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Conciencia

Discriminación

Los manifestantes que se oponían esta semana a las medidas de control de la pandemia establecidas por la Comunidad de Madrid levantaban pancartas desde la que se acusaba a las autoridades de perseguir a los pobres bajo la coartada de luchar contra el Covid-19. Por desgracia, existe una traslación perversa desde la pobreza al hacinamiento, y de éste al contagio. No en vano las zonas de la capital que han sido sometidas a reclusión coinciden de forma bastante precisa con las de rentas más bajas. Y por desgracia esa separación entre zonas pobres y zonas ricas no es una particularidad de Madrid; existe —como sabe cualquiera— en todas las ciudades del planeta.

Christopher J. Shell, investigador de la School of Interdisciplinary Arts and Sciences de la Universidad de Washington en Tacoma (Estados Unidos), y sus colaboradores han publicado en la revista Science una revisión de esa distribución urbana desigual sin quedarse sólo en la riqueza. Los autores han integrado de forma explícita la ecología, la evolución y los procesos sociales en un intento de enfatizar las relaciones que se comparten en las desigualdades sociales y generan el cambio biológico dentro de los paisajes urbanizados. No puede extrañar que, viniendo el estudio de los Estados Unidos, los autores hayan analizado de manera específica el racismo, pero esa variable también está presente también en España. Las zonas de mayor incidencia de contagios del coronavirus en Madrid cuentan con importantes núcleos de población inmigrante.

El propósito del trabajo de Shell y colaboradores no es el de investigar los riegos de propagación de la pandemia en función de las desigualdades sociales reflejadas en la estructura de la ciudad sino el de mostrar cómo esa discriminación da forma a los procesos ecológicos y evolutivos en las ciudades analizadas (todas ellas de Estados Unidos).

La conclusión es descorazonadora. Los autores parten de la consideración de que las áreas urbanas son sistemas ecológicos dinámicos definidos por componentes biológicos, físicos y sociales interdependientes. Eso quiere decir que incluso el cambio biológico en los paisajes urbanizados va a verse influido por tal interdependencia. Dicho de otro modo, las prácticas racistas, incluida la segregación residencial que es la que más nos interesa, imponen en buena medida los patrones heterogéneos de flora y fauna que son observados por los ecólogos urbanos.

Shell y colaboradores apuntan que, en el futuro, los investigadores de la ecología urbana y la evolución deberían considerar de qué forma afectan los sistemas de opresión racial a los factores ambientales de las ciudades y, en particular, a su dinámica. Está claro que la prioridad ahora mismo es la de contener la pandemia. Pero el paso siguiente tiene que plantearse por que existen barrios más insalubres que otros. E intentar resolverlo.

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