Ramon Aguiló, ¿un alcalde con corazón de rock'n'roll?

Sí, hombre. Formo parte de esa juventud que se emocionó con el rock. Me acuerdo que algunos periodistas me hicieron fotos con una Gibson que trajeron a mi despacho. 

¿Qué significó para una ciudad como Palma el Concurs Pop Rock?

Con las primeras elecciones democráticas en España, la vida municipal emprendió una etapa de dinamismo. Había una energía y una creatividad muy condicionada y paralizada por la dictadura. En Estados Unidos y también en Europa ya se había desarrollado todo un movimiento juvenil que cuestionaba el mundo anterior, el mundo de los padres, y todo eso se había ejemplificado de modo muy evidente en la música. El rock supuso un despertar, unos nuevos tiempos, como cantaba Dylan. Tiempos de rebeldía. Todo eso, en España, estaba frenado por la dictadura, y cuando se iniciaron las libertades se produjo una explosión de creatividad. En aquellos momentos yo tenía 29 años, y como yo, la mayoría de concejales del ayuntamiento éramos gente joven. El ayuntamiento fue un catalizador, posibilitó, con el Concurs, y también con el festival de jazz y el de teatro, que fluyera esa creatividad, que estaba latente y que acabaría dejando una huella en la ciudad. Los jóvenes no disponían de recursos, y lo que hicimos, simplemente, fue facilitarles esos recursos para que se expresaran. El ayuntamiento no inventó el Concurs, pero permitó e hizo posible que esa fuerza cultural se expresara y se hiciera visible en aquellos momentos de efervescencia.

Palma se volcó desde el primer momento con el Concurs. ¿Les sorprendió?

Francamente, no. Palma tenía unos 300.000 habitantes en los primeros 80, pero de alguna manera el nivel de vida y las inquietudes podían ser parejas a las de cualquier otra ciudad española o europea. No éramos diferentes a lo que reclamaba la juventud en aquellos momentos, que era reinventar el mundo. Quizá en los primeros momentos no advertimos los resultados que iba a tener el Concurs, pero al poco de tomar esa iniciativa vimos que la respuesta de la gente estaba ahí.

Como Tierno Galván, el alcalde la Movida, ¿usted también sintió el cariño de los jóvenes?

Es difícil analizar las emociones con cerca de 40 años de retraso pero supongo que sí. Los recuerdos, en muchos casos, están inventados y tampoco me atrevo a hacer afirmaciones muy taxativas en ese aspecto. Los políticos, de cara a la juventud, tenían esa connotación de lo viejuno y lo rancio, hasta que se pudo ver que en realidad con los ayuntamientos democráticos los pasos que se daban iban en dirección a abrir las vías para que entrara la modernidad. Los movimientos juveniles estaban muy permeados por ideas que eran muy intensas respecto a las libertades, ideas ácratas, de exaltación del individuo. Y las instituciones, claro, siempre tienen una connotación de conservadurismo, al no seguir normalmente el ritmo avasallador de las nuevas dinámicas que surgen de la sociedad, siempre hay una inercia. Nosotros luchamos contra esa inercia y en buena parte algo hicimos en ese sentido.

De lo que no hay duda es de que usted vivió esas noches de rock. Hay testimonios, como la fotografía que acompaña a este texto. Ramon Aguiló se dio un baño de cultura, a diferencia de otros alcaldes, los del siglo XXI, que nunca han pisado un teatro o una sala de conciertos. ¿Por qué la cultura interesa tan poco a los políticos?

Porque son políticos profesionales. La política hoy en día es profesional y tiene que ver con un sistema de vida. Mucha gente que busca salidas fáciles a la vida se mete en política. La política, para muchos, es un medio de medrar. Este tipo de gente no es la gente que pone en marcha iniciativas dinamizadoras de la sociedad. Son gente que lo que busca es colocarse, y en función del mercado, de la política, interviene. La política actual no tiene nada que ver con la política de hace 35 ó 40 años, cuando uno entraba en política por una cuestión de ideas, de ética, de cultura.

Por aquellas eliminatorios que usted siguió de cerca pululaban rockabillys, mods, punkis, siniestros, hippies... ¿Con qué tribu urbana simpatizaba más?

Con todas y con ninguna en concreto. Una cosa es que estuviera interesado en todo el movimiento, en su dinámica, y otra cosa es que yo formara parte de ese movimiento. Intentaba participar y también ser penetrado por esas fuerzas. Era una actitud más de acompañar y de aprender y experimentar que de dirigir.

¿Considera plausible la recuperación del Concurs en 2020?

Sí. Las circunstancias y la sociedad son muy distintas, la dinámica cultural no tiene nada que ver con la de aquellos años y la inquietud entre los jóvenes ha decaído. Vivimos una época de desencanto y falta de ilusión porque no hay alternativa al capitalismo. La posibilidad de un mundo alternativo al actual no existe como existía en aquellos años, cuando se creía que el cambio era posible. El mundo de ahora no tiene nada que ver con el de los años 80 y pretender revivir o resucitar formas antiguas no estoy seguro de que de resultados porque cada época tiene su afán. Independientemente de que la idea de resucitar el Concurs puede ser buena, pero en la medida en que existan las expresiones, las ideas que necesitan cuajar. No sé si este Concurs podrá tener esa fuerza galvanizadora de las inquietudes actuales. Bienvenida la resurrección. A los que iniciamos esta tarea nos sorprende de una forma agradable.