con más cargos en nómina que se recuerda, no sea capaz ni de dar acuse de recibo... Con el IEB no hemos corrido mucha mejor suerte.

Quien sí que nos ha contestado ha sido la dirección de Es Baluard referente al reciente tema de las adquisiciones para la colección del Museo. Un ejemplo perfecto de todo esto que estamos comentando, de cómo la demagogia política ha querido camuflar de “ayuda extraordinaria COVID” lo que realmente tendría que ser la dotación ordinaria, mínima y anual, para construir la colección de dicho museo. Lo que comentábamos antes: la precariedad antecede a la pandemia y como previamente, esta bolsa, estaba miserablemente dotada, ahora la dotan un poco más y creen cumplir dos objetivos por el precio de uno. Pero esa dotación no es una ayuda COVID, las colecciones de los museos se deben construir en base a criterios científicos e historiográficos analizados por una comisión de expertos independientes, no atendiendo a criterios de emergencia. Lo que tienen que hacer esas administraciones públicas, si de verdad quieren adoptar medidas efectivas en una situación como la que nos encontramos, es apelar a planteamientos más transversales, a rentas vitales, a subsidios directos que no dependan de criterios de calidad artística sino de necesidad, a contratación pública con proyectos de iniciativa institucional, y que dejen de parapetarse detrás de convocatorias excesivamente burocratizadas o de propuestas camufladas de ayuda extraordinaria cuando, en realidad, son gasto ordinario para cubrir una necesidad básica que hace mucho tiempo, en la era prepandemia, ya debería estar plenamente resuelta y consolidada. Hace poco dijeron que la cultura es un bien esencial, ya es hora de que comiencen a demostrarlo”.