Ni con la realidad ni con la obra en la que se ha basado para hacer su última película: «Mi compromiso es con el cine», dijo ayer Fernando Trueba (Madrid 1955). El oscarizado director estuvo en Palma para presentar la cinta El olvido que seremos en el Evolution Mallorca International Film Festival y para recoger el premio de honor que el certamen le concedió ayer durante la clausura de la cita, en reconocimiento a su trayectoria profesional.

Fernando Trueba tiene una relación muy especial con El olvido que seremos, el libro en el que se basa su filme y cuyo autor es el escritor colombiano Héctor Abad Faciolince. No solo había leído la novela mucho antes de decidirse a llevarla al cine, sino que la compró muchas veces para regalársela a amigos y familiares. Ocurrió entonces «lo que nunca ocurre en la vida. Me ofrecieron un libro que me gusta mucho, pero no se me había pasado por la cabeza hacer una película». Las reticencias de Trueba se basaban en que «la obra es la memoria de Héctor Abad Faciolince y eso no se puede hacer en cine, es una cosa muy íntima, muy personal. Se iba a perder ese elemento, ese componente de verdad, pero me insistieron y acabé diciendo que sí». Superada esa resistencia inicial Trueba afirmó que «me di cuenta de que mi problema no era ser fiel ni a la realidad ni al libro. El libro ya está hecho y ha sido un éxito, la realidad ya ocurrió. Mi compromiso es con el cine, siempre lo he pensado. El cine es otra cosa, no ‘habla de’. El cine transmite emociones, no es la manera de pensar o de hablar que tenemos en otros ámbitos de la vida y en ese sentido me sentía muy liberado para hacer la película. No estaba preocupado por la verdad, estaba preocupado por hacer una buena película. La verdad nunca he sabido lo que es». El director destacó que fue «una suerte para mí y para la película» que su hermano David Trueba escribiera el guión de El olvido que seremos: «Siempre he pensado que la adaptación que él hizo de Soldados de Salamina es un modelo se debería estudiar en las escuelas de guión», refirió.

Fernando Trueba, fotografiado ayer en Palma. B. Ramon

Ganador de un Oscar en 1993 por la película Belle Epoque, Trueba confesó que no se ha parado a analizar cómo ha cambiado la industria desde entonces y dijo desconocer qué debía tener una película para ganar la preciada estatuilla: «Eso no lo sabe ni Meryl Streep que ha ganado unos cuantos», bromeó el cineasta. Para corroborarlo recordó que cuando Belle Epoque ganó el Oscar a la mejor película extranjera la favorita era una cinta china: «El único que me dijo que ganaría el Oscar fue Billy Wilder». Reacio a dar y a seguir consejos, Trueba solo se atrevió a pedir a los jóvenes directores que hagan películas «por amor al cine». «Todo el mundo tiene derecho a soñar lo que quiera soñar, pero yo creo que si uno va a hacer cine lo tiene que hacer con pasión, con amor y no pensando en los premios». Trueba también recordó que rodó su segunda película en Sóller, en 1981, un documental que definió como «una comedia didáctica» con Chicho Sánchez Ferlosio. «En Mallorca me siento en casa. Me trajo mi mujer cuando teníamos veinte años. Ella ya estaba enamorada de la isla, y desde entonces no hemos dejado de venir», afirmó.

‘Toprak’, proclamado mejor filme del EMIFF

Toprak, de Sevgi Hirschhäuser, se hizo anoche con el premio a la mejor película del Evolution Film Festival. La mención especial del certamen recayó en The Waiter de Steve Krikris . Adrian Martinez destacó como mejor actor en iGilbert;y Andrea Sawatski recibió el galardón a la mejor actriz por su trabajo en Zoro’s Solo. El Premio Evolutionary Island fue para el filme Baumbacher Syndrome, de Gregory Kirchhoff mientras que Tamara Vogl fue distinguida con el mejor guión por Tau Emerald. La producción mallorquina Dorothea i el Myotragus, de Núria Abad y Marta Hierro, recibió la Mención especial al mejor documental.