Toda su vida ha estado relacionada con la escritura, a pesar de tener pocos libros publicados. Joana Serra de Gayeta (Pollença, 1950) y la Nova Editorial Moll recuperan el libro que marcó su juventud, aquella llena de vivencias entre Barcelona y Pollença, en la que formaliza una reflexión sobre lo que significa crecer. Su etapa estudiantil en la capital catalana dio como fruto un libro de relatos íntimos, llenos de veracidad y viveza, en los que la añoranza se apodera de la narración para hablarnos de unos años en los que todo era nuevo.

¿Qué ha supuesto reeditar Taules de marbre?

Ha sido muy importante porque nunca me hubiera imaginado que alguien quisiera volver a editarlo. Cuando salió casi no se pudo comercializar. Tomeu Canyelles, de la Nova Editorial Moll, lo encontró en una librería de segunda mano. Tantos años después emociona poder rescatar esta obra.

Habla de que es “un retrato generacional profundamente introspectivo”.

Escribí este libro cuando estudiaba en Barcelona, entre 1973 y 1974. Era instrospectivo en relación a mis compañeras de piso. La escribí yo, pero fue en colaboración con ellas. La situación me llevó a escribir estos relatos. Fueron fruto de un momento concreto.

¿Qué significó la Barcelona de los 70?

Ya había vivido allí cuando era pequeña. Yo iba muchísimo. Ir a estudiar a Barcelona fue maravilloso. Estar sentados horas y horas en el Café Zurich sin hacer nada, solo hablando y viendo pasar a la gente. Los sábados nos encontrábamos todos los mallorquines en la Rambla y nos íbamos de fiesta. En Mallorca solo se podía estudiar hasta tercero de filología, así que nos tuvimos que ir todos.

Visto en perspectiva. ¿Qué quiso explicar con estos relatos?

Cuando escribía jugaba con la añoranza haciendo literatura, porque nunca extrañé Palma estando allí. No era consciente en ese momento porque escribía lo que sentía, pero ahora que los he vuelto a leer los he encontrado muy tristes. Puede ser que, sin querer, jugase a hacer tristeza con la literatura.

¿Qué ha significado la escritura en su vida?

Escribo desde siempre, pero he tenido mala suerte hasta ahora. A los 70 años me ha venido la suerte. He escrito poesía, pero no tengo nada publicado. Nunca he dejado de hacerlo porque mi vida ha estado relacionada con el mundo editorial de una u otra forma. En 2004 publiqué Memòria de vida, que para mí es lo mejor que he escrito. Se promocionó poco y la gente no la conoce.

El nuevo relato, “Nosaltres esperàvem Mr Marshall”, parece el final de un camino.

Sí, por eso lo acabé. De ahí la frase final “Americans i guapos, ells”. Era un momento en el que los americanos y el cine tuvieron un gran impacto en nuestras vidas.

“La escritura de estos relatos fue una necesidad casi física”.

Estábamos en la habitación mientras una estudiaba y la otra tocaba la guitarra, así que yo me dediqué a escribir. Siempre lo he necesitado. Me ayuda mucho.

Quería ser como Oriana Fallaci.

Leía sus entrevistas en la revista Destino. Quería ser periodista para hacer entrevistas como las suyas. Al final no lo fui. También tenía como referente a Natalia Ginzburg. Fue un gran ejemplo para mí como escritora.

El relato L’estiu s’ha acabat, definitivament es una premonición de lo que nos está pasando.

Sí, yo me asusto cuando lo pienso. Lo volví a leer y parece de una vigencia enorme si lo relacionas con este verano pasado. Ojalá que el próximo no sea así.

Dice que si viviera de nuevo, lo volvería a escribir.

Después de tantos años, los he vuelto a leer y me gustan mucho. Además, cuando hago una cosa no suelo renunciar a ella. Todo lo que he hecho ha sido porque lo sentía. No me arrepiento de nada.