Sin una gran celebración, sin público, sin vestidos largos y camisas de final de verano, sin estar las calles iluminadas por farolas, sin copas ni canapés, sin toque lúdico-festivo. Al arranque de la gran fiesta del arte contemporáneo de Palma, la Nit de l’Art, le faltaron esos ingredientes que hacen el programa más apetecible y fresco. La apertura de ayer fue la más discreta –y diferente, claro– de todas las ediciones celebradas. A plena luz del día, a las 12 horas, las galerías de Ciutat que forman parte de esta edición abrieron sus puertas a la espera de visitantes. 

La situación fue –y lo será hasta el sábado, último día de la Nit de l’Art– nueva y extraña tanto para los galeristas como para los interesados en visitar las exposiciones. No hubo grandes inauguraciones, solo aperturas. No hubo aglomeraciones ‑que es precisamente lo que se intenta evitar para evitar la propagación del coronavirus‑, sino un discreto goteo de visitas que tuvo su momento más álgido antes de la hora de comer. En general, la jornada fue íntima, algo que invita a la cercanía, a arrancar conversaciones con los galeristas y con los artistas que han podido estar presentes; y algo que convierte esta edición en una oportunidad única para aprehender más el arte contemporáneo. “Lo que ha habido es lo que esperábamos, y así está bien y es como será este año”, señalaba Pep Llabrés en su galería al concluir la primera jornada de esta cita con el arte contemporáneo.  

Precisamente la artista que expone en la Pep Llabrés, Cristina Toledo, es una de las pocas que han podido estar presentes en la exposición. La artista señala que todo es “muy diferente” respecto a años anteriores, aunque tiene sus cosas buenas: “Al no poder acoger a mucha gente a la vez permite que las visitas sean más personalizadas e íntimas, así como cercanas. Es más fácil que el visitante se abra para charlar y conversar sobre las obras”. Las suyas, óleo sobre lienzo, angustian: muestran métodos antiguos que utilizaban las mujeres para llegar al ideal de belleza impuesto por los cánones. 

La impactante figura de bronce de la pintora y escultora japonesa-suiza Leiko Ikemura, Usagi Kannon, que guarda y cuida con su presencia el Oratori de Sant Feliu (Kewenig), fue más observada por la mañana que por la tarde, tal y como comentó Clara Garau. Hasta allí llegó, por la mañana, uno de los grupos de las visitas dialogadas, la actividad que ofrece el ayuntamiento de Palma para la Nit de l’Art, uno de los grandes estímulos de esta edición. De hecho, excepto los de ayer, la gran mayoría de visitas programadas ‑de momento unas 20 entre ayer y el sábado‑ están llenas. No obstante, los interesados pueden seguir haciendo peticiones, dado que hay margen para organizar una veintena más de visitas. “Ha venido gente de todo tipo, tanto interesados en el arte como simplemente curiosos con ganas de aprender y vivir la Nit de l’Art. Se han creado grupos interesantes y a la gente le ha gustado mucho el hecho de poder compartir impresiones, algo que no es muy habitual en las visitas guiadas, donde la actitud del visitante suele ser más pasiva que activa”, comenta el coordinador de estas visitas dialogadas, el comisario, crítico y docente Pau Waelder, que se mostró satisfecho con la participación del primer día. Los recorridos en grupo pasaron también por las galerías 6A, Aba Art, Pelaires, Xavier Fiol, Pep Llabrés y el Centre Cultural Sa Nostra, entre otros espacios. El Solleric se suma a esta Nit de l’Art 2020 con la exposición Confía en que estos días pasarán, una propuesta del artista londinense Mark Titchner para el BOX 27. Junto al comisario Tolo Cañellas, Titchner ofrece esta pieza pensada para ser visualizada en el espacio público. Su mensaje claro y directo, en formato publicitario, busca conectar el Solleric con la sociedad. 

Las visitas oficiales

A las 16.30 de la tarde se esperaba a la presidenta del Govern, Francina Armengol, en el Arxiu del Regne de Mallorca, que acoge la exposición Baleàrics músics ‑es la propuesta de la conselleria de Cultura del Govern para la cita de arte contemporáneo‑, una muestra colectiva inédita en Palma de artistas contemporáneos del Mediterráneo que incluye pintura, escultura y fotografía, y cuyas obras están relacionadas con la música.

La presidenta llegó a las 17 horas, con media hora de retraso, junto a la consellera de Presidencia, Pilar Costa; la delegada de Cultura, Catalina Solivellas; y el director del Institut d’Estudis Baelàrics, Mateu Malondra. Los cargos charlaron con los artistas presentes en el lugar ‑Tomeu Coll, Pilar Cerdà, Fèlix Coll, Zulema Bagur, Doralice Souza y Pep Coll‑ para celebrar esta “extraña” ‑en palabras de Solivellas‑ edición de la Nit de l’Art. Después de visitar Baleàrics músics, el grupo se dirigió hacia la galería Pelaires, como muestra de apoyo a la organización de la cita, aunque tuvieron que disculpar la “ausencia” de la presidenta, que no llegó a visitar Cadmio Limón, la muestra de la Pelaires que cuenta con obras de mujeres de diferentes edades y nacionalidades cuyo ejercicio artístico contemporáneo dialoga con la tradición pictórica. Costa, Solivellas y Malondra pasaron por delante de la galería Pep Llabrés, donde no entraron, y se dirigieron hacia la Xavier Fiol, donde admiraron la obra de Nicolo Baraggioli, cuya intención es, según el propio autor, “que las piezas no sean más que un objeto”. 

Hoy brillará Es Baluard Museu con sus dos apuestas para descorchar la temporada, en plena celebración de la Nit de l’Art: las obras de Miguel Campano y las de Teresa Margolles, por la otra. Aunque sea más discreta, no le falta ambición a la cita anual de Palma con el arte contemporáneo. 

LO MEJOR

Cercanía y tiempo Es cierto que esta edición de la Nit de l’Art no está siendo tan transitada como en otras ediciones. No obstante, esto permite que los galeristas y los artistas (los que hayan podido venir) accedan a explicar y mostrar sus exposiciones y obras, sin prisas, sin presiones y con la profundidad necesaria. 

LO PEOR

Ambiente No hay ambiente de Nit de l’Art. No podía ser de otra manera, es lo que tiene estar en medio de una situación tan delicada a nivel sanitario. Aun así, es inevitable echar de menos el ambiente de otros años, los reencuentros con amigos y conocidos y el dejarse llevar de un lado a otro por sus recomendaciones.